«Dance first. Think later» (Samuel Beckett) *

Si en mi país alguien le llama «rompetechos», no se sienta ofendido. No se refiere a su falta de habilidad con el martillo o los alicates. Rompetechos fue el protagonista de unos cómics españoles publicados a principios de los años sesenta. Se trataba de un hombre maduro, calvo y con gafas que no veía tres en un burro. A pesar de llevar gafas –lentes– no veía con claridad al padecer de miopía. A veces, uno se comporta como si fuera un rompetechos por los malentendidos habituales ocasionados por una ceguera o carácter despistado.

Las viñetas salen de la pluma de Francisco Ibáñez. La vista de Rompetechos era tan pobre que en su vida confluían toda clase de torpezas. Por aquel entonces, en la década de los setenta y los ochenta, había otros valores diferentes. El autor podía arremeter contra la gordura de una mujer sin pudor ni contención y poner en boca del personaje miope símiles con mamíferos como la foca. Hoy, pasados más de 50 años, cualquier asociación feminista haría lo imposible para retirar la frase, censurar la viñeta y castigar al autor. Supongo que hemos avanzado en eso de ser políticamente correctos, pero también hemos apagado un poco la libertad y el humor. Claro está que hay muchas clases de humor y no todos reímos las mismas gracias, obviamente.

Es paradigmática la miopía de «los rompetechos» en el día a día. Es ese hombre de traje negro que necesita un telescopio para leer las noticias del periódico y confunde una espumadera con el teléfono fijo. Todavía hay hombres despistados que leen una declaración de amor en un whatsapp de su mujer. Hace falta ser tonto y superasertivo para leer entre líneas y letras elles «Te amo» y ser feliz un rato. Sonar de repente ring- ring- ring- y leer otra vez más despacio el mensaje más reciente:

«Te llamo».

 

(*)»Baile primero. Piense después» (Samuel Beckett)

 

 


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