Los precios de la electricidad en el reino están “por los cielos”.

El socialismo no pudo lograr que hayan precios asequibles para todos. Y eso que tienen una vicepresidenta “para la transición ecológica” que no tarda en amenazar en crear una empresa pública de energía, con resultado más que obvio de su inviabilidad porque el mercado eléctrico no está para experimentos y peor para que la gruesa mano de la burocracia estatal sea parte de.

El “récord” del precio será esta semana, según informes y analistas, porque en el mercado mayorista de la electricidad estará en 154,16 euros el megavatio/hora (MWh) comparativamente con Inglaterra 230,65 euros; Alemania 141,32; Francia 139,4 e Italia 148,18. Portugal y España tienen mismos proveedores de gas y por tanto son casi hermanos siameses de un mercado eléctrico bastante complementario, por tanto sus precios son iguales.

Ciertamente toda Europa está bajo una “oleada” de precios altos, el aumento en España es de terror.

El motivo, entre varios, es que hay menos gas y el que hay es más costoso. Además que España no es gran productor de gas para encender sus termoeléctricas y las renovables no han logrado -aún- consolidar una importante porción de la “torta” de oferta eléctrica.

Las “soluciones” no van a ser fáciles: la administración socialista de Sánchez Castejón prepara “un paquete” de respuestas que podría incluir: baja en algunos impuestos, para compensar, revisar sus tarifas reguladas y la eventual obligación a grandes compañías eléctricas a ofertar/subastar energía entre distribuidores y comercializadores. Importante rescatar éstos conceptos: “…todos los mercados son marginalistas…”, dice Jorge Sanz, expresidente de la Comisión de Expertos para la Transición Energética, de manera que -siguiendo a Sanz- “…la bolsa es un mercado marginalista porque el precio refleja la escasez o abundancia de las acciones en todo momento de la negociación”, concepto que se aplica al mercado eléctrico que hoy sufre -como dijimos- por el alto precio del gas, el poco gas de España, el costo aún no modesto de las renovables y el alto consumo de la gente que no quiere imponerse una práctica de eficiencia energética personal o familiar de ahorro. De momento el gas puede garantizar -en tanto las renovables sean protagonistas del escenario energético- de que haya suficiente oferta para cubrir la demanda existente.

Algunas medidas que varios partidos opositores sugieren y analistas expertos es: rebajar IVA, suprimir los impuestos de las regiones autónomas, suprimir el impuesto al valor de la producción de la energía eléctrica y utilizar casi 2.500 millones de euros que se tiene “guardados” por emisiones de CO2 que podrían utilizarse en situaciones como esta.

En 1975 las plantas eléctricas tenían una potencia instalada de 25.000 megawatios. En el año 2000 eran el doble: 50.000 megavatios (Red Eléctrica Española). En 2010 esa potencia era movida con gas traído de Argelia o de cualquier parte, garantizando el suministro eléctrico, pero la economía hizo lo suyo: varias crisis económicas que atacaron los bolsillos de la gente hicieron que haya menos consumo energético y por tanto mucha de esa capacidad instalada quedó sin utilizar.

El denominado “ciclo combinado” que es uso de gas y vapor es la fuente por excelencia de la generación eléctrica (de manera que parte de los gases de esa combustión en lugar de escapar al exterior, se reutilizan para mover otras turbinas). Son ampliamente usados en el mundo, como puente de transición entre las obsoletas plantas que utilizan carbón y las muy nuevas de renovables.

Las generadoras solares, eólicas e hidráulicas aún dependen del sol, viento y lluvias, respectivamente, en tanto consolide una forma de almacenar para mantener un suministro eficiente y continuo.

A ello vino el “boom” de las renovables, sin que la tecnología haya avanzando al punto de hacerlas confiables en 100% y se empezó a ver con desdén al carbón y al gas -pese a que el gas es más limpio y es “transición” entre fósiles y renovables- y se le empezó a poner “multas” e «impuestos” a la producción eléctrica que genere más CO2, por supuesto las termoeléctricas de ciclo combinado de gas generan CO2, lo que empezó a encarecer el servicio de generación y lógicamente afectar al usuario final.

A ello hay que agregar que se dispuso que entrarían “primero” a los mercados las generadoras desde renovables, las que menos contaminan, luego la generadora nuclear y por último la termo. Eso continuó encareciendo la generación hasta llegar a este punto: en este momento 1) España no tiene producción de gas para autoabastecerse; 2) no logró consolidar a las renovables como principal fuente de generación, le falta mucho: 3) el gas está encarecido, viene de afuera y hasta le aplican costos por meter la generación al mercado y 4) la pandemia redujo el nivel de consumo de electricidad, obviamente perjudicando financieramente a las generadoras desde gas y con el desconfinamiento volvió a subir el consumo eléctrico y agarró a los españoles, vulgarmente hablando, con los pantalones abajo: un sistema de generación muy debilitado en un mercado muy complicado: sucede que hoy la gente está demandando consumir más electricidad pero la gente tiene menos ingresos (menos empleo, menos ingresos) entonces ello pone en situación delicada a los gobiernos que deben satisfacer las demandas de la gente porque sus promesas populistas decían eso: energía barata.

La energía no es barata, de momento, porque la tecnología aún no está en su punto de máxima evolución (para el caso de la generación renovable) y el carbón es el más odiado de los generadores (por la alta contaminación), entonces queda dar más estímulos al gas como elemento de transición.

El paso desesperado que podría hacer el gobierno español es “nacionalizar” las compañías, sería un error absoluto. Pero ante la presión de la gente son capaces. Y cuando digo nacionalizar, digo meter la mano al mercado, creando subsidios y demás.

Toca, seguir empujando inversiones en tecnología para que las renovables consoliden su porción en el mix energético; reducir costes estatales sobre el gas; continuar políticas de eficiencia energética, la gente debe ahorrar, nos guste o no, porque la energía es un bien que debe cuidarse y utilizarse sin despilfarro; menos estado y más iniciativa privada en el sector y principalmente buscar mejores formas de descarbonizar la economía para liberar volúmenes de gas que en vez que cubran otras porciones de la economía vayan a generación eléctrica. Soluciones pueden haber muchas, pero la principal está en manos de nosotros: eficiencia.


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