CNE

Mañana el Consejo Nacional Electoral llevará a cabo un simulacro del simulacro, perdón, de las elecciones que tienen pautadas para el 21 de noviembre. Por supuesto que todos los candidatos están deseosos de probar máquinas, lista de electores, transmisión de datos y demás, porque los que decidieron participar en los comicios regionales están convencidos de que la cosa funcionará.

Mal pronóstico de que esto sea cierto es el intercambio de declaraciones entre Josep Borrell, de la Unión Europea, y el Ejecutivo de Maduro. El alto representante de la UE para Asuntos Exteriores considera que la misión de observadores es una garantía para la oposición y que además su informe final podría deslegitimar (decimos aquí que aún más) al gobierno chavista.

Por supuesto que están muy molestos con las palabras de Borrell. Así lo manifestaron. Pero, ¿a quién extraña esta reacción? Ya nos tienen acostumbrados. Cuando alguien osa cuestionar alguna de sus acciones, en el mejor de los casos hacen que la «Rata de dos patas» de Paquita la del Barrio parezca un bebé de pecho. Apátrida, desleal, escuálido, vendepatria… ¡No volverán! ¿Y en el peor? Pueden ordenar con un mazo la Operación Tun Tun para que no queden más ganas.

Los europeos deben saber que son la única garantía de un proceso electoral «medianamente transparente» (rector del CNE dixit) que podemos tener. Quedaron en veremos la revisión imparcial del registro electoral y de las dichosas máquinas, las inhabilitaciones y pare usted de contar. Es por esta razón que estos comicios siguen teniendo el sello de antidemocráticos, aunque la oposición las valide de cierto modo con su participación.

Y el Centro Carter a estas alturas aún evalúa si viene a observar el simulacro, pero no parece que haya tiempo para que lleguen y se acrediten. Lo cierto es que el ensayo que preparó el CNE seguramente pasará todas las pruebas, porque al fin y al cabo son ellos los que manejan los trucos.

Lo que sí se verá mañana será la intención de participación de los venezolanos. ¿Saldrán masivamente a experimentar con las máquinas, el tarjetón y los miembros de mesa o se quedarán en casa sin prestarle atención? Aquí no solamente se medirá el poder de convocatoria (o de transporte de votantes) que tengan los candidatos chavistas, sino también de los opositores. Lamentablemente, las divisiones se notarán más temprano que tarde y esa ha sido una de las armas más letales que ha usado el oficialismo en cada evento electoral.

Venezuela asiste una vez más a un ensayo de comicios que se prepararon sin equidad. A un poco más de un mes de las elecciones reales, el panorama sigue igual de turbio para la mayoría de la población que seguramente tiene cosas más importantes que resolver que las disputas políticas por cuotas de poder.

Poca intención de cambiar el curso de las cosas se nota, y es precisamente por eso que la indiferencia pareciera ser la segura ganadora de este y de cualquier otro simulacro.

 


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