En las últimas horas hemos visto un error garrafal; un pacto oculto para la derogación de la ley laboral de Rajoy entre EH Bildu, un partido proetarra, y el gobierno de España. Este pacto se forja para lograr los apoyos para la quinta prórroga del estado de alarma en el Estado español, una decisión que creo acelerará el proceso de cambio político.

El gran error, y creo que estarán de acuerdo conmigo, no es solo el pacto con un partido político entredicho, sino la gran inestabilidad que esto crea en el ámbito jurídico. El cambio de una ley laboral en plena pandemia hace no solo que el ciudadano que se beneficia de dicha ley se sienta indefenso, sino que los empresarios se vean entre la espada y la pared.

La gravedad de la situación ha ocasionado que haya millones de desempleados y miles de empresas destruidas; un cambio jurídico en el ámbito laboral, sobre todo de la magnitud planteada, socava aún más las desgracias de esta pandemia. Como si fuera poco, ahora mismo no solo está sobre la mesa la inseguridad económica, sino también una inseguridad jurídica.

Aunque estoy seguro de que el mencionado acuerdo no se llevará acabo en el corto plazo, este error ha vislumbrado unas posibles elecciones generales. El miércoles, justo antes de que finalizara el día, salió a la luz este pacto que establece una “derogación íntegra” de la ley laboral de 2012, lo cual fue desmentido por el Partido Socialista horas después y reafirmado nuevamente por el vicepresidente Pablo Iglesias, quien declaró que “lo firmado, firmado está”, dando a entender que ese cambio procederá con el alegato de que fue algo que se estableció en los acuerdos de gobierno y se le debe cumplir al ciudadano.

¿Qué pasa entonces? En mi opinión, siento que el vicepresidente Iglesias está firmando el divorcio con el gobierno, dando a entender que ellos sí están actuando con responsabilidad con su electorado y que si no se logró el cambio legal es, solamente, porque el Partido Socialista Obrero Español no lo quiso.

Pablo Iglesias desea abandonar el barco que se está hundiendo, ya que él no quiere terminar como Jack Dawson y Rose DeWitt, arrastrados por el Titanic. Este gobierno tiene un claro desenlace: el próximo fin de esta legislatura porque el gobierno no goza de la confianza ni de la cámara, ni del ciudadano. Al gobierno de España no lo salva ni los socios del gobierno de Sánchez, ni las extrañas encuestas de Tezanos. Si el barco se hunde y el gobierno se desmorona, el partido Podemos quiere quedar como Rose, encima de la tabla y ser la única sobreviviente de la izquierda.

Si esto llega a pasar y se aprueba una derogación íntegra de la norma laboral, tendremos una crisis mucho más profunda de la que pensamos. Estamos en el punto en el que, si no actuamos con responsabilidad, podríamos perder todo lo que se ha trabajado por más de 45 años.  La crisis económica puede derivar en una crisis social, la crisis social traería una crisis política y, si esto se da, perderemos todo por lo que hemos estado trabajando: la unidad y el bienestar de todos los españoles. Ahora más que nunca se debe actuar con responsabilidad, enfocados en la recuperación económica, social y, sobre todo, política.

Esta crisis nos ha dado a entender que este gobierno, tal cual como está, es inoperativo e ineficaz. Hay que sentarse a pensar en qué es lo mejor para los españoles, para el tejido empresarial y para la economía futura. Por esto mismo, en el corto plazo veo elecciones generales, una reestructuración del Estado y la vuelta al bipartidismo clásico.

Pensemos en el futuro, busquemos soluciones innovadoras, acortemos impuestos a las empresas, creemos trabajos de calidad, invirtamos en la sanidad, en la educación y en el fortalecimiento de las demás políticas públicas y, especialmente, pensemos en todos los ciudadanos por igual. La clave del futuro de España es que todos trabajemos en esto; es que tú, que me estás leyendo en Madrid, Murcia o en el País Vasco, pensemos en todos y no solo en intereses personales. La única solución es que todos rememos en la misma dirección.


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