La polémica está servida. La declaración del cocreador de la serie Harley Quinn Justin Halpern, sobre la censura a una escena sexual entre Batman y Catwoman reverdeció la vieja discusión. ¿Cuándo debe censurarse una obra con un arraigo popular tan considerable como el cómic? Desde la sexualidad de los personajes a la violencia, la pregunta parece ser parte de un debate más amplio.

 

Hace una semana, el ilustrador Justin Halpern contó a Variety que una escena sexual entre Batman y Catwoman había sido censurada en la serie animada de Harley Quinn. ¿El motivo? Según Halpern, los ejecutivos de DC cómics dejaron claro que los superhéroes “no hacen eso”. La serie, que forma parte del universo animado de DC y fue estrenada en 2019, cuenta con dos temporadas e incluirá una tercera en HBOMAX.

Siempre según Halpern, los nuevos episodios incluirían una escena en la que Batman daba sexo oral a Catwoman. Pero al final, la secuencia entera fue eliminada por petición de los ejecutivos. Cuando Halpern pidió explicaciones específicas sobre la eliminación, la explicación fue una muy directa. “Vendemos juguetes de héroes. Es difícil vender un juguete si Batman también practica sexo oral a alguien”.

Y aunque Justin Halpern como Patrick Schumacker, cocreador de Harley Quinn, aclararon que disfrutan una completa libertad creativa, la restricción no deja de sorprender. ¿Se trata de un nuevo límite de lo que puede mostrarse o no en las series animadas? ¿Qué provoca la censura en un ámbito creativo usualmente muy amplio y poco dado a las restricciones?

No es la primera vez que un producto animado es censurado, pero sin duda, es una de las ocasiones más llamativas. El hecho que DC dejara claro que la escena sería eliminada porque afectaría el mercado y el marketing, es una declaración de intenciones. ¿La censura surge debido a la presión de la posible venta de productos? ¿O se trata de algo más relacionado con líneas editoriales que se hacen cada vez más complejas?

El escándalo no tardó en estallar y dejar al descubierto una serie de análisis complicados sobre que es lícito mostrar o no en material animado. De hecho, es una vieja discusión que tiene su origen en el hecho que tanto representa un personaje del cómic. Fuera del ámbito animado o no, la censura parece ser una reacción inmediata a un tipo de presión invisible difícil de analizar por separado.

Sexo, una máscara y un escenario propicio 

La serie The Boys de Garth Ennis y Darick Robertson causó revuelo al momento de su publicación. No solo se trató de su versión retorcida sobre el mundo de los superhéroes, sino también el uso extremo de la violencia y el sexo. Para su versión televisiva en live action, el showrunner Eric Kripke logró captar el tono y la crudeza de la versión animada, con una excepción.

El mismo Kripke comentó que para la primera temporada, la serie dejó por fuera una polémica escena. La secuencia mostraba a Homelander (Antony Starr) masturbándose frente a la ciudad. ¿El motivo? La posibilidad de “fuera demasiado” para la televisión, en especial en una serie que había roto todos los estereotipos.

No obstante, para la segunda temporada, la escena fue incluida y causó poco revuelo. ¿Se trata de una evolución en la forma en que comprende el cine y la historia de trasfondo de superhéroes? En una época en que el género es el más rentable del cine y por lo tanto, el que sostiene las franquicias más exitosas, la pregunta es válida. A medida que el número de películas se han multiplicado, la cuestión sobre la sexualidad de sus personajes se ha hecho más compleja.

El reclamo que las películas de Marvel son asexuadas ha sido frecuente durante los últimos diez años. También, que las épicas versiones de DC sobre su universo a menudo ignoran la vida y la sexualidad de sus personajes. A excepción de las clásicas parejas de Superman/Clark Kent y Lois, Diana Prince y Steve Trevor, poco se ha visto sobre las emociones de los personajes. Eso, a pesar el que el canon en el mundo del cómic es bastante explícito en algunos casos. ¿Se trata de censura autoimpuesta?

