Aún no logramos convencernos plenamente de algo que es fundamental. La lucha por lograr un país donde podamos vivir con dignidad pasa necesariamente por la lucha unitaria contra quienes son los principales responsables de la tragedia actual que nos afecta. Seguimos sin entender y sin entendernos. No lo entienden algunas individualidades opositoras con sus actitudes y actuaciones, para quienes solo privan sus ideas y las del círculo íntimo de sus allegados, sin valorar ni reconocer lo que opinan y sienten los demás. No lo entienden algunas organizaciones, políticas y no políticas, que no logran ver más allá de sus mezquinas apetencias de poder. Y desgraciadamente continuamos al garete, sin entendernos y sin articular nuestros esfuerzos en función del propósito esencial que debe orientarnos en estos días de gran oscuridad.

Mientras tanto, ríen y se divierten las hienas. De manera paradójica esto ocurre cuando la vida nacional se hace cada vez mucho más insoportable y el régimen usurpador desciende a niveles muy precarios de aceptación popular. En esas circunstancias, contradictoriamente recrudecen los conflictos en el seno de la oposición. En un primer plano, aparecen los casos de corrupción de varios diputados opositores de la Asamblea Nacional y los ataques a muerte contra Juan Guaidó se multiplican. Esa diatriba adquiere tal intensidad e irracionalidad que da la impresión de que la lucha política contra el régimen de Maduro se transforma en la lucha contra el liderazgo del presidente encargado. Increíble, pero cierto. Son muchos los ruidos y también los silencios que en el seno de la misma oposición contribuyen en gran medida a tal situación, sin desconocer en esto la influencia importante que en todo ello tienen los manejos perversos de quienes precisamente tratan de aferrarse al poder del modo que sea y a cualquier costo.

La autocrítica, la crítica constructiva y el rescate de la unidad en el relanzamiento de la lucha contra el régimen, son primordiales para que la oposición venezolana se aleje definitivamente del camino suicida del que parece estar muy cerca ahora. Hoy más que nunca, para decirlo con las palabras de Barrera Tyszka, “es imprescindible que haya una oposición unida y articulada, honesta y con altura política”. Una oposición que sepa reconocerse tanto en sus aciertos como en sus desaciertos; que acepte con humildad sus limitaciones y posibilidades reales en cada bloque que la compone y en su unión y articulación; que sepa valorarse en sintonía con su respuesta a la magnitud de los desafíos que debe enfrentar por el bien del país; que no deje espacios para que la antipolítica siga fortaleciéndose y vuelva a hacer de las suyas.

Los partidos políticos, sus dirigentes, asesores y militancia en general, están llamados a reaccionar en primer lugar. Las distintas voces de la ciudadanía, con los diversos medios a su alcance, igualmente deben hacerse sentir e insuflarle aliento a ese redimensionamiento de la oposición. Es hora de entender que sin unidad no estamos en capacidad de sacar al país del profundo hueco en el cual se encuentra hundido en estos momentos. Es hora de entendernos para mancomunar nuestras acciones.

@eleazarnarvaez


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