ataque aéreo Ucrania

La guerra entre Rusia y Ucrania lleva ya año y medio, pese a que a la hora de su inicio se pronosticaba un paseo ruso con rápido final dada la supuesta superioridad de Moscú en lo militar. Sorpresivamente, no ha resultado en los términos de lo que se pronosticaba y esta es la hora en que las partes en conflicto no logran definir cuál va a triunfar. Lo que sí resulta evidente y claro son los tremendos perjuicios causados -mayoritariamente a Ucrania- en lo humano, económico y destrucción de infraestructura tanto pública como privada reflejada en carreteras, instalaciones industriales, viviendas, servicios etc. Rusia también ha sufrido daños causados por su adversario, tales como el ataque al puente Kerch en Crimea, a navíos de la flota rusa del mar Negro y hasta algunas incursiones con drones causantes de algunos destrozos nada menos que en edificios del centro de Moscú.

Las cifras que se manejan son altamente variables, desde los 500.000 millones de dólares hasta el doble.

Llegará el momento, ojalá que pronto, en que las hostilidades militares concluyan, ya sea con la victoria militar absoluta de una parte sobre la otra o, más probablemente, al llegarse a una negociación que permita la resolución del conflicto. Sea como fuere, los daños materiales -además de los otros ya mencionados- habrá que pagarlos y allí se planteará la forma de hacerlo y las responsabilidades de cada bando. Ello sin contar los daños ambientales y la posible consecuencia de algún escape radioactivo de la central nuclear de Zaporiyia atacada y ocupada por Rusia sin que hasta ahora se conozcan las consecuencias en materia de radiación, aun cuando delegaciones de la agencia internacional respectiva hayan venido haciendo inspecciones para verificar ese espinoso asunto.

Desde la antigüedad, la parte victoriosa acostumbraba saquear a la vencida, imponerle contribuciones económicas o restricciones a su capacidad militar. Sin ir más lejos, tanto en la Primera Guerra Mundial (1914/18) como en la Segunda (1939/45), a la perdidosa Alemania se le exigieron pesadas indemnizaciones monetarias que durante años se constituyeron en una pesada carga. Lo mismo ocurrió con Japón, también vencido en la misma conflagración. Tanto Alemania como Japón pudieron recomponer exitosamente sus economías y tales pagos pudieron ser hechos.

En el actual conflicto Rusia-Ucrania todo dependerá del desenlace final y también de las circunstancias nacionales e internacionales vigentes para el momento respectivo.

Sin embargo, aun antes de conocerse el desenlace final, ya existen perjuicios cuantificables que tendrán que ser tenidos en cuenta tales como el resultado que las sanciones internacionales han causado a Rusia, como los descalabros resultantes de impedir la exportación cerealera de Ucrania, o de la exportación petrolera o de fertilizantes de Rusia etc.

Del lado de Ucrania están los países miembros de la OTAN cuya cooperación logística y militar sirvió para retrasar una posible victoria rusa. Si Moscú resultara vencedor seguramente exigiría alguna compensación. ¿Quién la pagará?, ¿en qué proporción?, ¿en cuánto tiempo?  Lo mismo es válido para el caso inverso.

Sin embargo no hay ni que esperar al final del conflicto cuando ya, por ejemplo, la Union Europea y Estados Unidos han llevado a cabo la congelación de todos los fondos propiedad del Banco Central de Rusia que suman unos 320.000 millones de euros), además de los fondos de empresas rusas. Los primeros (propiedad del Banco Central) en derecho internacional no pueden ser ni congelados ni confiscados por ser propiedad de un estado soberano que como tal goza de inmunidad. Eso no significa que tal inmunidad no se haya ignorado antes como en el caso de los fondos del Banco Central de Cuba en bancos norteamericanos como respuesta a la confiscación de empresas privadas en la isla, o en el caso de los fondos oficiales de Irán como consecuencia de acciones del gobierno del ayatolá Jomeini en contra de empresas norteamericanas.

Los fondos rusos han sido retenidos por el sistema Euroclear, con sede en Bruselas, que es un mecanismo para la organización y facilitamiento de los pagos internacionales. Los fondos en cuestión no han sido confiscados sino que se ha restringido sus disponibilidad hasta que el tema de la guerra se negocie de una u otra manera. Los mismo ocurre con el sistema conocido como SWIFT, que también organiza y regula las transacciones financieras internacionales. Rusia ha sido excluída y con ello se ha impedido en forma casi absoluta las transacciones bancarias internacionales que en su casi totalidad de canalizan por ese sistema. Todo ello causa perjuicios importantes que alguien tendrá que pagar muy probablemente quien resulte vencido en lo militar o en la negociación.

Asimismo, Estados Unidos a través de la aprobación del Congreso ha ido dando autorizaciones para la transferencia de importantísimas partidas destinadas a la ayuda militar a Ucrania siendo que cada nueva autorización enfrenta mayor resistencia que la anterior en la medida en que algunos legisladores reciben la presión de sus votantes que no desean que su país tenga que hacerse cargo de esos gastos. Aun cuando esas partidas resultan de autorizaciones emanadas del Poder Legislativo, la mismas tienen un valor cierto y a la hora de arreglar cuentas habrá que tener presente el reclamo de los votantes que a través de sus impuestos han aportado esos recursos.

@apsalgueiro1


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