La contribución de la comunidad estadounidense al desarrollo económico y cultural de nuestro país ha sido relevante. Esto hay que admitirlo sin ataduras ideológicas. William Phelps, William F. Coles, Robert Bottome y Warren Smith llegaron a Venezuela para quedarse y poner sus talentos al servicio del país. A esa lista hay que agregar a Rodger Farrell, quien, por sus aportes permanentes a la conciliación y al arbitraje en nuestro país, recibirá un homenaje el 29 de octubre organizado por la Cámara Venezolano-Americana de Comercio e Industria (VenAmCham), el Centro Empresarial de Conciliación y Arbitraje (Cedca), la Academia de Ciencias Políticas y Sociales (Acienpol), la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la Asociación Venezolana de Arbitraje (AVA).

En esta narrativa no puede pasar inadvertida la influencia de Nelson Rockefeller, quien estuvo presente en la industria petrolera (núcleo de su imperio económico), la agricultura, hotelería y el comercio. Dos de sus ejecutivos -los mencionados William F. Coles y Robert Bottome- se trasladaron a Venezuela y se quedaron para siempre. La relación personal de Rockefeller con líderes políticos venezolanos, como fue el caso de Rómulo Betancourt, permitió explicarle a la clase política estadounidense que el estadista adeco era un político serio y confiable (Peter Collier y David Horowitz, The Rockefellers. An American Dynasty, capítulo 15).

Por su parte, la vigorosa actividad del Centro Venezolano Americano (CVA) desde 1941 en nuestro país ha permitido que un buen número de venezolanos haya podido aprender el idioma inglés y ha significado un intenso intercambio cultural. Asimismo, el adiestramiento del personal que trabajaba para las empresas estadounidenses permitió formar una clase preparada desde el punto de vista técnico y profesional. Buen ejemplo de ello son los empleados de la industria petrolera, que formaron un grupo que llevó a Pdvsa a ser una referencia internacional por sus niveles de excelencia (este personal fue expulsado como consecuencia de políticas basadas en la exclusión y los pequeños intereses partidistas. Ahora estamos pagando el precio de esas decisiones).

Es dentro del contexto señalado como debe verse el significado de los aportes que ha hecho a Venezuela Rodger Farrell, tanto en la industria, en el comercio, en el mundo cultural y jurídico del país. Farrell tiene una vida llena de enriquecedoras experiencias. Es graduado en Economía de la prestigiosa Universidad de Brown. Fue miembro de la Marina de los Estados Unidos, donde prestó servicios como oficial en el destructor USS Hunt (DD654). Llegó a Venezuela como presidente de General Electric, responsabilidad que concluyó en el año 1987, cuando se jubiló. Farrell no se fue de nuestro país y se ha mantenido activo como emprendedor, promotor cultural y empresario. Fue presidente del Centro Venezolano Americano y de VenAmCham. Uno de sus aportes más relevantes fue la creación del Cedca que -junto con el Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Caracas- ha sido un poderoso impulsor de la mediación y del arbitraje, como medios alternos de resolución de controversias.

El Cedca y el Centro de Arbitraje de la Cámara de Caracas han servido para demostrar las bondades de la mediación y el arbitraje. Las estadísticas indican que los usuarios de estos medios están satisfechos. Si bien se han propuesto algunos recursos de nulidad contra los laudos, la mayoría de ellos han sido confirmados por los tribunales ordinarios. En este sentido, el profesor Pedro Rengel elaboró un valioso trabajo en el cual hace un recuento de los casos recurridos y los confirmados. De más de doscientos laudos, solo se han anulado seis, lo que constituye un número favorable para el arbitraje.

Siendo así el asunto, uno de los efectos del covid-19 en nuestro país será la expansión de la mediación y del arbitraje como medios de resolución de conflictos, porque se han ajustado rápidamente a las necesidades de la digitalización. No ha ocurrido lo mismo con la justicia ordinaria, en vista de la paralización de la misma desde marzo. Ahora se pretende reabrir y aplicar la justicia virtual, pero al amparo de las improvisaciones y de las carencias tecnológicas. Las fallas de Internet, los apagones eléctricos y la falta de servidores constituyen obstáculos para aplicar la digitalización de los procesos ordinarios.

Cabe destacar que la mediación y el arbitraje que ha impulsado Rodger Farrell constituyen medios expeditos y efectivos de solución de controversias. De acuerdo con la Constitución, la justicia debe ser entendida desde la óptica del justiciable, quien tiene el derecho de elegir entre una ristra de alternativas para resolver sus controversias en el menor tiempo posible. La conciliación y el arbitraje, además, significan una vía para descongestionar los tribunales, ya recargados de causas. A partir de la experiencia vivida, hay que reflexionar sobre la manera de avanzar hacia la consolidación definitiva de estos medios de resolución de controversias.

Como puede inferirse de lo expuesto, los procedimientos arbitrales van hacia la digitalización. Se impondrá progresivamente la utilización de servidores que permitan a las partes revisar sus expedientes con una clave que garantice la seguridad. Asimismo, la firma digital debe ser consagrada sin vacilar y con ello imprimir mayor seguridad a las pruebas documentales. En este sentido, varios centros de arbitraje a nivel mundial están explorando el uso de la inteligencia artificial como apoyo a los procedimientos.

El futuro de la mediación y del arbitraje dependerá de la eficiencia y credibilidad de los centros de arbitraje, de la calidad de los laudos y del acatamiento de los abogados a las reglas de las buenas prácticas. La claridad y precisión debe ser la norma rectora de los escritos de la era digital.

En todas sus faenas Rodger Farrell ha mostrado su sentido de pertenencia institucional, una admirable energía y una inquebrantable confianza en nuestro país. A los 88 años permanece en Venezuela con la confianza de ver su recuperación.


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