Empecemos por lo más obvio. El pueblo venezolano está harto del socialismo del siglo XXI. 89% del país, de acuerdo con la encuesta de Meganálisis del mes de marzo 2024, cree que el socialismo ha “traído mal vivir, desesperanza, separación familiar y pobreza a los venezolanos”. Según la misma encuesta, 88% de los votantes quiere elegir a María Corina Machado como presidente de Venezuela. María Corina tiene la credibilidad, la confianza y la fuerza de la inmensa mayoría del pueblo venezolano para conducir al país en la ruta de la democracia y la libertad. Pero, lo más importante es que, precisamente por esta marea imparable de apoyo popular, María Corina tiene la llave de la legitimidad de la elección presidencial en Venezuela.

El régimen sigue negado a reconocer que se le acabó su tiempo. Creen que con represión, artimañas y artilugios de laboratorios de guerra sucia, pueden aferrarse al poder. Se equivocan, y ellos lo saben. Están arrinconándose sin remedio. Todas las jugadas les han salido mal.

El ilegal desconocimiento del derecho político de María Corina para ser candidata presidencial, dictado por una írrita decisión de la Contraloría y refrendado ilegalmente por el Tribunal Supremo de Injusticia, aumentó su caudal de apoyo nacional e internacional. El triunfo inapelable de María Corina en las primarias, con más de 92% de los votos, de cerca de 2 millones y medio de valientes ciudadanos que desafiaron al régimen saliendo a votar, le produjo a Maduro y sus lugartenientes un pavor profundo. Apelaron de inmediato al Tribunal Supremo de Injusticia para desaparecer la primaria, para desautorizarla, para decir que no era válida. Nadie les hizo el menor caso. María Corina siguió recorriendo el país, y se fortaleció aún más. Después vino el bochornoso espectáculo del referéndum de Guyana. Que pena. Que enredo. ¿Cuántos votos sacaron, 10 millones? El país entero se mató de la risa. No tienen ni una sombra de credibilidad.

Después vino el momento de la verdad: el calendario electoral absurdo inventado por el régimen con el objetivo de acorralarla y descartarla. La fecha de la elección coincidiendo con el cumpleaños de Chávez (que lindo detalle), seis meses antes de la transmisión de mando; cinco días para inscribir candidatos presidenciales, trámites, reglamentos, apuros, correderas, se te acaba el tiempo. Un enredo fangoso lleno de burbujas. Todo armado para arrinconar a María Corina. Se te acabó el tiempo.

Pero no contaban con su astucia. Como el Chapulín Colorado. María Corina, con el apoyo de todos los partidos de oposición, decidió nombrar a la Dra. Corina Yoris como su representante para inscribirla como candidata. La Dra. Yoris es una respetada académica, miembro de la Comisión Nacional de Primarias, intachable, imposible de inhabilitar. La decisión de María Corina fue agotar todas las oportunidades de preservar el camino electoral, sin renunciar a seguir luchando para hacer valer su derecho a ser la candidata presidencial más adelante. Sin muchas sorpresas el régimen decidió simplemente no dejar que la Dra. Yoris se registrara para la elección presidencial en el genuflexo Consejo Nacional Electoral. No hubo ni siquiera el menor intento de explicar por qué el sistema digital de inscripción no se abrió para la Dra. Yoris. Simplemente lo bloquearon. Punto.

El régimen cometió tal vez su error más grave hasta ahora. Bloquear la inscripción como candidata presidencial de una venerable y respetada octogenaria muestra a todas luces la debilidad de Maduro y de su régimen. El pavor nuevamente se apoderó de él. Hicieron esta barbaridad porque saben que la alternativa, que es dejar que se inscriba la Dra. Yoris, es el comienzo del fin. Con la candidatura de la Dra. Yoris, lo que están inscribiendo como candidata presidencial es a María Corina Machado. Ellos lo saben. Y les aterra. De modo que escogieron lo que les parece menos peor (permítanme la licencia lingüística), porque ambas opciones son malas para ellos.

No es de extrañar que aliados ideológicos del régimen, como los presidentes Petro y Lula, tuvieron que salir al ruedo a decir: te pasaste papaíto. La izquierda democrática de toda América Latina está espantada y avergonzada del comportamiento del chavismo-madurismo. Que pena con esa señora, es lo que se oye en los corrillos de Brasilia, Bogotá, Santiago, Buenos Aires, Montevideo, Santo Domingo, Quito, Lima, Asunción, Panamá, San Salvador y tantas otras capitales del continente, junto con Europa, Estados Unidos, Canadá y el resto del mundo libre.

El problema, como lo señalé al principio de este artículo, es que Maduro y sus compañeros de ruta no han contemplado seriamente hasta ahora salir de Miraflores. Se revuelcan en toda suerte de cálculos y estratagemas con poco efecto. Dejan inscribirse como candidato presidencial al gobernador Manuel Rosales y a otra docena de personajes insípidos y alacranosos para aparentar competencia electoral. Nadie se lo cree. Rosales es como el referéndum de Guyana. No vas al baile.

Maduro, tus elecciones no son elecciones. Siquiera llegan a ser tus primarias para después competir con tu verdadero contrincante, una mujer venezolana de la estirpe de las heroínas de nuestra independencia. Te conviene empezar a pensar en la posibilidad de ceder. María Corina te ha ofrecido negociar directamente contigo para buscar una solución a esta crisis política y abrir las puertas a una transición democrática, pacífica y estable para Venezuela. Ella es la única que puede garantizarte que lo que acuerden, puede aceptarlo el país. Como dije en el título de este artículo, te conviene negociar.

 


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