La guerra de Ucrania ha servido para sacarle la careta a más de uno. “Sacate la caretita que te quiero conocer“, cantaba Gardel, y, ciertamente, en esta guerra hemos empezado a conocer y a reconocer a muchos.

Hemos vuelto al mapa de la Guerra Fría. Para el bloque oriental, que responde a Rusia, el posicionamiento ha mejorado en América Latina. Antes, seguro, solo era Cuba, pero ahora se han sumado Nicaragua, Venezuela, Bolivia, el cogobernante kircherismo en Argentina, el “favorito” Lula en Brasil, el Frente Amplio uruguayo y todos los que responden al Foro de Sao Paulo. Y hay algunos que aparecen con el antifaz medio corrido como Chile, Perú, El Salvador, Honduras y por supuesto México, que siempre ha utilizado más de una careta,  las que usa según sea y convenga, conducta que todos conocen pero que se ha agravado con López Obrador.

Pero quizás en este sangriento carnaval provocado por Putin, el papel desempeñado hasta ahora por el papa Francisco ha sido el más infeliz. Se trata del jefe de la Iglesia Católica y de una guerra «cruel y sin sentido que amenaza al mundo entero”, como él mismo ha dicho. Eso sí, lo dijo casi 2 meses después de la invasión. ¿También esperaba que Putin lo resolviera en 4 o 5 días? Apenas a las tres semanas fue que el pontífice hizo referencias más o menos específicas sobre el conflicto. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, le pidió más de una vez que fuera a Kiev, pero la respuesta ha sido que antes tendría que reunirse con Putin. ¿Para pedir permiso?

Aparte de los llamados a la oración y los deseos de paz, Francisco en un momento cuestionó a Kirill, patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Moscú y Rusia, de quien dijo: “No puede transformarse en el monaguillo de Putin”. Es buena la advertencia – o que ha generado una gran tirantez en las hasta el momento excelentes relaciones entre las dos iglesias-, pero también es cierto que el Papa en ningún momento ha condenado a Putin.

Peor aún, Francisco ha dicho que «los ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia” quizás llevaron a Putin a desencadenar el conflicto. Esos “ladridos” según el Papa si no provocaron, sí facilitaron la ira de Putin. ¿Mira vos? La misma tesis de Evo Morales, Lula y el Foro de Sao Paulo: la OTAN tiene la culpa.

Lo del Papa ademas implica una dura y clara advertencia para Lituania, Estonia, Letonia, Polonia, Suecia y Finlandia, por si se les ocurre tomar algunas providencias para defender su soberanía. Para el Papa eso son ladridos, que explicarían una acción de “autodefensa” y la ”ira de Putin y los rusos”.

Lo de Francisco no es de extrañar. Menos si lo comparamos con cómo lo han hecho en el pasado otros papas y la Iglesia Católica ante circunstancias similares. Como que siempre se ha estado esperando para ver qué pasa. Y quién gana.

Albert Camus(*)  hace 78 años en Combat se lamentaba por la demora de la Iglesia en condenar en términos claros las hazañas de las dictaduras. «Nuestros votos secretos -escribía el Premio Nobel de Literatura al comentar la demorada toma de postura de la Iglesia “a favor de la democracia” – eran que eso se dijera en el mismo momento en que el mal triunfaba… queríamos creer y admirar… Queríamos que el espíritu se pronunciara antes de que la fuerza viniera a apoyarlo y a darle la razón”.

Hay cosas que cambian poco, como vemos. Creo , empero, que Francisco lo hace peor.

(*) Albert Camus- Crónicas  1944-1953, Debolsillo-Penguin Random House Grupo Editorial


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