La Liga de Estados Árabes es una organización que agrupa a 22 países del Medio Oriente y África. Fue fundada el 22 de marzo de 1945 por siete países: Egipto, Siria, Líbano, Transjordania, Irak, Arabia Saudita y Yemen del Norte y una representación de Palestina. Para  su fundación, finalizando la Segunda Guerra Mundial y en pleno proceso de descolonización de países árabes, la Liga tenía como meta la independencia de las naciones que aún seguían bajo el dominio europeo, así como el fortalecimiento de las relaciones impulsando el mejoramiento de la cooperación y coordinación entre los miembros. También en sus inicios mostró una fuerte oposición a la creación del Estado judío. En junio de 1950 se estableció además el acuerdo llamado “Pacto de Seguridad Colectiva”, que compromete a los países a tratar los actos de agresión contra cualquier estado miembro como un acto contra todos. (Rodolfo Gil, «La Liga Árabe a diez años de su creación», 1955).

La Organización nació a la luz de la ideología panarabista (nacionalismo que busca la unidad política de los Estados árabes) surgida en el siglo XIX y fortalecida en las luchas anticolonialistas en el siglo XX.

La Liga Árabe se ha enfrentado, desde su fundación y casi permanentemente, a conflictos internos de sus países así como a disputas entre los miembros. Los países del mundo árabe han sufrido numerosos cambios, revueltas, revoluciones y guerras desde 1945. En algunos casos la Liga actuó como mediador, pero en otros casos acabó siendo un mero observador.  Las diferencias en las formas de gobierno de cada Estado y la calidad democrática de cada uno de ellos es en muchos casos un punto de desencuentro; en la Liga podemos encontrar desde monarquías absolutistas hasta democracias reconocidas internacionalmente. (Carlos Palomino, El Orden Mundial, 2018).

El conflicto israelí ha sido un importante motivo de unión de los países de la Liga, factor fundamental de cohesión. Sin embargo también originó distanciamientos y suspensiones.  Como resultado de la Guerra de los Seis Días (entre el 5 y 10 de junio de 1967), Israel triplicó el tamaño del territorio bajo su control, puesto que terminó ocupando la Península del Sinaí (egipcia), la Franja de Gaza (palestina), Cisjordania (palestina), Jerusalén Este (área protegida por la ONU) y la mayor parte de Los Altos del Golán (siria). Este enfrentamiento ganado por Israel dio origen después de once años, al primer acuerdo de Israel con algún país árabe, Egipto. Fueron los  Acuerdos de Camp David suscritos por el presidente egipcio Anwar el-Sadat y el primer ministro israelí Menajem Begin el 17 de septiembre de 1978, con la mediación del presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter. Egipto se convertía en el primer país árabe en reconocer al Estado de Israel; en compensación Israel abandonaría el Sinaí por completo, vasto territorio egipcio ocupado por Israel en la Guerra de los Seis Días, retirando todas sus fuerzas y colonos, devolviendo la plena soberanía del mismo a Egipto.

La más inmediata consecuencia de este acuerdo fue el rechazo frontal del mundo árabe, especialmente los palestinos, con la ruptura de relaciones diplomáticas con Egipto de varios Estados árabes. (Alberto Valverde, “La Paz egipcio-israelí, primer reconocimiento árabe del Estado judío”, El País, España, 1979). También sirvió para concretar la primera suspensión de la Liga, Egipto, en virtud de la violación del acuerdo convenido en Jartum en 1967, que establece la prohibición de negociación de algún país árabe con el Estado de Israel.

La sede permanente (Secretaría General) de la Liga, establecida en El Cairo, Egipto, fue trasladada a Túnez desde 1979 y 1989, período de suspensión de Egipto.

Durante las llamadas Primaveras Árabes, la Liga se encontró con una realidad que no supo manejar, dadas las limitaciones de sus propios estatutos. El Artículo 8 del Pacto de la Liga de 1945 establece que los países miembros tienen que respetar tanto las formas por las que se llega a gobernar como los sistemas de gobierno existentes en los otros países. Esta norma deja a la Liga sin capacidad de discusión o poder para denunciar normas particulares que pueden ser antagónicas entre los miembros de la Liga. Esto ha originado situaciones realmente  desconcertantes por parte de la Liga durante la Primavera Árabe, al condenar  unas actuaciones mientras aceptaba otras con unos criterios ciertamente arbitrarios.

