Por Jorge Makriniotis

Mi país ha estado en conflicto los últimos 20 años. Esto da un momento de sanación y silencio”. Daniel Dhers

Cuando me siento a escribir este artículo, varias noticias sobre los deportistas venezolanos colman mi celular y todos los medios del planeta. A pesar del ruido, la alegría y la propaganda política que intentan hacer, quiero reflexionar sobre algunas semejanzas entre los superatletas y el venezolano común. Si bien parece complicado, en tres simples términos que son de uso frecuente en los entrenamientos de alto rendimiento encontraremos nuestro punto en común:

Resistir: se refiere a la capacidad de soportar la presión ejercida sobre una persona o sociedad.

Persistir: remite a la capacidad de mantenerse firme, sin importar los constantes ataques. En nuestro caso, como sociedad, gracias al gen democrático y de lucha que tiene el venezolano.

Insistir: se define como repetir, hacer hincapié en los asuntos que consideramos importantes para generar la fortaleza que nos ayude a alcanzar nuestras metas.

Este mantra de tres palabras es la descripción diaria de millones de madres de familia que soportan y luchan por un mejor futuro para sus hijos. Un ejemplo que se repite una y otra vez, convirtiéndose en la esperanza de que efectivamente este país puede ser distinto. Como un atleta de alto rendimiento, nuestra sociedad viene desde hace años construyendo unas capacidades que la hacen distinta, a pesar de la adversidad y las pretensiones de acabar con la democracia. La gran mayoría de los venezolanos ha resistido con coraje este momento histórico.

20 años de revolución que nos separaron en dos grandes fuerzas antagónicas, un conflicto de hermanos contra hermanos que se ha vuelto permanente y que ha tenido muchos resultados negativos: miseria, migración y pobreza. Sin embargo, también debo decir que, como consecuencia de la presión, tenemos un resultado sorprendente: se está gestando un nuevo venezolano que quiere conquistar con su propio esfuerzo un mejor futuro, que rechaza el populismo y abraza con fuerza la libertad, el libre mercado y la democracia, dejando de lado los dos polos políticos culpables de esta dura situación. Hoy ese venezolano es una fuerza mayoritaria y pronto va a decidir un nuevo rumbo político, en el cual encontraremos la sanación a tantas heridas innecesarias, que nos  hará olvidar los rencores y construir un mejor país.

A pesar del momento político, hay un profundo silencio sobre los problemas de la gente y ante el evidente fracaso del liderazgo de lado y lado, creo que estamos en un momento único, especial, sobre el que todos estamos reflexionando en colectivo. Estoy convencido de que pronto hallaremos una solución que cambiará las despedidas por las bienvenidas, los llantos por las sonrisas. Como este fin de semana excepcional, encontremos una forma de unir a todos los corazones en una sola pasión.

Gracias a Keydomar, Daniel y Yulimar, por hacernos soñar en una sola dirección, por hacernos creer que una Venezuela unida sí es posible; pero para que sea una realidad tenemos que pensar en grande y repetirnos como nación: ¡resistir, persistir e insistir! Esa es la clave en la construcción de un mejor país.


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