La titánica lucha del pueblo venezolano por reconquistar la democracia deberá ser registrada con letras doradas en los anales de la historia política continental, su talante fue ratificado el pasado 22 de octubre con la masiva participación -nacional e internacional- en las elecciones primarias para escoger el candidato que representará a la oposición en el proceso electoral presidencial constitucional de 2024.

Ese día el pueblo habló con contundencia, como lo hizo en el referéndum revocatorio presidencial de 2004, luego al rechazar la reforma de la Constitución Nacional en diciembre de 2007, igualmente participó masivamente en las primarias de 2012, más tarde en las elecciones a la Asamblea Nacional 2015, posteriormente asistió a la masiva consulta popular de 2017 que recibió el apoyo de 7 millones de ciudadanos, y finalmente en apoyo esperanzado al gobierno interino de Juan Guaidó en 2019.

En todos y cada uno de esos lances el régimen maniobró para descalificar el rechazo popular a su fracasado proyecto “socialismo del siglo XXI”; aprovechando la fragilidad del liderazgo opositor fraguó profundas decepciones en el pueblo venezolano y la frustración de acabar con el régimen dictatorial.

Ahora bien, el resultado implica analizar sin tapujos el impacto en la política venezolana, frente a la dictadura madurista e igualmente ante la tradicional coalición opositora.  Supongo que mas de uno pensará se deba echar en saco roto y esconder la basura bajo la alfombra, y de esta manera olvidar los atropellos y descalificaciones ejecutadas en función de la unidad como chantaje. Por el contrario, se debe partir de reconocer la inequívoca nueva relación surgida en la oposición al régimen con el resultado de las primarias del pasado domingo.

No solo fue un misil contra la dictadura, igualmente fue sancionado un estilo de hacer política en la oposición, consistente en la arrogancia de los partidos y sus voceros al ejercer un mayorazgo en sus predios, imponiendo reglamentos unilaterales leoninos, para así garantizarse la totalidad de las candidaturas, a los diferentes poderes públicos, ejecutivo y legislativo nacionales, regionales y locales.

Al imponer sus diktats como este de “se acabó el dibujo libre” donde todos debían acatar a pie juntillas la representación impuesta por llámese la Mesa de la Unidad, Frente Amplio, Plataforma Unitaria o en su defecto el derrocado G4, so pena de ser descalificados como divisionistas o chavistas y colaboradores del régimen a quien osara rebelarse al cogollo.

Debemos recalcar que siempre serán necesarios los partidos políticos en la reconstrucción de la democracia, a quienes corresponde ahora redimirse mediante la redefinición de sus programas que justifiquen su existencia en la nueva etapa política que se inició el pasado domingo. Por tanto, a socialdemócratas, socialcristianos, marxistas leninistas, librepensadores, etc., la realidad les obliga a presentarles a los venezolanos la visión de país que deseen compartir en la reconstrucción de la democracia.

Los efectos de la consulta popular del 22-O han sido devastadores para la tiranía, esta intentará aplicar el guion de la Nicaragua de Daniel Ortega, del castrismo, de sus aliados internacionales el criminal Putin, el dictador Xi Jin Pin, Los ayatolas iraníes creyendo frenar la decisión de un pueblo que no se ha cansado a lo largo del siglo XXI de luchar por reconquistar la democracia.

Entre tanto, para el magullado liderazgo opositor sancionado por la decisión popular de casi 3 millones de venezolanos, quienes le cuestionan sus requiebros y capitulaciones ante el régimen y sus descalificaciones permanentes a la candidata triunfadora María Corina Machado, le determina abrir las puertas al cambio en sus respectivas organizaciones o desaparecerán. Hoy ante la molienda de líderes que ha ocurrido en el país durante el siglo XXI difícilmente algún nombre sobreviva ante la opinión popular.

Debo señalar que no figuro entre las filas de MCM y su movimiento Vente Venezuela, ello no impide reconocer su perseverancia y valentía para remar a contracorriente, al pasar de 3% en las primarias de 2012 a 93% en 2023, lo cual le permite legitimarse ante el país y la comunidad internacional.

Al surgir esta evidente nueva relación política se justifica la conformación de una coalición opositora sustituta de los parapetos anteriores, capaz de reunir a los diferentes partidos políticos, movimientos populares y laborales, dispuestos a participar en el proceso de reconstrucción de la nación.

Ese nuevo liderazgo encabezado por la candidata triunfadora debe representar a la población venezolana en las negociaciones con el régimen, al haber perdido los anteriores interlocutores su legitimidad como delegados opositores. Los próximos días serán cruciales ante la tiranía madurista convertida hoy en fiera herida.


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