No podía ser de otra manera. Sigue el mismo guion. La culpa es de otros. Es de los enemigos de la revolución. Es del Imperio, de los que no han podido vencerlo con el bloqueo y las sanciones. De los que apelan a los “antivalores y vicios del capitalismo”. Es lo que vocifera el ahora convertido en el paladín de la anticorrupción. El mismo personaje que representa la cabeza de un régimen que se hunde en la más espantosa y asquerosa corrupción. Es “Superbigote”. Es el superhéroe que hace alarde de la supuesta “fuerza moral y ética que construirá el futuro de la Patria Bolivariana”.

El milmillonario desfalco de Pdvsa, que salió a la luz pública recientemente, con la inocultable y fuerte sospecha de que la corrupción es más grande y compleja de lo que aparenta en su presentación, ha sido convertido por el oficialismo en un verdadero espectáculo. Lo evidencia Nicolás en su alocución del día 29 de marzo, por un lado, en la inauguración de la Feria Nacional de Criabúfalos Caracas 2023, con su cínica pose de “indignación” y “arrechera”, al condenar a los que han sido detenidos y afirmar que los recursos recuperados serán invertidos en programas sociales para el pueblo. Como si él y su desgobierno nada tuviesen que ver con ese daño al patrimonio nacional, como si eso fuese un hecho aislado y puntual, sin ramificaciones y vínculos con la enorme y grave descomposición social que sufre el país por un modo delincuencial de hacer política y ejercer el poder.

Otro show fue escenificado un día antes, el 28 de marzo. En la audiencia de imputación a los detenidos por corrupción en la empresa estatal petrolera, la cual fue llevada a cabo en un tribunal habilitado en la sede del Sebin. Una escena bastante llamativa y nada usual en comparación con los protocolos o procedimientos propios del país, con los arrestados caminando en fila y vistiendo bragas de color naranja, como si se trataran de procesados en Estados Unidos. ¿Un mensaje para quién? ¿Con qué propósitos?

Se equivoca el régimen si piensa que los ciudadanos son estúpidos y no se percatan de quiénes son los principales responsables de una corrupción que es mucho mayor de la que ahora se visibiliza en esos y otros espectáculos oficiales. Y también se equivoca si cree que los venezolanos desconocemos las verdaderas razones por las cuales esa putrefacción ciertamente ha alcanzado un nivel tan escandaloso.

Sólo han caído algunos cabecillas y testaferros embarrados en la multimillonaria corrupción denunciada hace poco. Faltan otros, sin duda. Entre ellos, unos más grandes que en los medios y las redes sociales se exhiben con bravuconería y presumen cínicamente de ser inocentes y ciudadanos ejemplares. Saqueadores de los fondos públicos con el adorno de la cantinela de las sanciones y el bloqueo del Imperio.

Nada extraño que en nuestro país prolifere esa plaga de la corruptela mafiosa que hoy padecemos. Esto, si atendemos a las particulares circunstancias políticas que hemos vivido en los últimos veintitantos años. Sin Estado de derecho, con la omnipresencia del Poder Ejecutivo y la obsecuencia de los demás poderes. Anulados en la práctica los órganos y mecanismos públicos de contraloría y auditoría; y sin una verdadera rendición de cuentas por parte de quienes están obligados a hacerlo por mandato constitucional. ¿Acaso no era de esperarse semejante desgracia nacional con la prevalencia de esa manera tan aberrante de ejercer el poder?

A la hora de terminar este escrito, otros shows del oficialismo asoman sus rostros. Para seguir acaparando la atención pública, para continuar confundiendo y engañando con las banderas de una lucha contra la corrupción que en realidad no convence a nadie; porque, entre otras cosas, hay que decirlo, no alcanza a connotados personajes que si bien han sido señalados y acusados, curiosamente son apartados del montón y puestos a buen resguardo, invisibilizados.

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