apagón

El oscurantismo y la decadencia son quienes reinan en el estado andino, en el occidente del país, tras la vil crisis humanitaria que se vive, consecuencia de los cortes de energía eléctrica de manera continua y prolongada, atentando contra el bienestar de los tachirenses y la salud de miles de Venezolanos, pues lo que se vive es una tragedia, un éxodo, donde se esta a oscuras en la mayoría del tiempo y se afrontan condiciones totalmente fuera de lo común, puesto que su mayoría los servicios son ausentes y todo es como una cadena o guarda relación en modo defecto domino, pues si no hay energía eléctrica, quien no tiene gas no puede cocinar ni alimentarse y quien no tiene agua no puede disponer de ella, puesto que los tanques subterráneas dependen de la electricidad para el bombeo.

La ausencia de electricidad condiciona el día a día, limitada e impide el desarrollo normal y habitual de la cotidianidad, pues por su ausencia se ven afectados también los servicios de telefonía fija y móvil, Internet y otros, pero esto no esto, los famosos apagones han generado infinidad perdidas, en lo material y humano, sobre todo generando un ambiente hostil en el precario sistema de salubridad y un caos en el comercio, puesto que hasta el uso de plantas eléctricas se ha convertido en un lujo, ya que en Táchira tampoco hay combustible. La crisis crece rápidamente y ahora también nos arropa la pandemia, el comercio informal, la desaparición de nuestra moneda y la ausencia de combustible, ya que durante meses no hemos visto gasolina por estos lares, pues parece que para gozar de este privilegio hay que ser afecto al régimen o en su caso al interinato que lo protege.

Soluciones no hay, aunque en su momento las prometieron. Hoy el Táchira está siendo abandonado y pisoteado, estamos en manos de la gobernación y un protectorado, ambos subordinados al régimen de Maduro y trabajando de manera mancomunada con este, pero ha quedado muy claro que no es para resolver el problema de los tachirenses, quienes afrontan día a día una tragedia que parece no tener fin, puesto que con el paso del tiempo los problemas se agudizan y la población se enfoca es en la supervivencia.

El occidente del país esta en un constante retroceso, está en la época de las cavernas, donde parece ser que sobrevive el mas fuerte sobre el más débil y quien no se puede adaptar a esta realidad le toca huir del país a buscar un mejor futuro y condiciones mínimas. La huida también es un problema, pues es masiva y en condiciones extremas, sin importar la pandemia y durmiendo donde la noche los agarre, alimentándose con lo que topen por el camino y asumiendo todos los riesgos de cruzar el Táchira y su caliente frontera.


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