Al parecer continuamos en un ciclo sin fin, en un acto continuo, consecuente y repetitivo que ha perdurado en el tiempo para los venezolanos y aunque daño haga, hoy día para una gran mayoría ya parece normal, estamos en medio de lo mismo, de lo de siempre, es lo que está nuevamente por ocurrir, el ir a diálogo y elecciones, el aplicar métodos clásicos de una democracia en un país que ha sido secuestrado y a sabiendas de que estos mecanismo ya no funcionan, por el no ser aptos para combatir y si quiera poder frenar lo que sufre Venezuela.

Todo indica que: o no se ha aprendido de los fracasos del pasado o se es cómplice de quien mantiene sometidos a los venezolanos, que en lo particular la situación apunta a lo segundo. Ya vemos nombres de países para ir a sentarse a dialogar y estamos encaminados a otro escenario electoral, a otra farsa contienda donde sucederá lo de siempre, legitimar al régimen, darle carácter legal y demócrata, darle fuerza y rango de ley, en fin, darles las de ganar y una vez más la ley de la ventaja, mediante el diálogo y el voto, sus herramientas o mecanismos preferidos para mantenerse en el poder y lograr el cumplido.

Ya se habla de Noruega y se afirma el tener que ir a votar, pues es así como los allegados al “gobierno” interino dicen poder “salir” de la crisis, es así como estos embaucadores de oficio le apuestan a lo mismo bajo el fin de obtener beneficios propios y partidistas, para así también recibir una tajada en el plato y formar parte del escenario político; pero eso sí, bajo las órdenes del régimen, tal como actúa el interino, a merced de quien humilla y pisotea a los venezolanos, algo que prefiera que le satisface y gusto le da, que le ha traído beneficios en lo económico y que lo ha posicionado como lo que Maduro quiso querer ver, su “contrincante”.

El escenario pinta igual a los anteriores, ya se actúa sin tener vergüenza y ahora todo es un descaro, no es honestidad, es que ya no existe ni el mínimo de respeto hacia una ciudadanía que padece, sufre calamidades y es sometida, mientras la clase política que dice ser “oposición” solo goza, se da buena vida, llevan a cabo lujosos viajes y apetecen exquisitos manjares, una clase política vaga que está acostumbrada a martillar y quitarle al débil, a tomar whisky del bueno junto con sus camaradas del régimen y a burlar a todo un país que anhela un verdadero cambio.

La enseñanza está y hay que ponerla en práctica, y es por ello que debemos cambiar, que hay que quitar ese chip de ser opositor, pero aun así mantener pensamientos o mentalidad de izquierda, de controlar las emociones y de no dejarse llevar por el tráfico de esperanza. Ahora, es momento de rechazar lo que estos sujetos proponen, de no acatar su pedido y de pedir su ilegitimidad, por desempeño, oficio y por demostrar un apego directo a quien destruye el país; es momento de no votar e ir a la abstención, de no legitimar una vez más al régimen y de una vez por todas mediante el no acatar sus órdenes deslegitimar a todo aquel que busque enaltecer, proteger y darle larga vida.

 


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