En un entorno democrático, los partidos políticos desempeñan un papel fundamental en la vida de un pueblo, pero cuando ellos por sus actuaciones dejan de representar los intereses populares, no solo la población los cuestiona, sino que incluso los militantes se apartan al interpretar que sus dirigencias no representan los intereses que los agruparon. Esta apreciación se complejiza cuando esos partidos tienen dirigentes eternos que no realizan elecciones internas, que comienzan a responder a sus intereses particulares y, en nombre de las organizaciones que dicen representar, negocian, cohabitan e incluso se hacen cómplices del sistema.

Frente a esta circunstancia, cuando una dictadura delincuencial se ha apoderado del país, y directamente es apoyada por dichas organizaciones políticas, la sociedad civil comienza a tener un importante papel al cuestionar dichas relaciones, apartarse de ellas, y por su cuenta la induce a resistir, adversar la tiranía y concentrarse en su propia subsistencia y reacomodo.

Entre tanto, observa claramente cómo las directrices de las organizaciones del crimen internacional cambiaron de la táctica armada guerrillera para apoderarse de gobiernos y de sus territorios al elaborado sistema electoral planeado fraudulentamente, el cual le proporciona el acceso al poder de forma aparentemente legitima. A partir de ese momento, imponen como fachada al socialismo, luego al comunismo, y finalmente extienden su poder intentando desestabilizar a los gobiernos democráticos. Lo que no previeron es que en algunos casos sus procedimientos fueron descubiertos y, en el caso de Venezuela, y a pesar de las reiteradas demostraciones de fraude fueron expuestos legal y convincentemente, las cuales provocaron acciones tardías, pero contundentes contra la usurpación.

Es de allí que, aplicando la Constitución, se produjo el virtual nombramiento de un gobierno de emergencia encabezado por el presidente de la Asamblea Nacional, quien colateralmente fue designado presidente encargado y autorizado a aplicar las medidas necesarias orientadas a lograr el objetivo de desplazar al régimen del poder, organizar el gobierno de emergencia y finalmente, limpiar el sistema electoral para poder llevar al menor plazo posible elecciones transparentes para elegir los poderes públicos.

Ninguno de los objetivos fijados en dicha transición han sido cumplidos. La decepción y frustración del venezolano continua en aumento, y los apoyos internacionales ya ponen en duda que más allá la competencia asignada e independiente el apoyo a supuestos diálogos y negociaciones frustradas perciben que la gestión transitoria ha sido ineficaz e incluso que se apartaron de los intereses nacionales e internacionales, y que sus actores han entrado en buena medida en complicidad con un gobierno ilegitimo, y corrupto declarado terrorista.

Un potencial gobierno de emergencia hubiese tenido que llamar a lo más representativo de la sociedad civil para enriquecer sus objetivos, integrar cuerpos diplomáticos idóneos, un gabinete profesional y un plan adecuado de reconstrucción nacional. Nada de esto ocurrió, pues se ha despreciado el recurso de ese capital humano, se echó mano del amiguismo y a la designación de personas sin experiencia, incluso sin calificaciones adecuadas y su gestión ha sido ineficaz.

La circunstancia inédita de la situación política el régimen se ha apoyado en una intensa propaganda para aparentar legitimidad y ha alineado toda su fuerza en eliminar a la Asamblea Nacional, ilegalizar a partidos políticos. Los ha despojado de sus directivas las cuales han sido y están siendo sustituidas con colaboracionistas, propiciado que ellos se queden con la marca partidista y los haya comprometido para ir a un proceso electoral parlamentario que con un sistema electoral pervertido logren repartir “democráticamente” las curules y dar una absoluta y total apariencia de legitimidad que le permitirá lavar la cara ante la comunidad internacional y lograr finalmente el objetivo primario de preservar el poder y directamente favorecer los intereses del crimen internacional.

Frente a todo ello, la sociedad civil en todo su espectro ha reaccionado de casi todas las maneras posibles, incluyendo de manera limitada su oposición al régimen. Esa sociedad civil está compuesta por cientos de organizaciones que bajo la denominación de ONG. Frentes electorales, entendimiento, constitucionales, constituyentes, tertulias, grupos de opinión, grupos profesionales, académicos, gremios profesionales, magisteriales, empresariales, sindicales, etc. han sostenido un enfrentamiento intelectual, pacífico, de resistencia civil, con argumentos civilistas creyendo que se enfrentan a un gobierno democrático y que en realidad es una organización del crimen Internacional.

Las características operativas de tales frentes o grupos de opinión en un ambiente de pérdida de libertades públicas, tienen un factor común, sacar al régimen con el básico argumento de la usurpación del poder y la necesidad de crear un gobierno de emergencia para superar la extraordinaria crisis social y económica, sacar a los invasores extranjeros, retornar al país a la democracia, y hacer elecciones transparentes. Con menor intensidad apoyan el acuerdo de ayuda humanitaria y de proteger la misma con fuerzas militares de paz, apoyados en acuerdos de defensa internacional.

Esta coincidencia para hacerle frente a la coyuntura de un gobierno dictatorial tiene importantes obstáculos como es el incumplimiento de los objetivos por parte de la Asamblea Nacional, y la amenaza potencial de este de perder su representatividad legal cuyo término está por cumplirse sin haber logrado sus propósitos debido a su inercia, incompetencia, acciones del régimen e incluso colaboracionismo.

