No hay manera de que el régimen borre de la memoria colectiva internacional el informe de la misión especial de derechos humanos sobre Venezuela. Ni siquiera haciendo cadenas de 24 horas en las que el canciller o el fiscal rojitos defiendan lo indefendible. La evidencia que tanto quisieran esconder ya es pública y las pruebas son abrumadoras, porque tienen la palabra de las víctimas por delante.

Les duele que esos testimonios hayan llegado primero a la prensa y a las redes sociales y no pueden explicar ese hecho porque tendrían que admitir que como Fiscalía o Defensoría del Pueblo poco o nada hicieron por escuchar los gritos desesperados de los torturados en los centros de reclusión inaugurados por el propio régimen.

Entonces, es lógico que el presidente interino le pida al mundo entero que se active la responsabilidad de proteger que está establecida en los lineamientos de la ONU desde 2005 y que ha servido para poner a raya a los violadores de derechos humanos en África o Europa.

La lógica reside en que está comprobado que los venezolanos no tienen la capacidad de hacerle frente a un régimen que persigue, maltrata y trata de aniquilar al que piensa distinto. Reside en que, de acuerdo con el informe de la ONU, la población está a merced de la arbitrariedad de fuerzas de seguridad de la cúpula roja que saben que gozan de total impunidad.

Y esto último no puede desdecirlo el fiscal rojito, porque aunque presente unos números de supuestos casos en los que se han procesado a los responsables, las violaciones de los derechos humanos de los venezolanos ocurren todos los días. Si quisiera dar una verdadera muestra de la disposición del régimen en rectificar, disolviera las FAES o la Dgcim o pusiera en cintura a los colectivos armados.

El mundo entero sabe ahora lo que pasa en cada calabozo en los que están encerrados cientos de presos políticos, pero no deben perder de vista que en toda Venezuela la vida vale nada. Y contra ese monstruo de mil cabezas al que no le importa la dignidad humana sino su propio beneficio no podemos luchar solos.


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