“…cada hombre, aun bajo unas condiciones tan trágicas, guarda la libertad interior de decidir quién quiere ser –espiritual y mentalmente–, porque incluso en esas circunstancias es capaz de conservar la dignidad de seguir sintiendo como un ser humano”. Viktor Frankl. El hombre en busca de sentido.

Foto Felipe Rotjes

Algo sigue inquietándome, cada vez con mayor intensidad. Es la respuesta regular que recibimos cuando preguntamos por qué hay tanto silencio ante la grave situación que vivimos en todo el país. Se nos dice, con cierta convicción, que los venezolanos en su gran mayoría estamos muy desgastados por la horrenda tragedia que nos somete y coloca contra la pared cotidianamente. Que ese deseo de sobrevivir a como dé lugar es el disparador de ese raro silencio que tanto nos ensordece. Como si esa fuese la única alternativa que nos quedara. Como si no tuviésemos otra opción para afrontar las tantas calamidades que nos angustian cada día.

Sin duda, resulta bastante cuesta arriba desconocer o negar la realidad de las muy adversas condiciones de vida de los venezolanos en nuestro propio ámbito territorial. Es la triste y lamentable realidad del elevado porcentaje de nuestros connacionales que deben sufrir tormentosos avatares para cubrir sus necesidades vitales. Una durísima situación por la cual en no pocas ocasiones amigos y familiares residentes en el exterior nos preguntan insistentemente, con honda preocupación, de qué vivimos y cómo hacemos para vivir.

Pero no basta con reconocer eso. Tampoco se trata de restarle importancia al hecho de que tal situación nos empuja con mucha fuerza a la sobrevivencia; sobre todo en los términos más crudos y oprobiosos como lo estimula e impone el régimen de Maduro, al utilizarla como un instrumento de control político y social para mantenerse como sea en el poder. El asunto clave, a mi entender, es encararla sin perder la esperanza y la dignidad, sin vaciar de sentido nuestras vidas, sin renunciar a la lucha por una Venezuela democrática, próspera y de bienestar para todos.

Ello supone, por supuesto, no sucumbir ante la idea de la sobrevivencia como un modo de vida suficiente, necesario y definitivo, con la confianza de que en nuestra existencia como seres humanos tendremos múltiples posibilidades de encontrar el aliento indispensable para tratar de vencer las dificultades que nos agobian, sin importar cuán grandes sean las mismas.

Se trata de un enorme desafío que debe convocar y comprometer a los ciudadanos que nos desenvolvemos en los distintos ámbitos de la vida venezolana, a fin de articular y potenciar sus múltiples voces en la búsqueda de un mejor país.

Hay que hacer todo lo posible para no convertirnos en militantes del silencio cómplice que el régimen usurpador necesita para oxigenarse y continuar en el poder.

@eleazarnarvaez

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