Veíamos en el artículo anterior las características de la guerra asimétrica y cómo se demuestra que esta se está efectuando en Colombia. En este artículo trataremos de demostrar cómo esta presencia de la guerra asimétrica en Colombia es una estrategia del socialismo del siglo XXI para acabar la democracia colombiana e instaurar una tiranía comunista en el país, a semejanza de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Un aspecto importante que hay que destacar es la tipología de los efectivos que efectúan esta guerra asimétrica para lograr el objetivo del Foro de Sao Paulo- Grupo de Puebla:

“La tipología básica que reconoce cuatro clases, en función de los grupos sociales de los cuales provienen. Una primera que engloba a guerreros provenientes de las clases sociales bajas, carentes de educación y víctimas de cierto resentimiento social, que encuentra un nuevo sentido de dignidad personal a partir de su incorporación al grupo insurgente. La segunda que está constituida por jóvenes que se ven repentinamente privados de educación y dirección debido al colapso de ciertas instituciones sociales, y eso hace que se refugien este tipo de organizaciones. La tercera que la conforman aquellos que luchan por una fuerte convicción. Y la cuarta categoría que la integran los individuos que han fracasado en su carrera militar tradicional, pero dado sus actitudes les permiten ocupar puestos de relevancia en las organizaciones irregulares”. (https://repository.usta.edu.co/bitstream/handle/11634/28797/capitulo1queeslaguerraasimetrica2017gemasanchez.pdf?sequence=1).

Está clarísimo que el socialismo del siglo XXI recluta la gran mayoría de sus adherentes en el primer grupo mencionado, el lumpenproletariado que busca un sentido de dignidad en esa lucha, el farcsantismo instrumentaliza esas clases bajas que se sienten desposeídas del más mínimo vital y que el establishment por un egoísmo suicida no ha rescatado a través de un plan de mejoramiento de su calidad de vida, principalmente a través de la educación y el trabajo, sino que les ha dado beneficios clientelares y asistencialistas, que los hacen presa de los narcoterroristas comunistas de las FARC-ELN, el santismo socio estratégico de estos  y sus adláteres de la “Coalición de la Esperanza”, compañeros de ruta del socialismo del siglo XXI.

El segundo grupo de jóvenes desorientados por el fracaso de las instituciones educativas y el orden social en general, es también una parte significativa de los efectivos de la guerra asimétrica del SSXXI en Colombia, los líderes estudiantiles del petrismo, son la élite de este grupo, que actúa engañados por unos falsos ideales expresados por Petro,  Timochenko y Fajardo, pero que no saben que de triunfar estos, serán despreciados y vilipendiados, como lo demuestran los casos cubano y venezolano.

El tercer grupo lo considero inexistente, desde la caída del muro de Berlín ya no hay justificación para la defensa del comunismo que no sea por intereses malsanos de quienes componen las cúpulas corruptas de esos regímenes, Camilos Torres ya no existen en Colombia. La dirigencia del socialismo del siglo XXI son vulgares narcoterroristas, asesinos, violadores de la calaña de Pablo Catatumbo, Carlos Antonio Lozada e Iván Márquez.

El cuarto grupo sí existe, pero es minúsculo. Su existencia lo comprueba el oficial retirado implicado en el intento de asesinato de Duque en Cúcuta. Pero su influencia más significativa es la infiltración de la inteligencia militar dirigida por el general (r) Alberto José Mejía Ferrero, que Duque no ha querido eliminar y que explica los errores de seguridad en diversas masacres efectuadas por los narcoterroristas comunistas, como el de la Escuela de Cadetes de la Policía y el intento fallido de masacre de la Brigada 30 de Cúcuta y el ataque al helicóptero presidencial.

Esta ejecución de la guerra asimétrica no es nada nuevo ni desconocido por las autoridades, ni son especulaciones de unos cuantos radicales trogloditas. El hecho de que las protestas dizque pacíficas y disfrazadas de motivos sociales son un plan de debilitamiento de la democracia colombiana está elaborado en un enjundioso informe de uno de los principales centros de pensamiento dedicado a la seguridad del continente, el Center for a Secure and Free Society, dirigido por uno de los más destacados expertos en seguridad del mundo, Joseph Humire. Por la importancia de este informe me abocaré a resumirlo en el espacio que resta de este artículo.

