Matt Gaetz | Getty Images

– El congresista republicano ultratrumpista, Matt Gaetz de 39 años, comenzó a ser investigado por tráfico sexual, drogas y relaciones con una menor por el fiscal general de Trump, William Barr.

– Demócratas: «Matt Gaetz es todo lo que los republicanos buscaron en Hunter Biden».

– Para que un evento sea ​​ escandaloso y alcance mucho más que una noticia, argumenta un experto mediático, debe tener cinco características específicas.

Matt Gaetz, congresista de 39 años, furioso republicano trumpista por Florida, es el protagonista de un nuevo escándalo político que sacude los cimientos del partido más conservador del continente. Desde que The New York Times reveló, hace una semana, que Gaetz estaba siendo investigado por el Departamento de Justicia por tráfico sexual, drogas y relaciones sexuales con una menor, el caso ha crecido cada día en complejidad y sordidez, provocando una algarabía en todo los medios de comunicación porque reúne, según los expertos, todos los ingredientes que constituyen un escándalo en la era mediática.

El congresista Matt Gaetz es hijo de una conocida y multimillonaria familia de Florida vinculada a la vida política por generaciones. Su padre y él coincidieron en la asamblea regional como diputados por el Partido Republicano. Más tarde su padre fue senador y presidente de la cámara, mientras el joven era catapultado a la Cámara de Representantes en Washington. El estilo político de Gaetz han sido descrito como ruidoso, arrogante, agresivo, impetuoso y abrasivo, un reflejo del de Donald Trump, pero con esteroides. Gaetz es aficionado a mentir, maquillar hechos y meterse donde no lo llaman. La furia con que arremetía contra los adversarios de Donald Trump, republicanos, demócratas o independientes, le hicieron ganar la fama de haber hecho un enemigo cada día durante el gobierno de Trump. El expresidente Trump o ninguno de los líderes republicanos han salido en su defensa.

Cuando se trata de indagar sobre este aspecto borrascoso de la vida política en países democráticos, dictaduras o autocracias no lo permiten, todas las referencias aluden a John Thompson, el reputado profesor de Sociología de la Universidad de Cambridge y autor de la más celebrada obra investigativa sobre el escándalo político, Political Scandal: Power and Visability in the Media Age. Intelectuales y expertos mediáticos destacan que Thompson va mucho más allá de los relatos de los periódicos y hace del escándalo un tema que desvela importantes secretos sobre el poder político. ¿Por qué los hombres más poderosos de las democracias más desarrolladas del mundo corren el riesgo de escándalos que socavan y destruyen su poder?

Thompson no solo reflexiona sobre el escándalo sino acerca del carácter del poder en la «era de los medios desarrollando una teoría social de las condiciones y consecuencias del escándalo político”. Andy Martin de The Independent de Londres dice que la obra de Thompson es prácticamente una enciclopedia compacta del escándalo moderno, pero es sobre todo una teoría general del género.

Escándalos, definición y práctica

Para que un evento sea ​​un escándalo, argumenta Thomson, más que una noticia, debe tener cinco características específicas: primero, el evento debe implicar una transgresión de ciertos valores, normas o códigos morales; segundo, el incidente debe contener algún secreto; tercero, debe haber un nivel de desaprobación por los no participantes cercanos a la acción; cuarto, debe haber una denuncia pública de los hechos y, finalmente, las acciones deben dañar la reputación de los responsables.

Debido a que las normas culturales y sociales varían en tiempo y espacio, existe un nivel de sensibilidad al escándalo; lo que constituye un escándalo político-sexual en Gran Bretaña no lo es en Francia o lo que es un escándalo en Estados Unidos no lo es en América Latina. En 1835 el congresista estadounidense Robert Potter castró a dos hombres por sospechar que habían tenido relaciones con su esposa. Potter volvió a ganar las elecciones de la Cámara de Representantes mientras estaba en la cárcel, pero más tarde fue expulsado del Congreso por hacer trampa jugando a las cartas.

Los escándalos políticos no ocurren en un «vacío histórico», surgen en gran parte como resultado de una cultura y en el contexto en el que surgen. En Latinoamérica, la condescendencia de la mujer con el marido infiel y en general el de la sociedad es un fenómeno sociológico de cierto primitivismo tribal que no ha cambiado mucho con los años. No obstante, la reflexión de los anglosajones es intrigante. ¿Qué se puede esperar de la lealtad de un político que engaña a sus seres más queridos, su esposa e hijos? En Venezuela la rectitud moral de Caldera le hizo ganar a los copeyanos fama de una conducta moral muy cristiana. El ascenso al poder de la Democracia Cristiana en 1968 acabó con las diferentes percepciones morales de adecos y copeyanos. El poder los igualó. Social cristianos de entonces, alegaban con sorna, que sólo eran cristianos de la cintura hacia arriba.

Un escándalo muy inglés

Los políticos conservadores de Gran Bretaña, herederos de la proverbial pacatería de la era Victoriana tienen la fama de ser especialmente hipócritas. Reclaman una gran postura moral pero la violan en secreto. Un aristócrata británico, John Profumo, ejemplifica el epítome de un escándalo con todos los ingredientes posibles: poder, política, renombre, aristocracia, sexo, adulterio y espionaje. Ningún escándalo ha superado la notoriedad del Affair Profumo, como se le conoció hace 5 décadas. Aún es la inspiración de libros, novelas, documentales y películas. La historia encapsula el incidente así: “El Affair Profumo fue uno de los mayores escándalos políticos de la política británica del siglo XX. John Profumo, el secretario de Estado para la Guerra en el gobierno conservador de Harold Macmillan en 1961, tuvo una aventura extramatrimonial con la modelo Christine Keeler, de 19 años”. Pero fue más, mucho más que eso.

En una fiesta en la casa de campo de Lord Astor el 8 de julio de 1961, un osteópata, con contactos tanto en la aristocracia como en el bajo mundo, le presentó al secretario de Estado británico para la Guerra, John Profumo, un aristócrata conservador en ascenso, de 46 años, a la bailarina londinense de 19 años Christine Keeler. Presente en la reunión estaba el agregado militar de la Embajada de Rusia en Londres, Eugene Ivanov, quien era el amante de Keeler. Con la ayuda del osteópata, Profumo comenzó un romance con Keeler, mientras ella continuaba la relación con el militar ruso. No transcurrió mucho tiempo para que la inteligencia británica advirtiera el peligro que representaba para la seguridad nacional. En marzo de 1963, interpelado por el Parlamento, Profumo mintió afirmando que «no había nada impropio» en su relación con Keeler. Diez semanas más tarde, después de que múltiples evidencias afloraron, Profumo renunció, admitiendo “con remordimiento” que había engañado a la Cámara de los Comunes.

El escándalo precipitó la caída del gobierno conservador del primer ministro Harold Macmillan. Se dice que Charles de Gaulle, entonces presidente de Francia, comentó: “Eso les pasa a los ingleses por estar imitando a los franceses”. El líder del Partido Liberal y parlamentario, Jeremy Thorpe, también se vio involucrado en una relación, pero con un modelo masculino. El escándalo es recreado en una reciente serie de TV llamada A Very English Scandal.

Precedido por otros escándalos que involucraron a miembros del gabinete con otros hombres, se supo que cuando su jefe de inteligencia le informó al primer ministro Macmillan el caso de su ministro de la Guerra, en cierto modo aliviado, exclamó: ¡Thanks God it is a woman!

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