Maduro

Si nos dejan

Nos vamos a vivir a un mundo nuevo.

Fragmento de la canción “Si nos dejan” de José Alfredo Jiménez.

Si nos dejan, esta vez, estamos cerca del desplazamiento del autoritarismo chavo-madurista.

Nunca había sido tan precaria la dictadura heredada de Chávez como ahora. La precariedad, del régimen, se evidencia en el endurecimiento que se ha materializado, de manera brutal, en la “anulación del espacio público, el achicamiento de la deliberación política” y en la represión abierta no solo contra la dirigencia opositora aino también contra la dirigencia que ha emergido en la sociedad civil.

Pero obviamente, la transición hacia la democracia, que parece estar a la vuelta de la esquina, puede seguir estando lejos, si el régimen no reconoce la imposibilidad evidente de su perpetuación en el poder.

Sin este reconocimiento la transición en caso de ganar las elecciones, esto es “si nos dejan” consumar lo que se produciría si el proceso estuviera libre de trampas, etc. la transición, como ya he referido en notas anteriores, no será tranquila, y si muy facciosamente negativa.

Y, así, la transición democrática no se podrá sostener por sí sola, el chavismo dispone de toda la estructura estatal que está en manos del núcleo duro de la dictadura: el sector de la Fuerza Armada encabezado y controlado por Padrino López, los cuerpos de seguridad del Estado, la Asamblea Nacional, encabezadas por Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez, el TSJ, el CNE, gobernaciones, alcaldía, el paramilitarismo, encabezado por los colectivos armados, la delincuencia organizada, la guerrilla narco colombiana, el sector extranjero: Rusia, China, Irán y los autoritarismo realmente existente en América Latina (Cuba Nicaragua, etc.).

De allí, la necesidad, imperiosa, de que la unidad no solo sea un instrumento electoral, sino un acuerdo, primero, para gobernar y construir un nuevo orden social, en segundo lugar, evitar, como dice Pzeworski, que “tras la  caída de la dictadura, el régimen pueda recomponerse o puede desembocar  en una nueva dictadura” y en tercer lugar, evitar que los sectores radicales de la oposición optando por una estrategia de ruptura plena con el autoritarismo pueda inducir a “algunas fuerzas políticamente importantes a la producción de disturbios que pudieran ser desestabilizadores de la transición democrática recién alcanzada”, y esto, último, es porque, nunca se sabe, somos especialistas en cometer errores, si no preguntémosle al general aquel, que con Chávez entregado le negó la salida a Cuba que este le pedía, y hasta hoy tenemos los barros que se produjeron el 11 de abril.

De esta manera la tarea no es nada fácil. De la transición a la consolidación democrática puede haber una distancia importante y “no basta con invocar la democracia” y, como señala, Lechner hay que asumirla como un “futuro problemático”.

Presumo, que dada las características de lo que parece ser la transición democrática que se producirá en el país en el caso de ganar las elecciones “si nos deja” la dictadura, que no va a ser por colapso del régimen como ocurrió en la Argentina producida por la derrota en la llamada “la guerra de las Malvinas” sino mediante un proceso pacífico y electoral, es que se produzca el desplazamiento del sector duro del madurismo gobernante como protagonista del régimen y procurar la emergencia de sectores moderados del mismo, que deben existir, pero, que han estado al margen de los que realmente se han usufructuado del poder y lucrado con los negociados.

Y con ellos emprender el proceso de acordar: la restauración de ‘reglas de juego’ fundamentales, la negociación de un itinerario y un temario mínimos para la transición, así como el establecimiento de mecanismos de concertación socioeconómica”. Esto llevaría a, por una parte, la reconstrucción del sistema y por otra parte encarar la urgencia de gobernar a un país que ha quedado, como producto del llamado socialismo del siglo XXI, en estado calamitoso.

Es posible refundar un orden democrático duradero, que supere para siempre no solo “esta dictadura” sino “La Dictadura”. Lo bueno, de la jornada del 19 de abril, en la que la oposición eligió su candidato, es que entendió definitivamente que era necesario la recuperación de la política.

¡Ah, si nos dejara la dictadura, estoy seguro de que recuperaríamos la posibilidad de ser un país de nuevo. Pero si no nos dejara y se produjeran los obstáculos uno tras otro que dejara por fuera la opción de la oposición, y siguiéramos secuestrados por una crápula gobernante, nos queda la desobediencia, el “único lugar en donde aún podríamos ser libres”.


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