Con la venia de los lectores, me tomaré el atrevimiento de una necesaria referencia personal en estas líneas. En este caso, el objetivo lo justifica. Como muchos venezolanos, mi activismo político se ha caracterizado por una férrea oposición a todo lo que ha representado el chavismo y el militarismo socialista -desde su origen- en nuestro país. En mi caso, los he enfrentado con determinación, aun después de mi retiro de la política activa tras una intensa vida partidista.

Nunca ocupé cargos públicos, no me interesaban. En cambio, ejercí muchos cargos directivos y funciones en mi partido Acción Democrática: como abogado de sus asuntos electorales, logré la primera repetición de elecciones por fraude electoral en el país, con 11 autos de detención (Elbittar vs Mendoza) y luego de otras elecciones regionales. Igualmente, representé a mi partido en varias Juntas Electorales Principales y luego como miembro en la directiva del Consejo Supremo Electoral; Suplí como senador del Congreso Nacional, durante el periodo de 1993-1998, al compañero Rafael Rosales Peña; me desempeñé con gran responsabilidad en todos los cargos de ta estructura partidista a nivel nacional; finalmente lo hice como presidente del Comité Ejecutivo Nacional. Con ese carácter, por varios años, lo representé en la Internacional Socialista, organismo que agrupa a los partidos socialdemócratas en el mundo.

Mis serias diferencias, en aquel entonces, con el secretario general y de organización del CEN, quienes estuvieron prestos a una entente con Tibisay Lucena, que en mi criterio afectaban al partido y a la oposición en general, marcaron mi retiro de la política activa y posteriormente mi antiestatutaria “expulsión” de AD en 2010, al pedir públicamente su renuncia por considerarlos incapaces para dirigir al partido. Acabarían con el partido, como en efecto ha sucedido. Pese a ello, jamás he dejado de ser adeco.

En paralelo, nunca abandoné la docencia universitaria, como tampoco mis artículos en diferentes medios de comunicación, especialmente en esta gran tribuna de El Nacional, desde donde -en forma permanente- he mantenido una decidida posición frente a esta tragedia que vive el pueblo venezolano.

Soy un venezolano que ha dado buena parte de su vida a la causa democrática, afectado por las mismas consecuencias políticas en lo familiar y patrimonial, tal como muchos lo sufren y siguen dando lo mejor de sí para salir de este régimen. Nunca me lucré en la política y cuando luego quise regresar al ejercicio profesional como abogado, no pude hacerlo porque estaba marcado por los jueces del chavismo.

Mi caso es el caso de muchos venezolanos, de allí que no dudaré en tratar de superar a todo trance este accidente histórico con las herramientas que hoy tenemos en las manos. Es una decisión de vida para nosotros y el país. No es momento de deslindes ideológicos en la oposición, ni de apelar a los guiones preconcebidos de los cálculos políticos. Necesitamos el retorno a la democracia con su alternancia y el rescate de los valores ciudadanos. Esto tratan de impedirlo el chavismo, el militarismo socialista y quienes desde su sedicente oposición le hacen el juego. En las primarias y luego de ellas, tenemos que generar por todos los medios cívicos posibles la presión interna necesaria para que se haga valer su resultado. Exhorto particularmente a mis compañeros de lucha y al país, en general, a asumir esta responsabilidad. Eso solo lo podemos lograr con María Corina, quien desde ya cuenta con mi apoyo incondicional como candidata presidencial de la gran mayoría de los venezolanos.

@vabolivar


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