Rabia les debe dar que, a pesar de haber acabado con casi todos los medios de comunicación formales, todavía el país se entere por las redes sociales de que la urbanización El Paraíso de Caracas lleva casi dos días sin servicio eléctrico. Ese es uno de los motivos por los cuales los agentes de seguridad del gobierno chavista persiguen a los periodistas, por informar este tipo de cosas y por reseñar las protestas de la gente cansada de tanto maltrato.

Pero esto ha sido parte de una política sistemática inspirada en la isla de Cuba, por supuesto, y que Hugo Chávez implementó desde el primer día en que llegó a Miraflores. Había que acabar con los medios porque solo la “hegemonía comunicacional” asegura la total manipulación de las masas. Y Nicolás Maduro tiene ahora un asesor experto en eso por su título de psiquiatra. Lo que advierte entonces la Sociedad Interamericana de Prensa, de que los policías persiguen a los periodistas que se hacen eco de las denuncias de la gente, no es nuevo, lleva 20 años perfeccionándose.

La SIP no se ha cansado de decirlo, pues conoce de cerca la realidad de la libertad de expresión y de información en Venezuela. Sabe que desde hace años dejaron de circular periódicos y revistas porque el gobierno chavista restringió el acceso al papel y a los demás insumos para hacerlos; pero, además, amenazó a anunciantes, persiguió a los inversionistas y se sirvió del sistema judicial genuflexo para hacerlos desaparecer. En su informe preliminar de la 77 Asamblea General, la organización de editores señala que uno de los puntos más álgidos de la pérdida de libertad de expresión de este año fue la toma del edificio de El Nacional. La SIP cita al Sindicato de Trabajadores de la Prensa que registra el cierre de 115 medios en el primer período de mandato de Nicolás Maduro, de 2013 a 2018. Y lo que queda a disposición de los venezolanos es un grupo de medios que trata de sobrevivir en Internet para poder seguir llevando información pertinente y para poder seguir acompañando a la gente en su clamor por justicia. Pero estos no tienen el alcance necesario y además están expuestos a que el oficialismo los bloquee, como pasa diariamente.

Pueden entonces felicitarse los del gobierno chavista, pues prácticamente han conseguido uno de los objetivos más importantes del dichoso Plan de la Patria de Chávez y Maduro, que es el control de todos los medios para que nada se sepa, para que el sufrimiento de un pueblo no se conozca en la ciudad y para que lo que pasa en los barrios ni se oiga en el campo.

Sin embargo, mientras existan voces como las de la SIP, la del sindicato y la de los periodistas valientes que a pesar de las amenazas y las agresiones salen todos los días a hacer su trabajo, aunque sea por las redes sociales, se podrá mantener la libertad de información tan necesaria para revivir pronto la tan ansiada democracia venezolana.


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