La información periodística nos acaba de dar a conocer una  insólita carta que el ciudadano que despacha desde el Palacio de Miraflores ha dirigido al “Señor Felipe de Borbón, rey de España” (https://www.lapatilla.com/2021/10/14/carta-maduro-felipe/). Si usted no tiene algo más divertido que hacer este sábado, mucho se le sugiere conectarse con el precedente enlace para leer una pieza contentiva de opiniones –que alguna gente también comparte– pero aquí expresadas con ridiculez de tal envergadura que generan una combinación de vergüenza  ajena y risa. Vale la pena, se lo digo.

Sabido es que desde hace algunos años se ha puesto en boga el argumento de que España, otrora potencia colonial en nuestro continente, debiera pedir perdón por los excesos (sin duda ciertos) cometidos por sus nacionales a partir de octubre de 1492, fecha que –con algo de razón– pudiera dejar de designarse como “descubrimiento” para convertirse en “encuentro de culturas”, como algunos han propuesto.

El ciudadano que despacha desde Miraflores (que no se apellida ni Smith, ni Hammerstein, ni Montesquieu ni Abdulla Mohammed sino Maduro Moros) se une al coro iniciado hace algunos lustros por el entonces –sí– presidente constitucional Hugo Chávez para devaluar al almirante Colón, denostar su gesta, destruir sus estatuas, reclamar por los abusos cometidos por los conquistadores y –por encima de todo ello– querer cambiar la historia. En esa línea han conseguido enrolar en su momento a los Kirchner, a Evo Morales, a López Obrador y a algunos otros, todos ellos hermanados fundamentalmente por un resentimiento social y político al que permiten se imponga por sobre las realidades que hoy modelan las relaciones entre pueblos de nuestra humanidad que –para bien o para mal– son el resultado de la historia vivida desde los albores de los tiempos.

No se trata en estas líneas de ignorar o negar  las matanzas, ni la Inquisición, ni la expoliación. Solo se trata de llamar a la cordura entendiendo que el pensamiento de hace medio milenio no puede medirse con los parámetros de hoy. Tampoco se puede enterrar el hecho de que esa misma corona española –hoy en cabeza del “señor Felipe de Borbón”– fue la misma  a la que llamamos “Madre Patria” y que nos trajo nuestro idioma, nuestra religión, las primeras universidades y centros de estudio del continente etc. A título de experiencia personal podemos relatar que quien esto escribe recibió su educación hasta bachillerato en el Colegio Nacional de Buenos Aires, prestigiosísima institución fundada con el nombre de Real Colegio de San Carlos en el año 1772 por el virrey Pedro de Ceballos, por indicación no del cacique tehuelche de la zona sino del mismísimo rey Carlos III (casualmente Borbón él como Felipe VI), ejemplo del “despotismo ilustrado” de moda entonces, cuando el castrochavismo aun no había irrumpido en el pensamiento universal para liberar a los pueblos. De paso vale anotar que de esas aulas egresaron la mitad de los primeros impulsores y gobernantes de la Argentina independiente.

No es totalmente ocioso que un Papa, emperador, rey o presidente pidan perdón a quienes sus antepasados ofendieron. Lo han hecho ya dirigentes japoneses, alemanes, los papas Juan Pablo II y Francisco, etc. Bien pudieran hacerlo otros también como los rusos o  los turcos  ante los armenios, pero si llevamos la cosa hasta el infinito procedería aborrecer las Cruzadas, la conquista de África y hasta  de la misma España hecha por el islam que permaneció allí setecientos años, o  las tropelías de Gengis Khan o Atila por toda Europa hasta los nada disimulados  imperialismos de Grecia, Roma, Irán, China, etc., que en cada caso modelaron la historia de la humanidad trayéndola hasta la realidad de hoy.

El tono populachero, de guapo de barrio resentido, barato y fuera del contexto protocolar que caracteriza las relaciones entre las naciones civilizadas, desnuda la pequeñez de quien así escribe o se expresa, sin perjuicio de la mayor o menor razón que pueda asistir a su argumento.

Señor Maduro, imagino que Su Majestad Don Felipe VI de Borbón y Grecia a quien Ud. pretende minimizar con el calificativo de señor (con minúscula) no le honrará siquiera con una respuesta. Sea como fuere usted ha quedado empequeñecido al llevar un argumento medianamente sostenible al tamaño de una diatriba en la que nuestros propios conciudadanos tienen menos interés que el de poder conseguir una bolsa de harina precocida de maíz para no compartir el hambre con su familia.

@apsalgueiro1

 


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