A la ya compleja crisis que vive nuestro país se suma la tragedia del covid-19. Los venezolanos hemos entrado en una situación de mayor riesgo y vulnerabilidad, estamos ante una “emergencia dentro de la emergencia”. Sin embargo, el liderazgo político envuelto en las dinámicas de polarización y pugnas por el poder, se rehúsa a llegar a un acuerdo mínimo para atender la pandemia y sus efectos.

Se calcula que 30% de la población venezolana no tiene acceso a un trabajo formal y depende del “día a día” para subsistir; otro porcentaje sobrevive con un sueldo mínimo insuficiente que no cubre las necesidades básicas. Quienes dependen del programa de alimentación gubernamental (cajas CLAP) están recibiendo menos productos, por tanto, no garantiza la carga nutricional requerida. Esta compleja situación, dificulta las políticas de cuarentena social necesarias para la contención del virus.

La falta de combustible se ha convertido en un agravante que puede terminar siendo el detonante para el desbordamiento social, aunque hace dos días Tareck el Aissami anunció la reparación de la Planta de Craqueo Catalítico en Lecho Fluido de la Refinería El Palito, la cual procesará 35.000 barriles/día de combustible, cifra insuficiente para cubrir los 140.000 barriles/día estimados para cubrir la demanda nacional, pero sirve de alivio. Lamentablemente, es tal el nivel de disociación en el que nos encontramos inmersos, que la noticia, lejos de generar un poco de calma, ha sido criticada.

El economista Francisco Rodríguez ha propuesto que Juan Guaidó consiga, con el reconocimiento que tiene del gobierno de Estados Unidos y a través de Citgo, el envío de gasolina para Venezuela. De inmediato reaccionaron algunos voceros de oposición alegando que esto favorecería a Nicolás Maduro; quizás tengan razón, en lo particular considero que no debe llegar una gota de combustible a manos de quienes destruyeron el país, pero se pueden diseñar mecanismos de control y fiscalización con la ayuda e intervención de organismos multilaterales, emulando lo que se está haciendo con la asistencia humanitaria; en mi pueblo dicen “cuando se quiere, se le busca la vuelta”.

En paralelo vemos la “guerra” por dar las cifras de contagio en relación con el covid-19. Personeros del oficialismo y de la oposición luchan por los números; unos dicen que es menor otros dicen que es mucho más alto, lo cierto es que esto genera un gran desespero y confusión entre los venezolanos.

Al parecer, hay un sector del país que estaría muy contento con un estallido social, montañas de muertos y mucha sangre para ver si, de esta forma, logran desalojar a Maduro de Miraflores. Estas actitudes los pone en la misma lógica de Maduro y su entorno, a quienes no les importa el país sino mantener el poder.

Superar la crisis no puede ser un todo o nada. Es urgente llamar a las voces sensatas y exigir una tregua que nos guíe hacia un acuerdo político por el bien de todos, claro está, no hablamos de impunidad ni de perdón, simplemente pedimos un “acuerdo humanitario” tomando en consideración que el mundo, en especial América Latina, avanza directo hacia el iceberg de la recesión económica gestada en las entrañas del covid-19.

Bajo este contexto nació Tregua por Venezuela, una iniciativa ciudadana, independiente, no partidista, sin distinción ideológica; la cual tiene como misió articular, promover las distintas iniciativas que se erigen en función de un acuerdo político que alivie la angustia y el sufrimiento de los venezolanos. En el equipo inicial, ya se encuentran más de 30 voces destacadas del acontecer nacional, especialistas, activistas y líderes.

En este sentido, el gobierno de Estados Unidos ha presentado una propuesta que busca empujar un proceso de negociación. Este planteamiento no tiene que ser aceptado por Maduro y su entorno como una imposición, pero desde Tregua lo consideramos como un posible punto de partida que puede abrir la discusión hacia una solución efectiva.

Para terminar, aprovecho la oportunidad de aclarar una situación mal entendida. Está circulando un documento que pide al gobierno de Trump el levantamiento de sanciones, el cual ha sido promovido por diferentes actores opositores a Nicolás Maduro. En esta iniciativa aparece mi nombre y al respecto debo aclarar que, para mí en lo personal, las sanciones al país son una cosa y las sanciones personales son un tema muy distinto.

Las sanciones al país son poco efectivas, traen un efecto de asfixia, pero no garantizan el fin de la enfermedad, al contrario, le trasladan el costo al pueblo y en nuestro caso, un pueblo que ya venía muy mal muchísimo antes de las sanciones; aparte, le entrega la narrativa perfecta a quien tiene el poder para justificar muchas de sus faltas.

Aclaro que nunca voy a promover acciones que incrementen el padecimiento de mi país, pero tampoco promoveré ninguna acción que pueda entenderse como la defensa personal o conveniente de algún grupo de poder; no he suscrito ni suscribiré ningún documento que pida el levantamiento a las sanciones personales. Me niego a convertirme en abogada de quienes han sido sancionados, no me corresponde, no es coherente, mi activismo es por el país y no hago trabajo a nivel político partidista; defiendo principios, proyectos, no individualidades.

@indiurbaneja

 


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