CNP
Luis Ratti

Este es el título de una bella canción del cantautor español Ismael Serrano. La escucho mientras leo unas notas donde había recogido la opinión de Luis Ratti, en la que pide que se le quite la nacionalidad venezolana a todos aquellos que voten en contra del referéndum o hagan un llamado a la abstención.

No sorprende para nada que Ratti pida tal cuestión. En los últimos meses, él ha pedido a los aparatos de poder autoritario del gobierno (TSJ, Fiscalía, Asamblea Nacional, CNE y hasta la policía) que tome medidas contra los inhabilitados, entre esas medidas, orden de detención a María Corina Machado por traición a la patria; ha demandado e insultado a todos aquellos que de una manera u otra se oponen al régimen, entre ellos a 2.500.000 venezolanos que votaron en la primaria.

Ratti se autoproclama “opositor verdadero” y antichavista, cada vez que puede, pero cada vez le es más difícil probar tal aseveración.

Ratti se ha transformado en uno de los personajes más impresentables de la política venezolana y junto a otros forma parte de una galería de personajes tan impresentables como él. Por ejemplo, solo para nombrar algunos que se han hecho merecedores del mote de “Alacrán”: Timoteo Zambrano, que alguna vez fue miembro de la Coordinadora Democrática y ha pasado por todos los partidos que habitan en el “tarjetón electoral”, hasta que finalmente llegó al chavismo (donde permanecerá hasta que la situación cambie. Ya veremos dónde se alojará). Además, engordan la lista José Brito, convertido en aliado y colaborador ardiente del PSUV; Bernabé Gutiérrez, quien consideró que era más fácil y, sobre todo, más rentable darle un golpe de Estado a Henry Ramos que a Maduro y Antonio Ecarri, José Parra y otros que seguirán medrando en los lugares más oscuros y húmedos de la política venezolana.

El caso es que la declaración de Ratti, pidiendo lo que en Nicaragua hizo Daniel Ortega y Rosario Murillo, es puro ruido. Exactamente, el mismo que ha hecho el régimen llamando a una consulta que solo pretende borrar el impacto producido por los resultados de la primaria.

De ello no tengo la menor duda. Aparte de lo inoportuno, la convocatoria del referéndum solo es ruido, como dice Joaquín Sabina, mucho ruido. Es lo que escuchamos en las alocuciones de “fervorosos llamados patrióticos e inflados de nacionalismo ramplón” de Maduro, de los hermanos Rodríguez donde hay una verdadera confusión entre la defensa de la patria y el cinismo, al tratar de hacernos olvidar que fue Chávez el que dio pie a todo este desvarío que nos va a hacer perder lo que, por derecho e históricamente, nos ha pertenecido.

Pero, cuidado, la consulta organizada por el régimen puede crear un escenario indeseable para el régimen, tal como le sucedió a Leopoldo Galtieri, quien, en un arrebato de supuesto patriotismo y nacionalismo, armó una ”guerra” contra Inglaterra, que en el fondo solo trataba de superar el mal momento de una crisis que heredó de Videla y que él se afanó en profundizar y cuya derrota frente al Reino Unido, dio paso a la democracia, que hoy cuando se cumple cuarenta años de su retorno vuelve a estar en peligro, pues, nada claro augura un presidente electo que consulta con un “médium” veterinario las opiniones de su perro muerto, como en Venezuela nada bueno resultó elegir a un presidente que apartaba una silla y un lugar a su lado  durante las comidas para que se sentará el Libertador con quien decía intercambiar opiniones durante el almuerzo.

Es la hora del trasnochado nacionalismo y, seguramente, escucharemos las notas del Himno Nacional, cantado por Hugo Chávez y en las radios y canales oficialistas el mantra: “El sol de Venezuela nace en el Esequibo” y, seguramente, el régimen se envolverá en “ese trapo lleno de colores”.

Afortunadamente, reitero que, solo es ruido, no habrá guerra y nada que se le parezca y el régimen estaría contento si los venezolanos echan a la “tierra del olvido” su gran manifestación cívica del 22 de octubre, cuestión que dada la situación social, política y económica que sufre el país no se producirá.

Ahora, vuelvo a escuchar a Ismael Serrano y uno de sus versos:

“Ruido de patriotas que se envuelven en banderas/ Confunden la patria con la sordidez de sus cavernas/ Ruido de conversos que, caídos del caballo/ siembran su rencor perseguido por sus pecados”.

¡Ah! “Si se callase el ruido” podríamos escuchar como dice la canción de Serrano, “…oír la lluvia caer” y entonces sabríamos que todavía “nos queda la esperanza”.


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