Está claro que no es posible la unificación total en la denominada unidad superior de la sociedad civil, porque existen tantos objetivos particulares como organizaciones haya; sin embargo, aprovechando los factores comunes es trabajar y lograr la mayor articulación social posible, es decir, unir esfuerzos en pro de objetivos específicos comunes. De no ser así, no se podrán resolver los profundos problemas sociales del país, pues está demostrado que con el statu quo no habrá soluciones verdaderas a la crisis múltiple que sufrimos. Hablamos de articulación entre organizaciones sociales y también entre estas y los partidos políticos cuya militancia exige validar a su dirigencia que también luchan con excepciones por un cambio democrático.

Todos los grupos de oposición verdadera, organizados en pequeños entornos crean una cúmulo de organizaciones que hacen perder de vista el objetivo primario y nunca se ponen de acuerdo, pero se rasgan las vestiduras solicitando la unidad superior. Dicha articulación no significa que las organizaciones sociales –formales o informales– se subordinen a instancias que las supervisen, ordenen o dirijan. Se trata de un acompañamiento mutuo, pero independiente en procura de logro de los objetivos específicos de cada organización, manteniendo el foco en el objetivo general, en este caso, la recuperación democrática del país, que nos permita luego alcanzar los objetivos sectoriales y nacionales.

Hay que reconocer que se han hecho esfuerzos en ese sentido, improductivos e ilusorios algunos; las pequeñas infamias pueden más que la unión y los objetivos comunes. Sin embargo, aparecen iniciativas para organizar la sociedad civil, pero ellas también pecan de segregacionismo, imponen condiciones y restricciones. En el papel todo parece tangible y realizable, pero si no nos organizamos no podemos exigir a la AN y mucho menos pedir las justas exigencias de cambio.  Ese papel se pierde al utilizar baremos excluyentes como por ejemplo restricciones en lo relacionado al tipo de liderazgo, antecedentes partidistas calificados de indeseables, ser líder en las redes sociales, y algunas deshojan la margarita, buscando a líderes que se adapten a perfiles ingenuos o no existentes, y a la larga, nuevamente excluyentes y lamentablemente fracasan.

La única manera de enfrentar el cambio es organizándonos, pero el tiempo acogota, es limitado y la población muere de mengua por lo que todos conocemos, De una vez por todas, debemos entender que la sociedad civil está integrada parcialmente por agrupaciones de organizaciones transcomplejas, es decir, por un tejido de núcleos heterogéneos, pero articulados sobre bases mínimas y comunes. Los emprendedores amigos de la sociedad civil deben entender que las naturalezas de las organizaciones son heterogéneas, pero unidas en una tupida red presentan la particularidad paradójica de relaciones múltiples que pueden conducir al éxito. Por supuesto, tienen la complejidad de eventos y acciones, retroacciones y azares que determinan esa complejidad que plantea la necesidad de comprender científicamente su dinámica y conocimiento en un entorno nacional e internacional y las necesidades sentidas de esa sociedad, sin egoísmos e inteligencia a un propósito común.

Lamentablemente nunca se va a tener a una organización centralizada al viejo estilo administrativista. Entreguemos el bártulo empíricamente a quienes han destacado por tener un lenguaje popular, claro, con los objetivos comunes, y dejémonos de pendejadas y apoyemos un grupo de personas competentes, de experiencia y trascendencia, no hagamos más el ridículo, pongamos en manos, sin orden de jerarquía a todos aquellos que en el país y en el exilio tiene esa condición supra. No debo citarlos, pero todo mundo sabe quiénes son, solo falta un militar de prestigio y lo tenemos en el Frente Institucional Militar.

Ese grupo calificado para gobernar existe y trajina ese factor común señalado, tiene la responsabilidad de articular con las cabezas de los grupos que integran, aunque sea parcialmente a la sociedad civil para solicitar la ayuda humanitaria apoyada por la coalición militar de paz, sin vergüenza, de nombrar a los ministros del ramo y disponer de un Consejo Ejecutivo adecuado que permee hacia las regiones.

Es decisiva esa junta de gobierno, que permita preservar las relaciones y decisiones más convenientes al país y a la comunidad internacional, que la presida alguno de ellos cuyo liderazgo, perfil profesional, experiencia y reconocimiento nacional asuma su conducción antes de que sea defenestrada por una ilegítima nueva Asamblea Nacional, írrita en su elección y que inevitablemente será elegida fraudulentamente en diciembre si no actuamos a tiempo.

Consolidemos una estrategia adecuada a todos los grupos de opinión, que dicen representar a fragmentos de la sociedad civil a apoyar a un gobierno de emergencia, marchemos con diligencia contra al régimen; en la calle, en el combate contra el narcotráfico, contra la invasión de cubanos, contra las explotaciones de nuestros recursos, del robo y de la agresión de los paramilitares. Vamos contra los militares corruptos, demos la oportunidad sin egoísmo a los patriotas militares que no han visto con claridad a quién seguir para enfrentar conjuntamente con la ayuda internacional a quienes roban y especulan al pueblo.

La idiosincrasia venezolana de algunos, de sabelotodo, fanfarronería y de que el mundo gira alrededor de su trasero, debe ser abortada con inteligencia para construir el mecanismo organizacional transcomplejo adecuado y vencer al monstruo sin patria que nos pretende gobernar, incluyendo a los intereses de los nuevos imperialistas del otro lado del mundo, que se dedican a expoliarnos. No podemos ser observadores nada más sin involucrarnos por la conquista de la democracia y la libertad y hacer lo necesario para expulsar a quienes desean apoderarse de cada uno de nosotros, de continuar entregando al país, incluso de gobiernos del continente americano en una suerte de estrategia global del mal.

 

 


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