Lo que está pasando en la economía y afectando nuestras vidas no es fácil de entender. Intentaré hacerles un relato claro y sencillo.

El peor gobierno de la historia republicana destruyó el bolívar como institución social, en 2018 lo fulminó al eliminarle 5 ceros. La dolarización de hecho, asimétrica e injusta, es consecuencia de una ausencia de políticas monetaria y fiscal, en un clima de absoluta falta de confianza.

La dolarización desordenada se da por el caos de la hiperinflación de 36 meses; con 6 años de caída libre del aparato productivo, 35% cayó en 2019.

El usurpador devaluó 97,8% el bolívar, restando solamente 3 puntos porcentuales de usabilidad del bolívar. Es un contrasentido hablar de estabilidad en una economía que ha destruido su signo monetario, eliminándole las cualidades de ser unidad de pago, patrón de medida contable y reserva de valor.

El régimen es el culpable de la repudiabilidad del bolívar, en medio de una sequía de reservas con solo 800 millones de dólares líquidas y disponibles.

Sin embargo, algunos admiten una estabilización chucuta, dentro de una economía chiquita que alcanza un tercio de lo que era y generadora de profundas desigualdades. La dolarización no se produce gracias a Maduro, o sí, en el peor sentido. Todas las hiperinflaciones terminan cuando se logra estabilizar con un plan creíble y una nueva moneda (tu moneda siempre muere). O por la ocurrencia de una sustitución de moneda, lo que sucedió de facto. De manera que el fenómeno surge por incompetencia aunada con la corrupción del narcorrégimen de no poder estabilizar con el bolívar.

La usurpación finalmente asumió el barranco. Nada más. Pero eso no es todo. De la mano de eso vino la liberación de precios y del tipo de cambio. Todo de facto, por cierto. Por eso notas la reactivación de algunas empresas y ves producción doméstica. Si vas al automercado consigues algunos productos nacionales, igual ocurre en las farmacias. Los laboratorios están produciendo porque pueden cobrar precios que les reportan ganancias. Anteriormente no producían por eso. Nadie va a invertir mucho más. Pero aprovechan la capacidad instalada que disponen, porque ahora pueden cobrar lo que les cuesta producir. También se prendió la lavandería con el dinero de la corrupción que quedó preso en el país por las sanciones, de allí las edificaciones de lujo de Las Mercedes y las camionetotas.

El próximo capítulo será privatizar todo lo estatizado, entre los panas de la «robolución». De este modo se detiene la caída, no es que vuelves al PH. Te quedas en el sótano o subes un par de sótanos. Pero no vuelves a lo que eras, y no es genialidad del usurpador. Se debe en parte a las presiones del lado chavista y afines encubiertos, que quieren seguir haciendo plata y ya están hartos del cubanismo.

Dime con quién andas y te diré quién eres. Mira a los rusos. Ante el colapso del Estado, a principio de los noventa, aplicaron capitalismo salvaje y los oligarcas se hicieron millonarios, nacieron con la privatización de las empresas colapsadas del Estado. Ellos no tuvieron hiperinflación. No perdieron la moneda. Nosotros sí y los boligarcas medran ávidos de seguir haciendo plata. Pero también hay un sector privado tradicional que ha estado en modo supervivencia y que ahora aprovecha la oportunidad de prender las máquinas nuevamente.

La situación venezolana es frágil y tiene techo bajo, porque la institucionalidad es supremamente precaria y no hay financiamiento externo. En este sentido, nadie puede hablar de bonanza, pero sí es la transición hacia otro modelo económico. No parece ser China el modelo al cual quieren converger, esto se parece más a Rusia.

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!


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