Este régimen busca imponernos su narrativa. La versión mejor acababa de un proyecto: que pretende inducirnos a creer que la vida nacional comenzó con ellos. Descuartizan la rica historia venezolana para contarnos la suya. No es una estrategia que nazca de algún suspiro etílico, la idea es mucho más profunda de un simple capricho. Lo iniciaron llevando a las escuelas un proyecto educativo en donde se promueve un solo pensamiento. Una vulgar mezcolanza de galimatías. El manual perfecto para crear incondicionales.

El totalitarismo requiere demoler todo ideario democrático, para lograr el propósito de formar una inmensa legión de fieles que acompañen ciegamente su dogma. Es la esencia del veneno ideológico que elabora el manjar del imbécil. Son individuos que renunciaron a pensar de manera autónoma, ese ejército de eunucos cerebrales, plena los escenarios de la vida nacional, para deshonrarla con la insensatez de sus disparates.

La Venezuela que enarbola la libertad, como esencia del ser humano, les parece contraria al espíritu revolucionario. Así que muchos de nuestros próceres civiles pasaron a la categoría de apátridas. Sus impecables hojas de servicio fueron manchadas por la grosera descalificación oficial. Una estrategia para ir mutilando la historia, para dejarnos huérfanos de verdad. Luego el avance para imponernos el decimonónico discurso. Se cambian los nombres y símbolos de las ciudades, con la intención que solo nos miremos en el espejo de quienes nos han destruido. Los héroes gubernamentales son personajes hijos de la violencia. Esperpentos de vidas oscuras. Con aportes magros que no resisten un juicio histórico.

Se exalta al facineroso que abrazó la causa de estar al margen de la ley. Seres que fueron asaltantes de bancos, secuestradores, quienes atentaron contra la institucionalidad democrática se le construyen estatuas. Ahora plantean conmemorar con bombos y platillos el onomástico del intergaláctico Hugo Chávez, como si defenestrar la democracia venezolana tuviera el mérito de celebrarse. Semejante desatino es una ofensa a la nación decente.

Estamos en presencia del mundo al revés. Se le rinde culto al sórdido atajo. Aplauden al bribón, lanzando al cesto de la basura al digno. Han avanzado muchísimo es su estrategia de hacer que la gente se sienta representada en el prototipo del granuja. Eso lo han logrado al acorralar al pensamiento libre, cambiándolo por una manada de zombis. No permitamos que nuestra historia sea secuestrada. Que le inventen artificios para hacer que su narrativa, sea el resultado de eventos, que nacieron de la mano de los oscuros intereses.

@alecambero


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