El documental de Carlos Oteyza Rómulo Resiste sobre el segundo gobierno de Betancourt llama a la reflexión, especialmente ante lo que sucede hoy con el actual régimen opresor y la oposición.

Betancourt se convirtió en el primer presidente electo por voto popular que terminó su mandato. Gallegos en 1948, a pesar de haber sido elegido con más de 80% de los sufragios, fue derrocado a los ocho meses. A pesar de que la película no tiene como tema el primer gobierno de Betancourt, se entiende que la gran lección aprendida del trienio 1945-1948 fue que había que construir y mantener una alianza sólida para poder gobernar en democracia y no ser arrollado por los militares. Cuando Betancourt vuelve al país después de la caída de Pérez Jiménez habla de la necesidad del cese del “canibalismo político”. En nuestros países la antropofagia que practicaban algunas tribus indígenas fue sustituida por una lucha política a muerte, y Betancourt, Caldera y Villalba firmaron el “pacto de puntofijo” para cogobernar durante ese primer periodo, independientemente de quién fuera presidente. Por ello, la campaña electoral que condujo a la presidencia de Betancourt fue de altura y se presentaron propuestas e ideas en función de la construcción de un camino democrático definitivo que enrumbara a un país que había sido sometido de manera casi continua a la tiranía. El periodo sentó las bases para una democracia alternativa y pluralista, que se mantuvo hasta el arribo de Chávez.

Oteyza destaca también con acierto la agria relación entre Fidel Castro y Betancourt, y se escuchan discursos del dictador cubano describiendo a Betancourt como la “celestina” de Estados Unidos para América Latina. Nada más lejos de la realidad, tanto más cuanto que el director deja también oír el discurso de Betancourt cuando llega Kennedy a Venezuela, donde dice el líder criollo que la relación de los gobiernos del norte con los nuestros ha sido hasta ese momento producto de múltiples errores e incomprensiones. Lo que demuestra que Betancourt no solo se le paró firme a Castro, sino que tampoco fue complaciente con Estados Unidos; a lo que se suman entre otras acciones nacionalistas la fundación de la OPEP y otros escritos, planteamientos, posturas y discursos.

Castro, tal cual reseña Oteyza, siempre tuvo a Venezuela en la mira, a sabiendas de que era producto del petróleo el país más rico América Latina. Lo grave es que al analizar lo que sucedió, Castro logró después de muchos años su objetivo de apoderarse de Venezuela. Había enviado armas y recursos, preparado la invasión por “Machurucuto” y formado a líderes de la izquierda venezolana en sus ideas, para tomar el poder de cualquier modo. Castro, al penetrar las Fuerzas Armadas con sus propuestas comunistas y domeñar a Chávez, terminó conquistando a Venezuela, para terminar aprovechándose al extremo y arruinándonos como hizo con su propia patria.

Betancourt no solo resistió los embates de la izquierda que se inspiraba en Castro, sino que también soportó los intentos de derrocamiento y atentados de la derecha extrema y militarista, entre ellos el del dictador Trujillo de República Dominicana, quien por segundos no asesinó al presidente venezolano.

Al repensar un tiempo como aquel, hay que destacar también “el espíritu de unidad del 23 de enero” que llevó al fin de la dictadura perezjimenista. En ese momento, ante una coyuntura aciaga para las libertades, toda la oposición se unió para no solo acabar con un dictador sino para mantener lo logrado. Invocar ese espíritu de unidad es vital en este momento. Cuando ya quedan pocos días para el evento de las regionales, pero se abre, tal como lo acaba de declarar el rector Picón, el 10 de enero, el plazo para iniciar el revocatorio de Maduro, todos debemos unirnos en torno a esta figura constitucional. Si lo hacemos estaremos volviendo a la gran enseñanza de este documental objetivo, balanceado además por la visión desde del documentalista, tal como se personifica en el filme. Los que se formaron en el humanismo cristiano tenían a Caldera como líder.

Betancourt se distinguió por recorrer en carro y no en avión a Venezuela, por ser un autodidacta que sabía más historia patria que cualquier historiador, por ser un buen lector en inglés y un extraordinario periodista y escritor. Alimentó con éxito, tal como lo expresa la película, el mito de la pipa embrujada. La doctrina Betancourt en materia internacional, que consiste en dejar de lado las relaciones con países dominados por tiranías, está más vigente que nunca.

En la coalición calificada que amalgama y en AD, el gran partido que fundó, estuvo la fuerza para pasar a la historia como un prócer que algún día estará en el Panteón. Betancourt desde muy temprano y a pesar de tener ideas y orígenes divergentes, forjó una alianza con Caldera, quien lo acompaña entre los padres de la democracia.

@OscarArnal


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