A  poco más de siete meses de pandemia, seguimos sometidos a gran incertidumbre sobre la disminución de casos, que supuestamente muestra un escenario de posible aplanamiento de la curva. Expertos han manifestado que se le está dando a la población una sensación irreal  de que están disminuyendo los contagios por COVID-19. Quisiera manifestar un  total acuerdo con esta aseveración. Es lógico pensar que si se venía con un número de casos  promedio de poco más  de 1.000  por día, más que todo entre los meses de agosto y septiembre, tengamos  total desconfianza acerca el número de casos confirmados desde el inicio de octubre, los cuales han disminuido de manera sustancial a un promedio de 300 a 400 por día.

Según especialistas de las academias científicas  nacionales, estamos todavía con un número muy insuficiente de pruebas PCR diarias, las más específicas y de mayor sensibilidad, y que   siguen centralizadas. Solo en dos laboratorios, como son  el Instituto de Higiene en la UCV y el IVIC, se están llevando estas  pruebas en pacientes de todo el territorio nacional, y cuyos resultados  tardan más de 15 días en llegar. Así mismo, el número de pruebas que se deben hacer son  de 8.000 a 10.000 por día, incluso desde el inicio de la pandemia,  y solo  se llegaron a realizar  3.000 diarias, para esa fecha. Actualmente solo se hacen 1.000 por día, siendo esta la tasa más baja con relación al número de pruebas desde que comenzó la epidemia. ¿Cómo podemos creer que es real  el número  de casos actuales?

La vocería de las Academias Nacionales, revestida  de una gran autoridad científica opina que las cifras oficiales siguen sin reflejar el tamaño de  la epidemia en Venezuela. De manera que consideramos que todavía estamos en medio de una epidemia a ciegas en nuestro país. No se está realizando una cobertura adecuada del diagnóstico con relación a  casos sospechosos de COVID-19, por lo que es muy difícil creer que estemos en un aplanamiento de la curva;  todavía pudiéramos estar en un crecimiento exponencial de la epidemia. Es indudable la necesidad que han expuesto de manera enfática las academias y  sociedades científicas pertinentes, de descentralizar la realización de estas pruebas  y que en cada estado haya la posibilidad de hacerlas, incluso desde el principio de esta crisis sanitaria ocasionada por la COVID-19. Pero lamentablemente, el régimen siempre ha hecho caso omiso a las sugerencias que provengan del conocimiento  científico.

Se  decretó dentro del esquema 7 + 7 una flexibilización extrema, sobre todo en los sectores económicos que incluyen  playas, balnearios, espacios de diversión, y muchas áreas más. Esto es preocupante, ya que puede generar un exceso de confianza en la población, y ante la falta de una información oficial transparente podría traer muchas consecuencias.

Por otro lado, tenemos la interrogante de la vacuna rusa, Sputnik V, de la cual ya llegó a Venezuela un lote de 2.000 dosis de vacuna y 2.000 dosis de placebo. Una vacuna, que por demás ha ocasionado cierta desconfianza y recelo a nivel de la comunidad científica  internacional, por lo rápido que llegó a la fase 3 de ensayo clínico, y para la cual se utilizarán voluntarios o candidatos vacunales en nuestro país con el fin de comprobar si cumple con los requisitos en seguridad y eficacia, en plena fase de experimentación.

La Academia Nacional de Medicina, así como la Sociedad Venezolana de Pediatría, manifestaron su preocupación por el anuncio de la utilización de esta vacuna en Venezuela para esta fase de ensayo porque no estaba acompañada de los protocolos clínicos que se requieren. Llamaron la atención al respecto, porque igualmente se  desconocía cuáles fueron los preceptos iniciales en la investigación clínica correspondiente a las fases preliminares de experimentación 1 y 2 y que es fundamental para cumplir con los requisitos que completarían la elaboración de este proyecto de vacuna. Además,  manifestaron que tiene que existir una comisión científica nacional, al igual que una comisión de bioética que asesore la implementación  de la fase 3 en candidatos vacunales. Estos deben participar de manera voluntaria, sin ningún mecanismo de coacción y presión previa firma de un consentimiento,  a través del cual se les ofrezca una clara información de la característica de la vacuna que se va a utilizar explicando los beneficios y efectos adversos.  Persiste la falta de una información transparente que nos mantiene en la incertidumbre del curso de la epidemia, y una vacuna rusa en un horizonte cercano de la cual no se tiene todavía una información clara sobre su uso en nuestro país. Mucho menos crear expectativas sobre una posible aplicación general en la población para el próximo año, como declaró el Poder Ejecutivo

@mariayanesh


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