Hoy, 9 de junio, la Asamblea General de la ONU elegirá a 5 de los miembros no permanentes al Consejo de Seguridad para el período enero 2023-diciembre 2024. Aparte de los 5 miembros permanentes (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia), el Consejo de Seguridad cuenta con 10 miembros no permanentes que se eligen por un período de 2 años. Cada año se eligen 5 nuevos miembros de los 10 no permanentes.

Este año los cinco candidatos a ocupar los puestos disponibles como miembros no permanentes del Consejo son: Mozambique en representación del Grupo Africano; Ecuador, por el Grupo de América Latina y el Caribe; Japón por el Grupo Asia-Pacífico, y Malta y Suiza en representación del grupo de Europa occidental y otros.

Destacan las candidaturas tanto de Mozambique como de Suiza, por presentarse ambos por primera vez a ocupar este asiento en el máximo órgano decisorio en materia de paz y seguridad del sistema de Naciones Unidas.

En particular, Suiza lo hace en el vigésimo aniversario de su ingreso a la ONU en 2002, y, por sus singulares características, puede tener un rol importante que jugar en estos momentos en que la ONU se ve aún más disminuida respecto a las dinámicas que se han desarrollado luego de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Suiza, con su larga tradición de neutralidad y de país mediador entre Estados en conflicto, llegaría al Consejo de Seguridad en un momento en el que su reconocida capacidad para desplegar estrategias exitosas en materia de buenos oficios con todos los países es un gran valor agregado. Observando las dificultades para avanzar con las grandes potencias y miembros permanentes, la experiencia suiza en la promoción del softpower y la facilitación de espacios para la promoción de la paz podría ser puesta al servicio del Consejo de Seguridad en un momento en que los antagonismos se han acentuado producto del conflicto que se desarrolla en el territorio ucraniano. No sería de extrañar, entonces,  que aprovechara este período para ahondar en conversaciones informales o en promover encuentros en Ginebra, sede europea de las Naciones Unidas, buscando un cese al fuego en la crisis más aguda que se ha vivido en Europa en los últimos años.

Prueba de ello, aunque poco publicitado y con perfil muy bajo por las características del oficio, es que Suiza ha participado en alrededor de 30 negociaciones en las pasadas décadas en las que ha logrado acuerdos de armisticio y de paz, ha promovido espacios de diálogo interno entre partes en conflicto, ha otorgado apoyo a la sociedad civil, parlamentarios, grupos armados y a otros representantes de las fuerzas vivas de muchos países donde actúa de manera oficial u oficiosa, o como se conoce en la jerga diplomática en el track 1 o el track 2. Suiza incluso sirve de oficina de representación de intereses cuando las relaciones entre dos Estados se suspenden. De esta forma, representa por ejemplo los intereses de Irán en Egipto y Canadá y los de Estados Unidos en Irán, o de Rusia en Georgia y los de Georgia en Rusia. El rol de gestor honesto que le confieren muchos actores internacionales a Suiza no sólo nace de su neutralidad, o de su rol como mediador y buen oficiante, sino también de su compromiso con el derecho humanitario, el respeto a los derechos humanos, la promoción de políticas medioambientales, la lucha contra la pobreza, la defensa de la democracia, el apego a un orden internacional basado en normas, y con el multilateralismo como el gran escenario promotor de paz.

Además, gracias a la tradición suiza en materia de democracia directa y transparencia, se podría esperar que Suiza siga promoviendo y exigiendo ciertas medidas de responsabilidad y rendición de cuentas a los miembros permanentes. Por ejemplo, este mismo año, luego de la invasión de Ucrania y ante la cascada de vetos que se sucedían en el seno del Consejo, Suiza junto con Liechtenstein impulsaron una medida que sirviera de cortapisas a la utilización de este recurso. Así, la Asamblea General adoptó de manera unánime que cada vez que se ejerciera el derecho a veto en el Consejo de Seguridad, esto originará de manera automática un debate en el seno de la Asamblea General en el que el miembro que haya vetado cualquier acción en el marco del Consejo deberá dar explicaciones y justificarlo ante los 193 miembros de la ONU, asegurando en cierta medida un Consejo más eficaz y transparente. Y aunque esta medida no impide la fragmentación y división que reina en estas dinámicas multilaterales, sirve de mecanismo disuasorio en un tiempo en el que la guerra en Ucrania seguirá marcando una parte muy importante de la agenda del Consejo.

Aunado a lo anterior, y como parte de su política exterior de mediano y largo plazo, Suiza pretende seguir avanzando en la democratización de la ONU, su fortalecimiento y modernización. Sin duda aprovechará su presencia en el Consejo de Seguridad para fomentar más decididamente estos objetivos, incluyendo una mayor y mejor coordinación entre las actividades y toma de decisiones llevadas a cabo en la sede de la ONU en Nueva York y los temas desarrollados en las distintas organizaciones del sistema onusiano cuyas sedes se encuentran en Ginebra. Se persigue con esto un uso más eficiente de los recursos y una mayor transparencia en las labores llevadas a cabo en cada lado del Atlántico.

Otro tema importante en la agenda del Consejo de Seguridad, en el que los cinco candidatos han participado con sus tropas y apoyo militar, son las operaciones de paz en todo el mundo. En general, existe un amplio apoyo de la membresía de la ONU hacia estos temas, y en particular de los miembros del Consejo de Seguridad, quienes con frecuencia adoptan las resoluciones relativas a estas operaciones de forma unánime. Suiza y los nuevos miembros no permanentes han dado indicaciones de que continuarán apoyando este tema de la agenda del Consejo, y muy probablemente den un impulso mayor a cuestiones temáticas en los mandatos de las operaciones de paz, que incluyan aspectos relativos a los derechos humanos, los derechos de la mujer y el cambio climático, generando seguramente desacuerdos con China y Rusia en estas materias.

La presencia de Suiza en el Consejo podrá incidir en estas y otras áreas relevantes de las actividades del Consejo, estén ellas relacionadas o no con la dimensión política, humanitaria o el uso de armas químicas, biológicas o nucleares en Ucrania. Con un mundo cada vez más propenso a conflictos internos e internacionales, Estados como Suiza pueden hacer aportes valiosos en la continua construcción de la paz mundial.

Por último, y casi de manera anecdótica, hay que destacar que Venezuela, por sus deudas con la ONU no podrá votar para elegir a Suiza y los otros países que se postulan. Llama la atención, por decir lo menos, el contraste en materia de compromisos de ambos países con el desarrollo de los postulados de paz y prosperidad que promueve el sistema de Naciones Unidas y en especial su Consejo de Seguridad.


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