Mi sueño irrealizable es que todos los españoles mayores de edad tengan un trabajo. Es utópico y fantástico, pero se duerme mejor soñando felicidades imposibles. De ahí que me haya sentido golpeado por lo que ha dicho la incontenible lengua de Yoli Díaz. Su deseo de eliminar, depurar y dejar sin trabajo a «los periodistas que manipulan y mienten». No comparen con el franquismo. En el diario Pueblo adicto al Régimen y dirigido por Emilio Romero, despuntó por su talento desde el primer día en la redacción un joven conquense, Raúl del Pozo, que era miembro del clandestino Partido Comunista. Y en el Arriba, el diario falangista dirigido por Jaime Campmany muchos de sus redactores pertenecían a las izquierdas camufladas con pleno conocimiento del ministro Solís. Son pequeños detalles, pero suficientes para no caer en los tópicos de la férrea censura. La catástrofe sobrevino con la desaparición y demolición del edificio que albergaba al diario Madrid, valiente iniciador de los pasos hacia el liberalismo. Como el Informaciones de Jesús de la Serna, que además de periodista era un señor, y que tuvo de subdirector a un brillante hijo de falangista, Juan Luis Cebrián, y de redactores a personajes tan variopintos como María Antonia Iglesias, Víctor de la Serna Arenillas, Joaquín –Jimmy– Giménez Arnau, José Luis Martín Prieto, Pablo Corbalán y a éste menda, joven monárquico Juanista en su Servicio de Documentación. La opinión en ABC, además de literaria era libre, y no olvidemos el talento de La Codorniz. Lo que pretende Yoli Díaz, chavista y guevarista disfrazada y perfumada por Coco Chanel, no es otra cosa que fulminar en el futuro a todos los periodistas que no piensen como ella y se atrevan a informar con libertad. Es decir, Stalin, Largo Caballero y Maduro, disputándose el páncreas de odio de esta ignorante papanatas.

Y protesto airadamente. No sólo por los que informan, escriben y colaboran en los medios –pocos, además de El Debate–, que aún permiten la plena libertad. Protesto también por los periodistas y tertulianos partidarios y manipuladores de las izquierdas y ultraizquierdas que han aceptado permanecer en cuclillas a la espera de recibir consignas y despropósitos del poder establecido. Ellos también pueden sentirse amenazados por Yolanda Díaz, que con su falsa sonrisa y sus continuos sobeos, masajes y besuqueos es capaz de dejar en la cuneta a todos los informadores y opinantes que la han beneficiado hasta el momento.

No deseo que Pablo Iglesias sea depurado de la cadena «Red» de impacto internacional. No les deseo que se sometan al paro político y al silencio a Escolar, Maestre, Pepa Bueno, Pardo de Vera, Ferreras, Pastor, Ekáizer, Évole, Wyoming, Buenafuente, Maraña, Palomera, Abad, y los periodistas y colaboradores de TVE, La Sexta, Antena 3, Cuatro, Telecinco, la SER, Movistar Plus, Onda Cero, y tantos buenos profesionales que han elegido, en estos tiempos difíciles, acudir en socorro de los que mandan a cambio de la seguridad de sus beneficios económicos. También por ellos y por su futuro debemos desenmascarar a la farsante de Sumar, que ha traicionado a muchos de los que la han ayudado, no gratuitamente, a alcanzar un lugar en la política española incomprensible. Porque estos periodistas, nombrados y sin nombrar, han opinado, mentido y manipulado a la sombra del gran poder, y pueden quedarse sin trabajo cuando sus empresas consideren que han dejado de ser interesantes para seguir ganando dinero. Por la libertad de ellos, también denunciamos a la chisgarabís castrista que, de poder hacerlo, comenzará a depurar a los suyos antes que a los libres, de acuerdo a la tradición propia del estalinismo.

También por ellos, porque recuperen la libertad, protesto y firmo.

Artículo publicado por el diario El Debate de España


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