«Yo loco, loco, y ella loquita»

La cosa más insignificante en apariencia se convierte en un asunto de importancia primordial. Yo creía que sabía redactar correctamente en mi lengua materna, el castellano, hasta que me pongo a escribir un párrafo en el que aparece la conjunción “aunque” y me pregunto si debería llevar una coma delante o no. Sigo tocando las teclas a buen ritmo fingiendo desenvoltura, pero soy incapaz de quitarme la duda de la coma de la cabeza. No es una tontería. Y el texto empieza a bailarme delante de los ojos. Quiero saber qué está bien y qué no lo está, aunque en un debate no sea yo quien tenga razón.

El uso de la coma, este signo diminuto, no es fácil, y ahora no me refiero únicamente a nuestra lengua. Se atribuye al escritor Oscar Wilde esta sentencia: “Me pasé todo el día trabajando en las pruebas de uno de mis poemas. Por la mañana puse una coma y por la tarde, la volví a quitar”. La coma es solo un ejemplo. Hay días que no dejo de repetirme la gran frase socrática como un karma “solo sé que no sé nada”. Pero vayamos por partes, creo que deberíamos dominar el uso de nuestra lengua materna, empezando por la coma. Hace unas semanas leía un escrito maravilloso de Mar Abad en el que contaba la anécdota de la carta de una niña que, en plena cuarentena, enviaba al presidente del gobierno español rogándole una solución a un pequeño problema con el ratoncito Pérez. (Mar Abad, “¿Tiene los días contados la coma del vocativo?” Yorokobu; 24.03.2020). Lo llamativo de la epístola infantil fue la adecuada utilización de la coma en el caso vocativo. Este uso implica de alguna manera el conocimiento o el recuerdo del latín, lengua de la que procede el castellano.

Uno se da cuenta de la necesidad de estudiar y repasar sin cesar la gramática de la lengua, las tildes, las conjugaciones verbales, las estructuras de los verbos irregulares, los diptongos y los triptongos, los hiatos, los signos de puntuación, los diccionarios y los significados de las palabras, los modismos, las reglas y las excepciones, la literatura y la interpretación de textos, la sintaxis, la pronunciación, la entonación y la retórica, los recursos literarios y el estilo, la ambigüedad oculta en una cita que habla de locura o de otra cosa si jugamos, mire usted por dónde, con el uso de la coma y leemos “yo lo coloco y ella lo quita”.

 


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