Un bromista de esos que abundan en Whatsapp, más en estos tiempos de confinamiento, nos hizo llegar un alegoría con la frase que titula estas líneas en la que se pregunta cómo pudiera sentirse un escocés al enterarse de que a su país ha llegado un cargamento de emergencia con importación de whisky. De nuestra cosecha agregamos la alegoría de sendas banderas del país de donde proviene la importación de aquella bebida espirituosa coronando las torres del Parlamento en Edimburgo y en  las destiladoras de Johnny Walker, Old Parr u otras. Pues eso mismo es lo que acaba de ocurrir en Venezuela esta semana con la llegada de la gasolina importada de Irán y el insólito despliegue patriótico ondeando la bandera de aquella devota nación de los ayatolas, exportadora de productos petroleros y  también de terroristas.

Como era de suponer –y se explicó en esta columna la semana pasada– no hubo ninguna interferencia al viaje de los tanqueros por cuanto la norma internacional es la de la libertad de comercio y de los mares. No se violaron las leyes internacionales y se permitió que “revoluciones hermanas” desplegaran muestras de solidaridad destinadas al doble propósito de auxiliar a una Venezuela postrada en crisis y también provocar a Estados Unidos en términos geopolíticos. Así visto el asunto pudiéramos reconocer que este round lo ganó Maduro & Co. al poder solucionar –así sea temporalmente– el tema de la gasolina cuya relevancia a ojos del público excede la discusión de su cuestionado origen. Pero… la pelea continúa y quedan aún varios rounds por definir no solo en el campo petrolero sino en  otros frentes que parecen ir inclinando la balanza en favor de una definición favorable a la alternativa no solo democrática sino del mejoramiento de la calidad material de vida de la población. El plazo no será corto, pero ya luce irreversible.

En otro de los frentes que a primera vista luce favorable a la usurpación se ha conocido la insólita sentencia emanada de un grupo de señoras y señores que despachan vestidos con unas togas con ribete rojo. Ellos dicen que son el Tribunal Supremo de Justicia y hasta se lo deben creer porque funcionan en la sede que la República construyó y destinó para asiento del Poder Judicial Legítimo. La sentencia en cuestión reconoce como Asamblea Nacional a un grupo tan “chimbo” (el de Parra) como lo son ellos y desconocen a la Asamblea Legítima que el 5 de enero se constituyó con quorum verificado bajo la presidencia del diputado Juan Guaidó. Seguramente de allí saldrá la maniobra para designar el  nuevo Poder Electoral tan chimbo como ellos y el Tribunal que los reconoce.

Pero… parece que algunas tormentas amenazan el “paso de triunfadores” del equipo bolivariano. La primera de ellas el rumor –entendemos que aún no confirmado– según el cual un fiscal federal de Nueva York  proyectaría imputar a la respetable “primera combatiente” por cuestiones de tráfico de estupefacientes.

El segundo nubarrón es el palo que el Banco Central está recibiendo ante los tribunales ingleses en el caso de la demanda que ha interpuesto para que se le devuelva el oro cuya propiedad reclama el gobierno usurpador y que oportunamente fue depositado en custodia en el Banco de Inglaterra para garantizar alguna operación que se incumplió. Como el Reino Unido reconoce a Guaidó, por lo mismo sus tribunales desconocen la cualidad de quienes indebidamente se arrogan la representación de la República.

Por si lo anterior fuera poco, la usurpación ha anunciado que logró un acuerdo con el Banco de Inglaterra y que el metal será entregado al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para utilizarlo en la compra de medicamentos y equipos para combatir la pandemia. Falso de toda falsedad, aunque bien diseñada la mentira para luego echar la culpa a Inglaterra por no poder disponer de los recursos para enfrentar la fase más aguda del coronavirus que dicen se avecina.

Y como guinda de la torta ahorita es que se vinieron a dar cuenta de que en el caso de Directv la cuestión no era la de ocupar triunfalmente sus instalaciones al amparo de una sentencia “exprés” sino de quien tiene el control efectivo del suiche  donde se quita y pone la señal. Sorpresa: el suiche está en Estados Unidos y allí no hay Maikel Moreno que valga ni se acatan los caprichos de Conatel.  Por ahora la “revolución bolivariana” no ha podido convertirse en universal como lo soñó el difunto.

Seguirán los rounds que aún quedan por discurrir, pero ya luce que uno de los combatientes está agotado y se resguarda defensivamente contra las cuerdas. Sin embargo –por ahora– podemos estar tranquilos porque parece que no habrá que importar bellas misses siendo que en nuestra Venezuela las mismas siguen abundando para orgullo del gentilicio.


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