Desde el momento cuando recibió el poder de mando en Humandetritus, isted inició inusitadas hostilidades en perjuicio de la mayoría de los ciudadanos y contra institucionalidad de la República de Patologías (01)

Entre quienes erraron al elegirlo, hoy muchos están hartos del infinito desprecio que siente por la Constitución, leyes y los derechos humanos. Le place delinquir y exhibe arrogancia haciéndolo. Nos abruma escucharlo fomentar confrontaciones bélicas, porque los venezolanos queremos disfrutar de la vida. Dele una oportunidad a la paz, señor presidente. Recibió un mandato que no fue licencia para exterminar adversarios o detractores, ni emprender una guerra civil.

Respétenos, acate la Constitución Nacional vigente, nuestros inalienables y humanos derechos. Cumplirá una década en el poder intimidándonos, a las millones de personas que no creemos en el despotismo materializado o prácticas políticas-castrenses de origen fascista-comunista-terrorista. Interrumpa y deseche su acoso militar contra nosotros, no prosiga criminándonos. Jamás hemos portado armas letales y nunca participamos [ni lo haremos] en rebeliones. Amita que fue usted quien capitaneó dos eventos insurreccionales, ambos fallidos. No tiene rasgos de individuo corajudo cuando tuerce la historia, atribulándonos mediante prolongadas intervenciones públicas en medios de comunicación que ordena encadenar.

Reflexione, señor. Confesó haber urdido [durante años] golpes de Estado en nuestro infortunado y penitente país. La nación venezolana pareciera purgar condena de tortura por haberlo elegido como máximo «jefatural». Es obvio que el vulgo se equivocó. Su pútrido funcionariado del Ministerio de Propaganda Revolucionaria no podrá maquillar u ocultar la verdad.

Ha hipotecado la nación, suspendió presupuestos de mantenimiento para la infraestructura del Estado, propicia miseria, desinversión pública y privada, divide o enemista a los pobladores con su inconmensurable odio hacia hombres y mujeres libres que rechazamos ser adoctrinados, legitimar la crueldad revolucionaria y su pretensión de tiranizar sempiternamente. Falso que destruya para construir, conforme a dictados de la Cábala. Mire cómo continúan los cerros de Caracas, plagándose de ranchos y malvivientes. Observe la proliferación de la indigencia en las calles de las principales ciudades de Venezuela, el asalto a residencias, instalaciones universitarias y religiosas, secuestro, robo, atracos y asesinatos, el inexcusable terrorismo judicial, la persecución política y ejecuciones extrajudiciales.

No sea soberbio, señor, no intimide más ni fomente el abominable eslogan «Patria, socialismo o muerte». Corrija la administración pública que actualmente bajo su responsabilidad. Invierta los recursos financieros de la república en los ciudadanos venezolanos, quienes no somos culpables de nada que no sea anhelar mejores condiciones de existencia. Individuos que nos mantenemos en situación de resistencia frente al canallaje revolucionario. Entienda que no debe continuar inmiscuyéndose en asuntos de otros territorios, no le conciernen ni tampoco a ciudadanos venezolanos. No malverse nuestro tesoro para financiar sublevaciones en otros territorios. Fue elegido «Principal de País» para respetar y obligar cumplir la Constitución y leyes, administrar cauto, eficiente, los dineros públicos. No derroche dineros ajenos fuera del país, no publicite agitaciones políticas ni compre pertrechos bélicos que no necesitamos.

Sea civil, respete nuestros inalienables y humanos derechos. Aun cuando fue militar, presentó una candidatura civil. No amenace más con charreteras u ostentación de armas a quienes no creemos en el socialismo-comunismo, tampoco a otras repúblicas en las cuales sus ciudadanos desean preservar la libertad plena y el librepensamiento: preceptos a los cuales adhieren. No es tiempo de muerte: empero, sí de patria, familia, fraternidad, trabajo y progreso. Reflexione y deponga sus regimientos, violencia verbal y asedio. Admita que la doctrina despótica es lesiva para la humanidad. Corrija su rumbo. Retome la Constitución Nacional y reléala, especialmente los artículos relacionados con nuestros derechos civiles [sin cesar ni misericordia, violados por esa monstruosidad que ustedes llaman «revolución»: artículos 43, 44, 46, 47, 48, 49, 52, 53, 55, 57 y 59] Sea civil, señor, respete nuestros inalienables y humanos derechos. Hágalo. No tiene justificación y es deplorable socavar las bases que todavía mantienen erguida a Venezuela. Pare de propugnar tanto odio, segregación, actos discriminatorios de aberrante casta política. Dele una oportunidad a la paz. No es apócrifa esta misiva.

NOTA

(01) Anexé mi novela titulada Aberraciones, cuya trama ilustra respecto a sucesos aborrecibles en la «República de Pathos». Dos ediciones, 1987-1993. [https://logicaycriticadeldiscurso.wordpress.com/2019/09/30/aberraciones-novela-de-j-ure/]

@jurescritor

 


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