Tenemos al impuesto por Chávez y sus secuaces ejerciendo el poder por la vía de la usurpación, esto es una realidad incontestable, innegable, porque la realidad hay que reconocerla siempre a fin de poder formular la estrategia para cambiarla. Venezuela se encuentra en una situación de secuestro, con una dosis de sufrimiento de su gente que aumenta cada día.

Desapareció el salario en el país; el gremio de enfermeras clama para poder recibir su paga en dólares, que es lo único con lo que se puede comprar algo, y es tal el drama que sufren que muchas han optado por el cambio de oficio y dedicarse a otra cosa más productiva.

Continúa la violación sistemática de los derechos humanos, es el caso del dirigente sindical Rubén González, condenado sin debido proceso por el régimen que persigue y tortura a la disidencia.

Destruyeron la República y el Estado de Derecho y en su lugar establecieron una sanguinaria estructura de represión. Existen centros clandestinos de este tipo, como ha sido denunciado por algunas de sus víctimas.

La lógica del costo país importa cuando un país transita en democracia, en una situación de usurpación esto no aplica, al régimen le conviene el hambre y el sufrimiento del pueblo porque con esos males obtiene su objetivo de permanecer en el poder, sin alternabilidad, mediante el control social.

Sabemos por comprobación que en la ecuación de la usurpación el costo país no importa, en cambio en una democracia resulta fundamental, vemos el ejemplo de Puerto Rico, donde el gobernante renunciante y sus compañeros de gobierno aspiran a reelegirse en algún momento con el voto popular que allá sí elige.

A los usurpadores les sabe si el país atraviesa por una emergencia humanitaria compleja, los sufrimientos de la gente están fuera de su ecuación, como indicamos antes y resaltamos. A ellos solo les interesa el financiamiento de la claque militar que los soporta, que no ha peleado una sola guerra, y es muy dada al soborno y a compartir el botín del Estado tomado por asalto y disuelto, son corruptos y no les importa la miseria de sus compatriotas sino la dependencia por penurias para hacerlos dependientes del régimen.  

Con la fuerza interna ciudadana no hemos podido contra una corporación criminal que no es un gobierno. La realidad evidencia que solos no podemos. Es imperativo la alianza internacional para la paz y el respeto de la voluntad popular.

Lo que hay que construir, presidente Guaidó, es una amenaza creíble; el tema Venezuela es irreversible para el vecindario y les afecta cada día con una migración desbordada y en aumento.

La alternativa democrática ha participado en nueve instancias de diálogo y ya se sabe que las mafias no darán luz verde al tema de las elecciones libres, porque al consentirlas decretan su eyección del poder.

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!

  


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