Por equipo editorial

Concluye el 2022 y la crisis educativa en Venezuela pareciera no tener conclusión en términos políticos, económicos y sociales.

Así tenemos que el salario docente se deterioró en más de 70% desde marzo, sin obviar que para ese entonces solo eran ingresos de sobrevivencia, lo cual coloca la situación de los profesionales de la educación en condiciones dramáticas.

De hecho, las distintas federaciones, incluyendo las asociaciones de jubilados y pensionados de la educación han anunciado que durante 2023 no están dadas las condiciones para el retorno hasta los planteles, y que más allá de cualquier decisión colectiva, la lucha será activa en las calles, ante una ministra que pareciera ser la jefa de propaganda del régimen, ataviada de costosas ropas y maquillajes, mientras parte de su claque viaja hasta Rusia, en tiempos donde los llamados «aguinaldos» apenas si alcanzaron para comprar alimentos que llenaran las despensas durante cuatro o cinco días.

Así, no solo concluye el 2022 con la degradación de la carrera educativa, sino que el Programa de Alimentación Escolar (PAE), independientemente del cambio de horario escolar, ha sido suspendido en la mayoría de escuelas y liceos, lo cual representa un duro golpe económico para las familias más afectadas con esta interminable crisis, y que también, observa con máxima preocupación una infraestructura escolar que se encuentra prácticamente destruida. Las instituciones se encuentran sin sanitarios, paredes y techos rotos, sin canchas deportivas, sin pupitres, sin materiales pedagógicos y deportivos, con laboratorios destruidos, y sistemas de agua y electricidad inexistentes en sus salas de máquinas y tuberías. Para qué hablar de equipos de computación.

Una realidad de tal magnitud, motorizada por salarios que en el mejor de los casos llegan a las dos cifras medias mensuales en moneda extranjera, en una nación petrolera, mientras pequeños países como El Salvador elevan las pensiones hasta 400 dólares al mes, revela que las políticas públicas en Venezuela no tienen la educación entre sus prioridades, y más bochonorso resulta que desde el propio «Estado» se diga que existen más de 4 millones de «militares», es decir, más de 90% de los docentes y más de 99% de sus médicos, lo que significa que el neototalitarismo ha expandido su campo de acción como forma de perpetuarse en el poder.

Más grave resulta la afasia que tiene el Ministerio de Educación en relación con el presupuesto asignado para 2023, lo cual implicaría que un enorme déficit se apodere de la praxis pedagógica del país, y por ende, si no hay inversión en lo que debería ser el sector más importante de la sociedad, es obvio, que lo se busca de manera planificada y con alevosía es la destrucción definitiva de la educación, máxime en una nación donde casi un tercio de la población ha emigrado, fundamentalmente por la crisis económica y violaciones de derechos humanos.

Las aulas de clase convertidas en cementerios de chatarra, o espacios casi vacíos con muy pocos estudiantes que deben sentarse en el piso, nos muestra la «educación de calidad» que se afana un régimen en mostrarnos con maestras y profesores que sin negarse a terminar de enterrar el ejercicio de la docencia, trabajan con numerosas limitaciones que parecieran estar al máximo de la ignorancia de un gobierno, que hace tiempo perdió el sentido de la orientación pedagógica y del conocimiento.

Se agota el tiempo, con un enorme déficit de estudiantes y docentes, y estos últimos sin salarios que cubran sus necesidades mínimas de vida, el régimen amparado en una fracasada ministra pretende hacer un circo en 2023, sin menoscabar que las escuelas de educación de nuestras universidades se han quedado con matriculas irrisorias, lo que coloca la carrera de las ciencias pedagógicas con una demanda casi nula a nivel nacional. Verbigracia, el madurismo ha logrado que la carrera de educación esté al borde de la desaparición universitaria.

Se agrava la crisis educativa mientras se multiplica la emigración. O detenemos esta tragedia, o el país terminará desaparecido en su contexto educativo.


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