Existen marcos formales bien entendidos para la toma de decisiones bajo riesgo; es decir, en los que conocemos todos los resultados posibles de nuestros actos y también las probabilidades de ocurrencia de esos resultados. Incluso, hay recetas para la toma de decisiones cuando no conocemos las probabilidades, pero aún sabemos cuáles podrían ser los resultados.  A este último marco se le ha llamado toma de decisiones bajo incertidumbre.

El caso es que en nuestra destruida Venezuela no solo no conocemos las probabilidades, sino que no conocemos los resultados posibles: ni riesgo ni incertidumbre, solo ignorancia. Ignoramos por completo lo que puede ocurrir y aun así tenemos que tomar decisiones.

El caso es que en el marco anterior cualquier pequeño éxito se convierte, en perspectiva, en una acción heroica por decir lo menos. Tal es el caso de la Responsabilidad Social de las empresas privadas venezolanas: a pesar del extremadamente difícil entorno en el que operan y como veremos, continuaron materializando su responsabilidad social.

La data que soporta la anterior afirmación proviene de la XXI edición del estudio «Top 100 Companies», publicado recientemente en el N° 367 de la revista Business Venezuela, referido al año 2018. En esta oportunidad, la muestra estuvo constituida por un total de 255 empresas participantes: 29,29% del sector servicios; 20,08%, del sector financiero asegurador; 17,57%, del sector manufacturero; 12,97% empresas del sector financiero bancario; 9,21%, del sector comercial; 2,51%, del sector de la construcción, y 8,37% de otros sectores.

De estas 255 empresas, 70,39% sí realizó responsabilidad social en 2018 en comparación con 76,47% en 2017 lo cual significó una pequeña disminución de empresas haciendo responsabilidad social, ya adentradas en una severa crisis de desgobierno que desembocó en hiperinflación, depresión económica, corrupción y crimen, crisis que, por supuesto, dificulta la inversión social. De hecho, del total de empresas que sí materializó responsabilidad social en el año 2018, 44,86% señaló que su inversión social había sido igual o menor que la verificada en 2017.

Como siempre, uno de los aspectos interesantes del estudio son las cifras de inversión en responsabilidad social empresarial que, según la ficha, se presentan siempre en bolívares constantes de cada fecha, lo cual permite, al menos, la siguiente interesante serie de tiempo: por cada 10.000 bolívares en ingresos de estas empresas, la inversión en responsabilidad social, en promedio, pasó de 149 bolívares en 2014, a 66 bolívares en 2015; a 50 bolívares en 2016, a 94 bolívares en 2017 y a 91 bolívares en 2018.

Por supuesto que en términos de bolívares del año 2018 y comparativamente con el año 2017, y dado que según las cifras del BCV la inflación puntual anual entre diciembre de 2017 y diciembre de 2018 fue de 130.060% (ciento treinta mil sesenta por ciento), la cifra de 91 bolívares del año 2018 resulta sensiblemente menor que la del año 2017; sin embargo, el mérito reside en que en medio del voraz incendio de la hiperinflación, la inversión en responsabilidad social fue distinta de cero.

Con el fin de contrastar este importante logro de mantener siquiera algún nivel de responsabilidad social, puedo mencionar la evolución del PIB de servicios comunitarios, sociales, personales y de producción de servicios privados no lucrativos, el mismo que la supina ignorancia de un diputado del PSUV, en su momento, denominó «PIB Social».

La razón del PIB mencionado al PIB consolidado pasó de 4,85% en el año 2005 a 6,65% en el año 2016, para luego disminuir a 6,07% en 2017 y 5,47% en 2018, prácticamente el mismo nivel que tenía en 2008 o 5,44%. En palabras más llanas: la crisis de desgobierno se reflejó en el «PIB Social» que viene disminuyendo como proporción del PIB consolidado por dos años consecutivos.

En consecuencia, mantener siquiera algo de inversión en responsabilidad social resulta en una verdadera hazaña.

 


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