El gobierno revisa resultados de sus estrategias y tácticas, hace constructos casi a diario de escenarios electorales, pues sabe que la división en la oposición beneficia las posibilidades inmediatas de triunfos electorales locales -las regionales del 21N- y hasta “soñar”, por qué no, con lo nacional -2022 o 2024-.

La revisión de escenarios es una temática vinculante con la postura de la oposición, desconfiada en las vías electorales para aspirar a un cambio en paz y democracia en el país. En una primera síntesis, una oposición dispersa no alcanzará nunca sus objetivos en 2021 y 2022. En la complejidad económica y política que transita el país, el venezolano ha perdido la paciencia, anda obstinado, ansioso, sonámbulo, se atreve a manifestar el fracaso en 85% de la gestión de Maduro. Sin embargo, Nicolás continúa en una elevación de arrogancia y sordidez, cualidades que solo complica la dinámica de un país que desea reflotarse y salir de sus graves problemáticas. Hasta ahora el primer mandatario nacional ha demostrado no tener “madera” de líder político, pero habilidosamente se proclama en alta voz “el hijo de Chávez”.

Los nudos críticos, entre otros que enfrentará Maduro, si existe unidad en la oposición, serán las elecciones regionales, locales y el referéndum revocatorio de 2022. Los resultados serían demoledores en términos de votación para revolución bolivariana. El madurismo no está interesado en que el referéndum revocatorio presidencial se realice próximo año 2022.

Nuestras investigaciones de opinión pública ratifican la acelerada pérdida del capital político por el que atraviesa Nicolás, su ausencia de liderazgo es algo inmanente en su naturaleza humana, deriva en la incapacidad del gobernante, se armoniza como el principal responsable de la crisis económica, política, social-humanitaria, situaciones que se articulan con la desconfianza en que el actual mandatario nacional pueda resolverlas. Contra toda lógica, Maduro mantiene una estrategia en el discurso de las sanciones, guerra económica como una significativa variable distorsionadora en su gestión, también se apoya en estrategias y tácticas para dividir a la oposición.

En síntesis, se visualiza un Nicolás “preso” en su propio laberinto, fatigado, moviéndose en varias dimensiones para tratar de resolver las complejidades: crisis económica, política y social, ante las cuales se muestra incapaz de dar efectivas respuestas, trata de enfrentar esta situación con cárcel, represión y con amenazas, su propia gente cae en la duda y en su propia reflexión tal vez hasta el final. Solo los estoicos maduristas mantienen un discurso apuntalado en la psicología inversa para darse esperanzas. El referéndum revocatorio es y será el nudo más crítico que tiene Maduro… difícil de deshacerse si existe la presión interna y externa.

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