El Comité Internacional de Rescate (CIR) es una ONG creada por iniciativa de Albert Einstein en 1933, con el fin de oponerse a las políticas raciales de Adolf Hitler. Su finalidad es ayudar a las personas que se encuentren perseguidas por motivos étnicos, políticos o religiosos.​ Actualmente trabajan en más de 40 países y 26 ciudades de Estados Unidos de América en temas de reasentamiento de refugiados y autosuficiencia. Se enfoca principalmente en salud, educación, bienestar económico, poder y seguridad.

El pasado 16 de diciembre el CIR publicó en su portal (rescue.org) un artículo titulado «Las 10 principales crisis que el mundo debería estar observando en 2021». Allí se afirma que el mundo se enfrenta a emergencias humanitarias sin precedentes durante el próximo año y que las peores crisis humanitarias de 2021 se producirán en países en los que sus líderes fracasaron en la gestión de gobernar.

El propósito del artículo del CIR fue publicar su lista de vigilancia de emergencia 2021, una lista global de crisis humanitarias que se espera que se deterioren todavía más durante el año que hoy comienza. La triple amenaza de conflicto, cambio climático y COVID-19 vislumbra la amenaza del hambre en los países listados en este año de 2021.

La lista contiene 10 países de los cuales hay dos no clasificados aún y están ordenados de acuerdo a su criticidad, indicada entre paréntesis y en donde el primero mencionado es el más crítico: Yemén (1), República Democrática del Congo (2), Siria (3), Nigeria (4), Venezuela (5), Afganistán (6), Sudán del Sur (7), Burkina Faso (8), Mozambique y Etiopía (estos dos últimos por clasificar).

En el caso de Venezuela, el CIR afirma que el colapso de la industria petrolera de Venezuela ha sido un factor clave en una crisis económica cada vez más profunda que ha devastado el sistema de salud del país y provocado el hambre y el desplazamiento generalizados. Las restricciones de COVID-19 han dejado a los venezolanos atrapados en el limbo, incapaces de salir del país para buscar seguridad y servicios, mientras que los cierres en otros lugares obligan a regresar a quienes ya habían salido de Venezuela.

La escasez de alimentos, los altos precios de los alimentos y la falta de empleo han obligado a los venezolanos a abandonar sus hogares. El CIR tiene las siguientes previsiones: el aumento de las necesidades humanitarias que se agravarán a medida que las fronteras permanezcan cerradas, el aumento del malestar social y de la violencia criminal y más restricciones administrativas, así como costos crecientes impulsados por la creciente escasez de combustible.

Lo previsto y reportado por el CIR para Venezuela se encuentra en sintonía con lo que ya conocemos reportado por organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión Económica para la América Latina (Cepal).

El caso es que iniciamos el año número 22 con el mismo gobierno que nos trajo a la depresión económica con hiperinflación y colapso de los servicios públicos en todo orden. Por tanto, en medio de una pandemia y sin recursos, las expectativas no pueden ser de otro signo sino realistas y fatalistas.

 


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