Santiago Abascal y Ramón Tamames / Foto EFE

Siempre mantuve muy buenas relaciones con Ramón Tamames. Era comunista, pero se le notaba un poso de educación tradicional, como a Nicolás Sartorius, que paseaba disfrazado de inglés despistado por la playa de Oyambre. Supe de la existencia de don Ramón leyendo el interesante, y en aquellos años, inteligente y osado libro de entrevistas, Conversaciones en Madrid de Salvador Pániker, (Kairós, Barcelona, 1969). Y en mi primer libro Coplas, canciones y sonetos para antes de una guerra (Sábado Gráfico . Madrid 1979, con prólogo de Álvaro Cunqueiro) le dediqué algunos poemas. Uno de ellos molestó sobremanera a su guapísima mujer, Carmen Prieto-Castro. Los versos comentaban la instalación en la casa de los Tamames de una nueva cocina que costó 2 millones de pesetas, que era un buen dinero en 1978. Ramón Tamames era candidato a la Alcaldía de Madrid por el PCE. El título, «Almuerzo de camaradas».

Si el Metro de Madrid fuera cocina

Y el palacio del Kremlin, lavaplatos,

Para tan sólo asar una sardina

España gastaría la bencina

Que compra a los golfantes emiratos.

De ahí los comentarios turulatos

Que han surgido en Madrid, por esta flecha

Al comprobar que el rojo ya no acecha

Ni hay que adoptar antiguas precauciones,

Pues no hay rico posible en la Derecha

Que gaste en su cocina…¡Dos millones!

Don Ramón Tamamín ¡Toma tamama!

Del Pecé protoalcalde, economista

Y antorcha laboral de roja llama,

Ha regalado a su señora dama

–que no sé si también es comunista–,

Un barroco fogón neomarxista

Ajeno a todo lujo, boato y brillo,

Con el fin de ofrecer, pobre y sencillo

( él siempre fue sencillo a toda costa),

Un consomé, un faisán, y una langosta

A Camacho, a Sartorius y a Carrillo.

En casa de Juan Garrigues, su mujer aclaró mis dudas. «La cocina ha costado, como tú dices, dos millones. También yo soy comunista. Y no la he instalado para invitar a Camacho, Sartorius y Carrillo. La he comprado para cocinar tus orejas a la parrilla».

No comparto las críticas a su evolución ideológica. La inteligencia evoluciona o involuciona. Un comunista que deja de serlo, ha evolucionado. Un liberal que, en la madurez, se ampara en el comunismo, se amarga y radicaliza, sabedor de la mengua intelectual que soporta y transporta. Tamames es un gran economista y fue un brillante parlamentario. No obstante, creo que ha aceptado un papel protagonista que no encaja con su personalidad. Y para nada me refiero a su edad. Tamames, con casi 90 años, es infinitamente más inteligente que Zaragoza, Simancas y Pachi López juntos y unidos, y ruego ser excusado por buscar un ejemplo tan elemental. En la moción de censura, en representación de Vox, Tamames demostrará su inteligencia, su veteranía y su ironía, pero desconfío de su pertenencia a los tiempos actuales. Ramón Tamames es un hombre educado y correcto, y se va a enfrentar a la mentira y la incorrección, que siempre terminan por ridiculizar a la bonhomía y el respeto. Un economista riguroso sabe que, ante la trampa y la desvergüenza, poco tiene que hacer. Será interesante seguir sus intervenciones, pero nada más que eso. Y eso es muy poco para combatir dialécticamente con un experto en la impostura y la falsedad. Creo que ni Vox ni Tamames han calculado bien los riesgos. Para sacar a esa pandilla de traidores, necios y vagos del gobierno, el único camino es el de la unidad en las próximas elecciones. El resto, alpiste para los papagayos y las cotorras.

Artículo publicado en el diario El Debate de España


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