En el año 2011, con la llegada de las protestas a Libia y la reacción de Muamar Al Gadafi, la Liga decidió suspender a este país. Seis meses después, con la caída y asesinato de Al Gadafi, se volvió a aceptar a Libia con su nuevo Gobierno Nacional de Transición. En Egipto, como consecuencia de la primavera árabe, también en febrero del año 2011 fue derrocado el presidente Hosni Mubarak. Dos años después, en julio del año 2013, tras varios episodios de inestabilidad política y social, se produce un golpe de Estado contra el presidente Mohamed Morsi, del partido Libertad y Justicia, fundado por los Hermanos Musulmanes. En este caso la Liga tomó una decisión diferente y no intervino en las fuertes revueltas. Con Siria pasó algo muy parecido al caso libio.

El 12 de noviembre del año 2011 la Liga de Estados Árabes aprobó, en reunión extraordinaria en su sede de El Cairo, la suspensión de Siria, así como la imposición de sanciones políticas y económicas. La Liga consideró en ese momento que no ha habido un cese de la violencia por parte del Gobierno de Damasco como exigía el plan de paz. Por su lado el gobierno sirio culpó a “grupos terroristas armados” que impedían intencionalmente el cumplimiento de las iniciativas que aseguraban estar comprometidos a aplicar, explicación manifestada en su momento por Yusef Ahmed, canciller de Siria.

Los países del Golfo, especialmente Arabia Saudita y Qatar, mostraron una postura firme a favor de la suspensión de Siria; mientras Argelia, Yemen, Líbano e Irak se oponían. Finalmente Líbano y Yemen votaron en contra de las sanciones mientras Irak se abstuvo. (Nuria Tesón, El País, 2011)

Desde el año 1945, y en especial luego de la suspensión de Siria en el año 2011, se han presentado grandes cambios en la situación geopolítica de la zona, así como las relaciones de los países miembros de la Liga con Estados que en su momento fueron explícitamente enemigos. No es extraño ver hoy en día buenas relaciones entre países como Egipto, Jordania, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y la propia Arabia Saudita con el Estado de Israel.

En la actualidad existe un debate en torno al regreso de Siria a la Liga Árabe.

Irak ha sido uno de los países que ha respaldado el regreso de Damasco al organismo: el ministro de Relaciones Exteriores irakí, Fuad Hussein ha manifestado su apoyo afirmando que  “la inestabilidad de Siria  afecta directamente a la seguridad en Irak”.

Desde El Cairo, Egipto, también creen que el regreso de Siria a la organización es clave para la estabilidad de la región “sería vital para mantener la seguridad nacional” dijo SamehShoukry, Ministro de Relaciones Exteriores de Egipto.

Algunos países del Golfo, como Emiratos Árabes Unidosy Bahréin, también han mostrado su apoyo a que Siria se reintegre a la organización. Ambos  reabrieron sus embajadasen Damasco.

De igual manera, países como Argelia, Yemen, Líbano, Túnez, Sudán, como miembros de la Liga, así como Rusia e Irán,han expresado su posición de respaldo al retorno de Siria.

En cambio hay países árabes que todavía no han expresado su opinión. No obstante algunos Estados como Qatar o Arabia Saudita presentan objeciones manifiestas al regreso sirio. En cuanto a países no árabes, tanto Estados Unidos como la Unión Europea también expresan sus reservas para el retorno sirio.

Hoy, luego de once años del conflicto que ha afectado al pueblo sirio, sigue la interferencia de potencias como Irán, Turquía, Estados Unidos o Rusia para aumentar sus influencias en la zona, además de las fuerzas terroristas que luchan por controlar territorios, una situación que no solamente socava las perspectivas de una solución política, sino que tiene importantes repercusiones humanitarias. Por otro lado, las relaciones entre los países árabes han sido afectadas hasta tal punto que aún no coinciden en el tema del retorno de Siria a la Liga, a sabiendas por todos que Siria, conjuntamente con Egipto e Irak, han sido históricamente los baluartes del arabismo.

Hace una semana se efectuó una reunión de los ministros de Exteriores de los miembros de la Liga Árabe en Beirut con el fin de tratar la reincorporación de Siria a la Liga. Fue abordado el tema a puerta cerrada, en una “reunión consultiva, sin decisiones ni comunicados”, según expresó Ahmed Aboul Gheit, secretario general de la Liga. Fue una reunión previa, preparativapara la próxima cumbre que será realizada en Argelia prevista para noviembre de este año. Esperemos.


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