Lai Ching-te

China no necesita un ápice más de dificultades. La copa de Xi está demasiado llena, pero el líder no suelta las riendas de su país ni un minuto. Su discurso de inicio de año fue terminante en relación con Taiwán: “Seguramente China se reunificará con Taiwán”, poniendo de nuevo sobre el tapete la ancestral amenaza de hacerse por la fuerza con el territorio insular que considera suyo. Y continuó: «Todos los chinos en ambos lados del Estrecho de Taiwán deberían estar unidos por un sentido de propósito común».

Del pasado fin de semana a esta parte soplan nuevos vientos. A pesar de toda la interferencia que desde Pekín se organizó para evitar la elección de Lai Ching-te – propaganda, intimidación militar, “fake news” y guerra psicológica-, la realidad es que la población taiwanesa se pronunció en las elecciones nacionales a favor, inequívocamente, de mantener al Partido Demócrata (PDP) al frente del país. El exvicepresidente alcanzó a reunir 40% de los votos, pero es preciso subrayar que las fuerzas políticas en el Congreso no lo acompañarán sino parcialmente. Ello, sin duda, debilita al independentismo. William Lai es considerado por Xi como un líder separatista, lo que hace anticipar que Pekín mantendrá la posición distante y sobre todo la amenazante agresividad que ha prevalecido hasta el presente, pero el retroceso en las urnas del partido ganador (17 puntos menos que en las pasadas elecciones) pondrá a los líderes chinos a dormir algo más tranquilos. Es bueno anotar también que solo acudieron a las urnas menos del 70% de los electores. En dos palabras, Lai arrancará un mandato débil.

No puede calificarse la tradicional posición altisonante de Xi en torno a la isla como fanfarronería. Pudiera serlo en el terreno de lo militar, mas no así en el de lo político. Realmente Taiwán es más que una piedra en el zapato del líder chino. Su poderío global en el campo de lo tecnológico y la solidaridad que han conseguido atornillar de parte de Estados Unidos transforman las relaciones bilaterales con China en asuntos altamente estratégicos. Es que Taiwán produce 60% de los chips de ordenadores del globo y 90% de los semiconductores de alta generación. El mercado global de chips en 2024 alcanzará, de acuerdo con los entendidos, más de 600 billones de dólares.

El resultado electoral del fin de semana permite a Xi abrir un compás de espera en torno a la situación de la independencia de Taiwán que es harto útil a sus fines. Son variadas y frecuentes las turbulencias que han estado generándose en las altas filas del Partido Comunista ocasionadas por el malestar de altos jerarcas relacionadas con las penurias económicas chinas, atribuibles a Xi y solo a Xi.  Ello hará que el timonel mida sus pasos en el terreno de su agresividad bélica, un elemento que, en efecto, tiende a aglutinar a la población ante un enemigo, pero que, en la circunstancia actual, podría simplemente añadir leña al fuego del rechazo que están alimentando sus detractores.

Por fortuna, Lai se ha inaugurado con un discurso que privilegia el diálogo con la gran potencia asiática. Lo que está en el tapete, pues, después de este resultado electoral, no es ni la guerra ni una invasión de China. No, mientras la oposición interna al gobierno de Lai se siga fortaleciendo… y de ello se encargará China, sin duda.


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