hogares de la patria bono Tiempo Histórico

Hace falta una moderna novela de aventuras que narre cómo llegó a Cubazuela este personaje de la mitología griega, astuto, mentiroso y traidor, condenado por sus dioses a la ceguera soportando como castigo sobre su espalda una roca gigantesca que, sin tregua, va de la cima a la sima y viceversa, a lo largo de una escabrosa montaña.

Una vez ungido por su nuevo dios, el santísimo comandante eterno Hugo Chávez Frías y sus adeptos desde el trono del usurpado poder, al Sísifo Fulano de Tal, con trampa simulada, primero le dieron el mismo y obligatorio certificado para dos millones y más de empleados públicos carnetizados que reciben CLAP, bolsas con importados alimentos sin nutrientes, pagados con su salario de 5 dólares mensuales.

Pero al privilegiado Sísifo le suman otro, menos evidente y mucho más importante. El otorgado por ese mismo militarizado Miraflores a varios caciques de mínimas tribus sobrevivientes por veintidós años, de antiguos, desaparecidos partidos políticos que durante al menos por tres décadas conservaron su básica militancia y numerosos simpatizantes.

Este rojo carnet patriótico excluyente para la mayoritaria población interna y diaspórica le garantiza beneficios a granel, con pocas o sin trabas, a los vene-Sísifos. El inicial es un  permiso gubernamental para que puedan insistir en la propaganda del “Ahora sí vamos con todo contra la dictadura” participando en continuas votaciones sin elecciones bajo control absoluto de su ilegítimo castrochavista Consejo Nacional Electoral. Para nada cuentan los ejecutados, presos políticos, enfermos, torturados, suicidados por las autoridades, menos aún los asiduos a basureros y pensionados que desmayan hambrientos a las puertas bancarias.

Sin dudas, es el ambiente ideal que secunda Neo Sísifo, ya libre de la situación que lo convirtió de subordinado por tanto tiempo a ficha guerrillera, idas y vueltas, viendo claro y prestándose a ser invasor y activo cocatraficante.

La otra opción, ilegalmente legitimada, lo transformó con algunas excepciones en presunta víctima disidente.

Esta cédula patriótica, excluyente para el venezolano interno y diaspórico pero incluyente para quienes saben negociar a costa de la pasiva esclavitud ajena, es un revolucionario don divino, a todas luces privilegio para una casta oportunista sin pueblo.

Motivado por la hitleriana Segunda Guerra Mundial, el filósofo y novelista Albert Camus, en su ensayo El mito de Sísifo (1942) analizó muy a fondo, entre otros conflictos existenciales, el patológico enlace directo entre la conducta individual absurdamente repetitiva proyectada en dirigencias que comandan suicidios colectivos y se exhiben como acciones ejemplares, nacionalmente heroicas.

Hoy, en plena putinista Tercera Guerra Mundial, al cotidiano moderno estilo televisado se añade esta versión tropical, cubazolana en vías de expansión hemisférica. De nuevo retrata cómo para escapar de las democracias corruptas presuntamente incurables por injustas y castigadoras, convertido en carnetizado ultrapatriótico, Sísifo el doblemente cedulado patriota, quien alguna vez fue condenado y se rebeló con sagacidad, ahora regresa obediente a otro dueño para  complementar quieto cualquier criminal poder totalitario que luego, sin la menor duda, también lo anulará.

Esto, lejos del mito, sucede a una sociedad  reprimida por los dueños de las armas. Finalmente, junto a la del tirano Fidel Castro, es la protagonista de una historia real que no los absolverá.

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