Me llamó la atención un texto aparecido en un artículo de AFP publicado por El Nacional el domingo 12 de junio, tanto así que decidí escribir sobre el tema. El artículo se tituló «Una Rusia nostálgica inaugura en Moscú los primeros ‘McDonald’s rusos». La añoranza, por supuesto, está referida a un icono por excelencia del “imperialismo salvaje” (Noam Chomsky dixit).

Iré directo al grano por razones de tiempo y espacio.

Allí se cita al empresario ruso Alexander Govor, palabras más palabras menos: «Los precios de las hamburguesas serán ligeramente más altos que los de la cadena estadounidense debido a la inflación en Rusia, pero aseguró que seguirían siendo ‘asequibles». Fue entonces cuando evoqué, simultáneamente, el tema de las sanciones y el Índice Big Mac de la revista británica The Economist.

Vamos por pasos. Primero los numeritos de la inflación. En la Rusia sancionada y finalizado mayo 2022, luego de ciento y tantos días de su criminal invasión a Ucrania, la inflación puntual anual, según cifras oficiales, fue de 17,1%. En Estados Unidos y para la misma fecha, fue de 8,6% mientras que en Venezuela y según Steve Hanke, fue de 90,0% y según el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) fue de 151,0%. Lamentablemente, y al momento de escribir este artículo, solo están disponibles las cifras del INPC para abril 2022 que publica el Banco Central de Venezuela y que arrojan una inflación puntual anual de 222,3%.

Los anteriores números de inflación indican, por sí solos y según la nunca muy bien ponderada teoría de la paridad del poder adquisitivo, que un Big Mac costaría más en Venezuela que en Rusia y en Estados Unidos y, a su vez, un Big Mac costaría más en Rusia que en Estados Unidos. Luego, una primera conclusión podría ser que el empresario ruso Alexander Govor no se parece sino que es igualito a un empresario estadounidense y, de paso, no cree en “inflaciones inducidas”.

Ahora siguen los numeritos del Big Mac. Cuando uno accede al portal del Big Mac Index (www.economist.com/big-mac-index) observa que la fecha de actualización es 2 de febrero de 2022. Sin embargo, estamos casi a mitad de junio de 2022 y mucha agua ha corrido bajo el puente desde entonces en el mundo.

En el caso Venezuela, el portal de The Economist y para esa fecha afirma que un Big Mac tenía un precio 23 bolívares. Sin embargo, amigos lectores, tanto ustedes como yo sabemos que, en primer lugar y para poder operar sin problemas con ustedes saben quién, en Venezuela McDonald’s no vende –y desde hace mucho tiempo ya- su Big Mac.

En segundo lugar, la hamburguesa más parecida a un Big Mac en cualquier McDonald’s que usted visite en Venezuela está, en bolívares y a la fecha, muy por encima de los 23 bolívares indicados en el portal de The Economist.

Entonces, una segunda conclusión bien puede ser que en Venezuela el precio de una hamburguesa similar al Big Mac y en un McDonald’s, debería estar por encima de los 5,81 dólares que señala el portal pues la inflación en Venezuela es mucho mayor que en Estados Unidos. Y de hecho es así: una hamburguesa similar al Big Mac, en cualquier McDonald’s de Venezuela está en promedio un poco más allá de los 9,0 dólares que, a la tasa de cambio oficial de 5,31 bolívares por dólar para el viernes 10 de junio, resulta en 48 bolívares.

Por supuesto que todo gobierno, sea invasor y criminal o no lo sea, siempre mostrará sus mejores cifras macroeconómicas y más aún si decreta medidas para incentivar la demanda de su moneda nacional. Sin embargo, el caso aquí es, amigos lectores, que un país sancionado como Rusia está exhibiendo mejores cifras, macro y micro, que un país como Venezuela. Ahora bien, ¿y por qué la diferencia?

Más datos todavía. Luego de la invasión a Ucrania, la relación entre el rublo ruso y el dólar llegó a estar, a inicios de marzo de 2022, en 120 rublos por dólar. Sin embargo y en la actualidad dicha tasa está en 57 rublos por dólar: el rublo se apreció o, mejor dicho, lo apreció su demanda.

Quizá la respuesta a la pregunta de “¿y por qué la diferencia?” se orienta a preguntar cuáles medidas del gobierno venezolano se dirigen directamente a incentivar la demanda de bolívares. Si hay algo que subyace tras la paridad del poder adquisitivo es que el país que tiene una inflación más elevada, tiene la moneda más débil y siempre en el mundo pero especialmente en épocas pandémicas, de crisis y de dificultades económicas, las preferencias se orientan no precisamente hacia las monedas débiles.

Poco a poco y con el paso del tiempo y con la interesante realidad representada en una Rusia sancionada y productora de crudo, iremos despejando incógnitas.

 


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