¿Qué tiene de bonita una revolución que ha sumido a los venezolanos en el mayor estado de pobreza? Todos conocemos la respuesta: nada. Lo que ocurrió en Mérida el martes 25 de enero es la evidencia palpable de la desgracia que ha traído consigo la desalmada revolución que hoy comanda Nicolás Maduro. Medios de comunicación no controlados por la dictadura han divulgado la magnitud de la desgracia que se escenificó en un apartamento del sector Paseo Las Ferias de la capital merideña.

Un destacado profesor e investigador de la emblemática Universidad de los Andes, Pedro José Salinas, de 83 años de edad, fue rescatado en estado de desnutrición por miembros del Cuerpo de Bomberos de la ciudad, gracias a los requerimientos de ayuda por parte del docente que fueron escuchados por sus vecinos. Al ingresar los rescatistas a la vivienda, se encontraron con un cuadro pavoroso: junto al profesor se encontraba el cadáver de su esposa, Ysbelia Coromoto Hernández, de 74 años de edad, bioanalista y abogada. Es muy probable que los dos ancianos vivieran solos en el inmueble que compartían debido a que los demás miembros de la familia se vieron obligados a emigrar a lugares distantes como consecuencia de la grave crisis económica que padecemos acá. Que lo anterior ocurra en un país rico en petróleo y otros minerales estratégicos es simplemente insólito.

Gracias a la horrible gestión revolucionaria, los venezolanos que nos quedamos en el país experimentamos todo tipo de problemas y contrariedades. La desgracia que le ha tocado vivir al profesor Salinas es tan sólo una de las muchas otras que sufrimos, en mayor o menor grado, todos los no enchufados a la dictadura y que decidimos quedarnos en nuestra bella patria. Una muy pequeña evidencia de eso último la encontramos en las trabas y tratos que recibimos los venezolanos de importantes países extranjeros, cuando tenemos necesidad de viajar a los mismos con el propósito de visitar a nuestros hijos u otros familiares cercanos. Conozco las situaciones experimentadas por otros compatriotas, pero prefiero hablar de mi propia experiencia.

Por razones de trabajo debí trasladarme a diversos países en diferentes continentes. Después de mi jubilación lo seguí haciendo, aunque con menor intensidad. En los últimos años me he limitado a viajar a Panamá, Estados Unidos y México, donde actualmente residen mis hijos. En época no muy lejana ingresaba a Panamá sin necesidad de tener visa expedida por la embajada de dicho país en Venezuela. En octubre de 2019 debí tramitar por primera vez la visa correspondiente y tuve la fortuna de que la otorgaran por cinco años.

Estados Unidos es el país al que más veces he viajado, por razones de mi trabajo en el BCV. Luego de mi retiro de esa institución, lo seguí haciendo para visitar a mi hija mayor y su familia, todos nacidos allá y con doble nacionalidad (venezolana y norteamericana). Lo anterior implica que mi hija puede solicitar el ingreso y residencia de sus progenitores si mi esposa y yo lo quisiéramos. No obstante ello, en el último trámite de visa norteamericana que hice en Panamá, en febrero de 2020, la misma me fue concedida por un año. Mis anteriores visas siempre fueron expedidas por lapsos de cinco y diez años. Al final decidí no viajar por causa del coronavirus. Si ahora quisiera hacer un nuevo trámite, la cita en Panamá la tendría para comienzos del año que viene, aproximadamente.

Hasta hace pocos días, los venezolanos podíamos ingresar a México sin necesidad de visa. Por nuestra actual condición de país paria y por la avalancha de venezolanos que han ingresado a México para trasladarse luego a Estados Unidos, el gobierno mexicano cambió su política con Venezuela. Ahora estamos obligados a tramitar un permiso de entrada a la patria de José María Morelos en la embajada mexicana, en Caracas. La documentación que es necesario consignar es enorme, pero ese es el precio que debemos pagar por la desastrosa gestión revolucionaria.

La “esplendorosa” revolución venezolana debería dejar de jodernos más y dar paso a la verdadera democracia. Esa es la única vía para que logren algún reconocimiento histórico.

@EddyReyesT

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!