Ruidos desde todos los costados han surgido desde que el gobierno de Donald Trump anunció la profundización de sus sanciones al régimen forajido de Maduro. No faltan los que se alarman asegurando que “esas sanciones afectarán nuestra economía”. ¿De qué economía están hablando? El desplome provocado por las locuras de Chávez-Maduro ha sido descomunal, vamos para una pérdida de 60 puntos del PIB. ¿Les parece poco?

La verdad es que estas sanciones se corresponden con el interés de la comunidad internacional de presionar una solución cuanto antes, a la catástrofe provocada por ese bodrio ideológico derramado en nuestro país. A Maduro se le han ofrecido todas las vías para resolver su usurpación. Desde una Ley de Amnistía, diálogos y salvoconductos para familiares. Todo eso ha sido burlado por el dictador. Por eso el escalamiento de las sanciones, que no serán prolongadas sino circunstanciales, si se producen las decisiones que caben en esta coyuntura. ¿Cuáles? La de debatir cuanto antes la activación del artículo 187 de la carta magna, invocar el TIAR y el concepto de Responsabilidad de Proteger.  No hay de otra.

Se equivocan los que buscan desatar alarmas equiparando el caso de Venezuela con el de Cuba, comentando en voz alta “que ese bloqueo será eterno”. Nada de eso. Se ha dicho, claramente, que “todas las opciones están sobre la mesa”. Es de suponer que “tanto da el agua al cántaro hasta que se rompe”. Vale decir, ya es hora de tomar la opción pertinente. Y “al buen entendedor le sobran las palabras”.

Agotados los recursos de diálogos y hasta de “promesas de quiebres militares” (23 de febrero y 30 de abril), no hay muchas “margaritas que deshojar”. Está a la vista la opción y debe activarse lo antes posible, demostrado como está que el régimen de Maduro está relacionado con el narcotráfico y con el terrorismo, así como el permiso para que fuerzas extranjeras militares de Cuba, Irán y Rusia invadan nuestro territorio.

Ahora bien, ¿quién ha sancionado a los venezolanos? Los disparates de Chávez y Maduro. Regalar nuestro petróleo a los amigotes del Foro de Sao Paulo, eso sí castigó a nuestro pueblo. Hacer negocios, comprando comida podrida y con sobreprecios, eso sí fustigó a un pueblo con hambre. Robarse los dólares destinados para equipar los hospitales y para instalar plantas termoeléctricas y dotar de nuevas turbinas al Guri, eso sí que ha sido una sanción que paga muy caro nuestra ciudadanía. Cerrar más de 9.000 fábricas para dejar sin empleos a millones de venezolanos; expropiar más de 5 millones de hectáreas de tierra donde funcionaban fincas productivas, eso sí fueron sanciones contra la gente, a la que dejaron sin comida. Endeudar al país para tener que pagar altos intereses de servicio por esas hipotecas, dinero que debería invertirse en educación y salud, eso sí que es una sanción severa contra millones de familias venezolanas.

¿Entonces? ¿En qué quedamos? Seamos claros, las sanciones de la comunidad internacional son contra los testaferros, contra los bandidos que hacen negociados con los petrodólares que quedan, son castigos personalizados para los que usan las instituciones del país que usurpan, para traficar drogas y amparar terroristas. Esa es la verdad y hay que decirla.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!