No parece haber una razón para la neutralidad sexual de superhéroes, más allá del hecho comercial que son productos para toda la familia. Eso incluye asegurar una clasificación para todo público. Las excepciones —Logan, Deadpool— han rebasado el límite habitual, pero el público objetivo al cual se dirigen parecen ser otro. De modo que los grandes símbolos de las franquicias, continúan siendo figuras que no demuestran su orientación o género sexual.

Eso, hasta que el mundo del cómic y sus versiones en pantalla comenzaron a coincidir con más frecuencia. Y algunas cosas comenzaron a ocurrir.

Géneros fluidos, orientaciones sexuales y otros debates en el mundo del cómic

Hace unos días, la revelación casi de manera casual que el Loki de Tom Hiddleston, tendría género fluido en su versión para la serie levantó polémica. Hasta ahora, el dios de la mentira no había tenido un contexto en que se necesitara conocer su orientación o identidad de género. Pero al parecer el show que lleva su nombre, hará los movimientos necesarios para mostrar un desarrollo profundo de la personalidad del villano marvelita.

El moderado escándalo recordó el que provocó la bisexualidad del personaje de Ruby Rose como Batwoman, en la serie del mismo nombre. Hubo preguntas sobre la razón por la cual Kate Kane, que tiene la misma orientación sexual en los cómics, se convertía en un ícono queer. Y de la misma manera que ha ocurrido con Loki, se debatió que tan lícito es dotar de sexualidad a personajes en productos dirigidos a toda la familia.

Esa parece ser la gran diferencia entre el mundo del cómic en contraposición a sus versiones en la pantalla grande y chica. La censura parece funcionar como un cuello de botella que evita que material polémico llegue a un público menos diverso. Mientras que el cómic, las escenas sexuales y el género de los personajes no ha sido un tema de incomodidad, en los grandes medios parecen serlo con frecuencia.

¿El motivo? Como bien apuntó el ejecutivo de DC, que gran parte de las grandes producciones en cine y televisión, dependen de su capacidad para ser mercadeable. ¿Qué tanto puede serlo un personaje que provoque polémica o que incluso, sea motivo de censura en diversos ámbitos? Con frecuencia, las decisiones sobre qué mostrar —o no—tienen relación con la aceptación del público al que va dirigido.

Por ahora, los cómics, parecen encontrarse en un incómodo espacio gris que suele despertar debates con cierta frecuencia.

Cuando el sexo es la norma, del cómic a la pantalla

La censura no funciona de la misma forma en la televisión que el cómic. De hecho, hay una considerable cantidad de ejemplos que dejan claro que, en el mundo del papel, el sexo no es un problema.

Uno de los más recordados, es la escena sexual parcialmente explícita entre Harley Quinn y Deadshot. La viñeta apareció en Escuadrón Suicida #3 del escritor Adam Glas y el artista Cliff Richard. En ella puede verse una escena erótica entre ambos personajes, que incluyó chistes sexuales e insinuaciones calificadas de sexistas.

Lo mismo ocurrió con la Catwoman de Judd Winick, que llegó incluso a rebasar el límite de lo explícito para rozar lo pornográfico. Lo mismo podría decirse de una de las escenas sexuales entre Gwen Stacy y Norman Osborn en Amazing Spider-Man de J. Michael Straczynski.

No obstante, también ha habido algunos casos de censura. Uno de los más conocido, fue el escándalo alrededor del desnudo frontal de Batman en Batman: Damned, obra publicada en 2018. La historia de Brian Azzarello y el artista Lee Bermejo, se incluye en la nueva línea de cómics de DC para lectores adultos, Black Label.

