A veces parece que no, pero el barco del socialismo se viene hundiendo, a pesar de los esfuerzos de sus jerarcas de aparentar lo contrario, y por achicar con mentiras su eminente naufragio.

La usurpación se encuentra contra las cuerdas, las sanciones emitidas por los Estados Unidos de Norteamérica, la discreta sacada de silla que turcos y chinos le hacen a Maduro, y la posición de Rusia que es de mucho ruido y pocas nueces, ponen nerviosos a aquellos que tienen mucho que perder al cesar la usurpación, y que tienen más de una cuenta pendiente con los tribunales internacionales.

La Organización de Estados Americanos no afloja, aunque para nuestro criterio debe pisar el acelerador para avanzar con más énfasis en el caso venezolano; la Organización de Naciones Unidas hace lo propio con cada desplante a los enviados de la usurpación.

Maduro está solo, no puede confiar en nadie dentro ni fuera del país. Sus mentores cubanos poseen los ojos puestos en la nueva “vaca a exprimir”, en este caso el México conducido por Andrés Manuel López Obrador.

El barco se hunde porque no hay producción petrolera. El barco se hunde porque no tenemos a nadie que nos compre lo poco que producimos. El barco se hunde porque los rusos no vendrán a salvar a Maduro, ni los chinos tampoco.

En las altas esferas del poder usurpado, ya saben las dimensiones de la realidad actual, por tal razón más de uno ya entró en conversaciones con los gringos para salvar su pellejo, y es que para nadie es un secreto que en la Casa Blanca no están jugando carrito.

La cacareada “lealtad revolucionaria”, es como el amigo que acompaña al otro hasta la tumba, pero no se mete con él en el hueco. Muchos han acompañado a Maduro en esta aventura de usurpación del gobierno, mas no están totalmente interesados en verse en un futuro con un uniforme anaranjado en las prisiones de Estados Unidos, o peor aún en Guantánamo.

Hace aguas el barco; más de un militar piensa sobre su papel en toda esta tragedia, y los rumores dentro de las Fuerzas Armadas son cada vez más altisonantes, más ruidosos, más peligrosos para aquellos que tienen secuestradas las instituciones del Estado venezolano.
El barco se hunde, pero esto no indica que ya esté en el fondo del mar. Los venezolanos, y sobre todos aquellos que tienen responsabilidad en la conducción política, tienen que hacer los mayores esfuerzos para lograr el objetivo del cese de la usurpación venezolana.

Debido a esto, seguimos firme en que la ruta más idónea para alcanzar la liberación nacional es la trazada por María Corina Machado con la Ruta del Coraje, no será con diálogos, conversaciones o actitudes cándidas que lograremos expulsar a los trúhanes que azotan a Venezuela.

La cosa está a punto de caramelo, Maduro no podrá resistir la embestida democrática, decidida y ciudadana de una nación que luche fuerte y valientemente por su libertad. De esto estamos plenamente seguros.


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