«Yo me acostaba y yo me dormía, y despertaba porque Yavé me defendía» (Salmos 3:6)

Ojalá que la noche sea oscura, ojalá que sea larga la duermevela; quiero ver la luz de mi conciencia cayendo sobre la almohada revuelta. Me sueño en un jardín antiguo mientras oigo “A Dafne ya los brazos le crecían y en luengos ramos vueltos se mostraban” (1) recitar a un noble soldado a lo lejos y me entretengo tratando de poner orden al hermoso hipérbaton para renunciar al instante por el bien de la poesía. Me encuentro mal, como a medias mareado. Pluguiese a Dios que vigilase mi cordura en esta difícil travesía. Señor, escucha por favor, el rezo roto del hombre sin sueño porque aquí abajo hay un borracho tirado en el suelo mojado que cuando mañana amanezca quiere volver a nacer entero. Ahora veo a un ciervo, y junto a aquel árbol un monje flaco arrodillado mira al cielo con los ojos cerrados. El cuerpo me da vueltas, me ahoga el olor de las flores. No lo entiendo. Eso no es un lirio de agua ni tampoco es una azucena. “Rose is a rose is a rose is a rose” (2). Yo no miento nunca. La memoria es confusa para quien desconoce la verdad y la conciencia. Esta noche soy forastero en el país de la mentira. Aquí los ciervos mudan su naturaleza, las palabras no dicen nada. Hay que salir a pescar sin parar a pesar de que no haya peces en el río. Tempus fugit. Los siervos, la recompensa y el castigo. Ay, estoy mal y, con todo, no quiero, no, el “no rompido sueño” (3) que pedía Fray Luis. Quiera el Señor que mi conciencia viaje despacio toda la larga noche. Sueño con noches que duran días y semanas y no es que no quiera vivir; es que quiero vivir despierto. Necesito conocer cada una de las llagas, necesito conocer todas las penas que me esperan cuando amanezca mañana. No quiero desatender esta cruz destinada a mis hombros. Y si tuviese que elegir como una reina coja –“entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja” (4)– siempre elegiría la rosa, porque la rosa es hermosa, una rosa es una rosa, y una espina, espina es. No conozco el idioma que se habla en este país; debe de ser por eso que me llaman extranjero. Me dolió el escozor del primer pinchazo. Después mi pensamiento se ausentó, altivo, “dejando mi cuidado entre las azucenas olvidado” (5). Al primero siguió un segundo y un tercer picotazo, cada cual más cruel y desesperado. Comprendí entonces la razón del duelo y me fui, invadido por la morriña de volver a mi país. El camino de regreso no era fácil. Me eché a andar sin rumbo, distraído por el vuelo de un solitario mirlo negro. En el horizonte entreví la laguna del olvido y más cerca vi los ojos del barquero barbado que me estaba esperando 

(1)Soneto XIII (GARCILASO)

(2)Secret Emily (GERTRUDE STEIN)

(3)Oda a la vida retirada (FRAY LUIS DE LEON)

(4)Entre el clavel blanco… (FRANCISCO DE QUEVEDO)

(5)Noche oscura del alma (SAN JUAN DE LA CRUZ)

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