Inicia el informe destacando que el esfuerzo del socialismo del siglo XXI por eliminar a la democracia colombiana no es algo secreto ni difícil de esclarecer, los propios dirigentes del régimen totalitario venezolano lo han expresado públicamente:

“En el período previo a las protestas de 2019 en Colombia, el régimen de Maduro envió una sutil advertencia a través de Diosdado Cabello, quien se refirió a las protestas como una ‘brisa bolivariana’ que fluye desde Venezuela. El 7 de abril, antes de las protestas actuales, Diosdado Cabello volvió a emitir una amenaza velada a Colombia en su programa de televisión Con el mazo dando, afirmando “vamos a hacer la guerra en su territorio” en respuesta a la posible agresión percibida contra el régimen venezolano.[6] La guerra asimétrica ya llegó a Colombia.(idem).

Prosigue el informe detallando cómo Maduro está ejecutando su plan de guerra asimétrica contra Colombia:

“Si bien un conflicto armado permite al régimen de Maduro desplegar fuerzas de combate adicionales en la frontera entre Venezuela y Colombia, las protestas actuales en Colombia han abierto una nueva oportunidad para las FARC-D y el ELN. En el suroeste de Colombia, el puerto de Buenaventura es el más estratégico para las carteles de droga porque su ubicación a lo largo de la costa del Pacífico en Colombia permite que los contenedores con productos ilícitos lleguen a casi cualquier parte del mundo con un riesgo mínimo de detección… un informe clasificado de la inteligencia colombiana indicó que Gentil Duarte e Iván Márquez están utilizando el aumento del flujo de narcóticos en Buenaventura para financiar una renovada misión de terrorismo urbano, comenzando sus operaciones con y en Cali.[15] Las recientes detenciones por parte de la policía colombiana de un terrorista urbano del ELN conocido como “Lerma” y un combatiente de las FARC-D alias Jacobo por organizar la violencia en Cali durante las protestas recientes, sugieren que la inteligencia reseñada ha sido correcta”(ibid.). Concluye el informe destacando que:

“Ya sea a través del terrorismo urbano o enfrentamientos fronterizos, estos escenarios presentan múltiples oportunidades para que Venezuela despliegue su estrategia de guerra asimétrica en territorio colombiano. El régimen de Maduro ha integrado plenamente la estructura asimétrica de Defensa de Venezuela con el ELN y las FARC-D, que se han convertido en grupos narcoterroristas binacionales con igual presencia en ambos países. Esta estructura está impulsada por dos de los productos básicos más importantes del mundo, el petróleo y el oro, combinados con otras formas importantes de financiación ilícita y tráfico de drogas”. (ibidem).

Pero la guerra asimétrica contra Colombia no se queda en las protestas dirigidas por grupos terroristas, también incluye una guerra de información, utilizando los medios cibernéticos para difundir información falsa sobre estas, como las violentas acciones de las policías, con videos falsos o alterados, que luego son utilizados como insumos por la prensa mundial sorista y los organismos internacionales fachadas del comunismo internacional, como la CIDH.

La conclusión del informe es terrorífica, pues plantea un cuadro sombrío y una salida esperanzadora, pero que pareciera utópica:

“Es un asalto a la democracia y al Estado de Derecho. El pueblo colombiano, especialmente los manifestantes pacíficos, no son los culpables de la crisis, son las víctimas. Como los más vulnerables de la sociedad, los pobres y la clase media son concebidos como una herramienta por quienes desarrollan la guerra asimétrica tanto en el campo doméstico como desde el exterior de Colombia. Esta es una amenaza que las fuerzas militares y policiales no pueden resolver por sí solas. Requiere un esfuerzo mucho más amplio de las fuerzas democráticas en toda la región para comprender que como va Colombia, va el resto de América Latina” (idem).

Está claro, pues, que hay una guerra asimétrica en Colombia efectuada por el socialismo del siglo XXI y el informe plantea como solución un esfuerzo de las fuerzas democráticas para derrotarla. Hasta ahora he sido muy pesimista sobre la disposición de los líderes democráticos a enfrentar este problema; sin embargo, pareciera que está naciendo una brisita de libertad en Colombia, el hartazgo del pueblo con la violencia de las protestas, ha hecho que nazca un movimiento espontáneo contra los narcoterroristas, lo cual ha motivado precandidaturas que están hablando claro al respecto, como las de María Fernanda Cabal y Oscar Iván Zuluaga. El previsible pronto acuerdo entre estos dos líderes configurará la segura triunfante candidatura antisocialismo del siglo XXI en 2022.

 


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