Las ilustraciones mostraban el pene del hombre murciélago a detalle, lo que provocó un escándalo considerable. Las imágenes se hicieron virales y por último, el dibujo fue retocado para hacer los genitales del hombre murciélago menos visible. ¿Se trató de una reacción a la presión de los fanáticos y lectores? Al menos hay un precedente al respecto.

La chica, el miedo y la portada 

Una de las escenas más duras en Batman: The Killing Joke de Alan Moore es la tortura y violación de Barbara Gordon. El autor plantea la agresión de una manera espeluznante. Es un acto de vejación de profundas implicaciones psicológicas que no solo afecta a la víctima sino a la estructura fundacional de la historieta. La violencia sexual —que Moore muestra sin atenuantes— sostiene toda una serie de crudas reflexiones sobre la cordura y la humanidad.

El Joker somete al comisionado Jim Gordon —padre de Bárbara— a la impensable tortura de mirar el cuerpo torturado de su hija. Es a partir de ese punto de inflexión, en que la historia toma un rumbo desconocido hacia un tipo de reflexión filosófica desconcertante.

De modo que no resulta sorprendente que cuando el dibujante Rafael Albuquerque decidiera rendir homenaje a la obra, estallara la polémica. En el año 2015 y con motivo del 75 aniversario del Joker, DC Comics decidió relanzar una de sus obras más emblemáticas.

Para la ocasión, Albuquerque creó una reinvención de la mítica portada. En ella, Bárbara Gordon –llevando su icónico traje como Batgirl — aparece maniatada y frágil, el rostro cubierto de lágrimas. El Joker la sostiene, apuntando a la cabeza con un arma de fuego. Además, le dibuja en el rostro una sonrisa demencial —símbolo del personaje— con sangre.

El escándalo fue inmediato y puso en relieve, los complicados límites entre la censura y la presión pública. Las críticas entre blogueros, foros especializados y redes sociales provocó de una incómoda discusión. No solo sobre el uso del abuso sexual como parte de tramas de la cultura pop, sino su glorificación. La gran pregunta si Albuquerque había cruzado una línea invisible se debatió con incomodidad.

Por último, Albuquerque, pidió a DC Comics retirar polémica portada del número 41. “Mi intención no era molestar a nadie con mi trabajo. Por esta razón he recomendado a DC que retire la portada”, aseguró el artista. Para bien o para mal, la presión de los lectores y el público, había demostrado su poder.

Al final, la censura pasa por las ganancias

¿Significa la censura de la escena en la serie de Harley Quinn de hasta qué punto el público ejercer presión sobre el producto? Hace un año, grupo de mujeres acusó a la leyenda del cómic Warren Ellis de comportamiento inapropiado. Las acusaciones fueron aún más duras, luego que la polémica tercera temporada de la serie de Netflix Castlevania, escrita por Ellis mostrara una cruda escena sexual.

La presión fue la suficiente como para que Ellis fuera apartado del proyecto basado en el videojuego de Konami. Finalmente, la serie terminó en una temporada en la que se hizo énfasis en la acción y que cerró los arcos argumentales de los personajes.

Unos días atrás, Samuel Deats, director de la serie, anunció que el universo se expandiría en un spin off en el que Ellis no estaría involucrado. Se rumoreó que el abrupto final de la serie y el reinicio del argumento, fue una reacción de Netflix a las acusaciones contra su creador.

Hasta ahora, las diversas formas de censura dentro de la historia de la cultura pop han tenido relación con el contexto. En medio de las grandes discusiones modernas y una renovada sensibilidad por temas álgidos, lo sucedido con Batman es una señal concreta. Al final, la cultura pop es un reflejo de sus grandes pulsiones.

Quizás la última palabra la tenga Zack Snyder. El director se unió a la discusión en redes sociales e incluyó en un tweet la imagen de Batman y Catwoman en una escena sexual. Luego escribió “Canon”. Una forma de dejar claro que el mundo del entretenimiento sigue su propio ritmo. Uno cada vez más imprevisible y poderoso.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!