The Lost City, protagonizada por Sandra Bullock, debutó en la taquilla con un éxito que asombró a la prensa especializada. Con 31 millones de dólares de recaudación, no solo destronó a The Batman de Matt Reeves, sino que demostró un inusual fenómeno. La actriz mantiene intacto su poder de taquilla y además, disfruta de un curioso revival. Y todo gracias al género que sostiene su carrera desde hace más de tres décadas: la comedia romántica.

En una de las escenas del film The Lost City de Aaron y Adam Nee, Sandra Bullock corre por la jungla con un extravagante vestido fucsia. Lo hace, con todo el encantador nerviosismo que hizo famoso a otros de sus personajes. También, con toda la ligereza de su larga experiencia en la comedia romántica. De hecho, la secuencia entera resume la carrera de la actriz: extraña, con altibajos y un amable sentido del humor. Y es ese aire despreocupado y caótico lo que parece haber convertido a la película en un éxito imprevisible. Con 31 millones de dólares, fue el film más taquillero del pasado fin de semana y además, destronó a la hasta imbatible película The Batman.

En una industria obsesionada con la juventud, Bullock de 57 años de edad, es toda una excepción. No solamente es punto de interés de una película que, sin su participación, habría pasado inadvertida. También, es la demostración fidedigna que desafía la creencia de que una actriz de su edad no puede serv el único sostén de un film. Buena parte del interés y curiosidad que ha despertado The Lost City se refiere a la forma en cómo la producción se sostiene en el brillo e indudable simpatía de Bullock. La ya anticuada fórmula de una comedia romántica que funciona únicamente gracias a la química de sus actores, vuelve a ser efectiva. Y no es casual que haya sido obra del magnetismo de la actriz.

Con The Lost City, Bullock rompe el viejo mito que una actriz no puede romper la simbólica barrera de la edad en Hollywood. También, que es una de las figuras más curiosas de la industria estadounidense. Obsesionada por la vida privada, con una selección de proyectos más que cuestionable, es una figura inclasificable. A la vez, una de las más poderosas del mundo del espectáculo. Una combinación poco usual que convierte a Sandra Bullock en la vanguardia de un nuevo tipo de actriz que no depende del músculo de Hollywood — o no del todo — para cimentar su triunfo.

Genio y figura, hasta en la selva

Bullock llegó a la fama desde lugares poco usuales. El film La red de Irwin Winkler, la catapultó al estrellato en 1995. Por entonces, todavía el cine se obsesionaba por encontrar la próxima “chica de al lado”, esa figura estadounidense benigna y peligrosa para una actriz. Se trataba de la forma más fácil de encasillarse en un único tipo de papeles y de hecho, fue lo que ocurrió. Pero en la época en que Meg Ryan y Jennifer Aniston encarnaban el ideal de la figura dulce y accesible, Bullock se volvió un misterio.

También, en el rostro de un tipo heroína que poco tenía que ver con las habituales. De ser la compañera de Sylvester Stallone en El demoledor a la esforzada ayudante del fiscal en Tiempo para matar, la actriz demostró su versatilidad. A la vez, su ambición. En los noventa, su carrera se convirtió en una combinación singular de todo tipo de registros. A la vez, en una personalidad de Hollywood que reunía a los periodistas y llevaba con discreción el reconocimiento. Lo más extraño, fue que Bullock siguió volviendo a la comedia romántica cada cierto tiempo y convirtiéndolas en éxitos de taquilla. Mientras dormías, Practical magic, The Thing Call Love: Bullock se convirtió en un imán para la taquilla. Uno que desafiaba la regla de una pareja romántica al uso.

La actriz construyó un estilo y además, una inteligente versión sobre la necesidad de reinvención en la Industria. Con The Lost City, sus experimentos demuestran ser de una considerable importancia. La película, la historia de una escritora de novelas románticas que termina embarcada en una aventura impensable, es tópica en todo sentido. Pero también, es un film dinámico, que usa con inteligencia el humor y permite a la actriz demostrar su indudable carisma. Como si eso no fuera suficiente, Channing Tatum completa un extraño binomio. El argumento parece anticuado entre las nuevas comedias románticas, existencialistas y profundas. Pero incluso así, Bullock brilla y eso es lo que ha convertido un proyecto menor en un éxito de envergadura. Uno, que hace preguntarse a Hollywood, ¿es Sandra Bullock incombustible?

La heroína que siempre vuelve a casa

Durante las últimas dos décadas, la actriz ganó un Oscar y se convirtió en el rostro de varias de las películas más vistas de Netflix. Solo para, de nuevo, volver al anonimato. Bullock no está interesada en galas, ceremonias, entrevistas o promociones. Y de hecho, su nuevo éxito de taquilla es, según anunció, el último proyecto que filmará en años. Incluso con un triunfo inesperado, Bullock sigue siendo la figura elusiva y singular que el cine hollywoodense no puede clasificar.

Pero más allá de eso, The Lost City, en toda su simplicidad, es una demostración de algo más interesante. Que algunas barreras se rompen en Hollywood y algunos estereotipos, también. Algo que Bullock lleva haciendo prácticamente durante sus treinta años frente a la cámara.

 


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